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María Fernanda García, directora MMDH:
Fotografía: Cedida

María Fernanda García, directora MMDH: "La defensa de los derechos humanos no se contrapone con regular la migración"

Por: Matias Rojas | 10.01.2025
En entrevista con El Desconcierto, María Fernanda García, directora ejecutiva del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, abordó los principales desafíos de la institución en medio de la conmemoración de 15 años de trabajo en defensa de la democracia.

El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos cumple 15 años desde que la Presidenta Michelle Bachelet lo inaugurara, en medio de las obras enmarcadas por el bicentenario de Chile, con el objetivo de preservar la memoria histórica y en pos de la defensa de la democracia.

Con un programa que busca reivindicar las voces de las infancias olvidadas, la institución prepara una serie de eventos que prometen rescatar los testimonios de niños y adolescentes que vivieron los años más oscuros de la dictadura militar, destacando su rol como testigos silentes de una época de profunda vulneración de derechos.

Este sábado 11 de enero, a partir de las 20:00 horas, el Museo iniciará oficialmente su conmemoración con el concierto "Cantar de Memoria", protagonizado por Camilo Salinas y Pablo Ilabaca, que recorrerá el cancionero infantil chileno desde Violeta Parra hasta 31 minutos. La actividad marca el inicio del año temático "Memoria Joven - Voces de niñez y adolescencia", un proyecto que busca visibilizar las experiencias de más de 200 niños ejecutados y desaparecidos durante la dictadura de Pinochet.

En este contexto, su directora ejecutiva, María Fernanda García, conversó con El Desconcierto sobre los desafíos presentes y futuros de un espacio de memoria en medio de crisis de seguridad, sentimiento antinmigrante y ola global negacionista.

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-Tras amenazas de presupuesto y negacionismo, ¿cuál es la importancia de que el Museo de la Memoria continue su labor después de 15 años?

Para un país es muy importante que sus instituciones culturales, que además han sido creadas desde el Estado, tengan vigencia, vayan cumpliendo años y se afiancen. Eso habla de una madurez como sociedad y de la cultura democrática, porque los espacios culturales son soporte de eso. Habla bien de nuestra sociedad que se haya instalado con los 190 mil personas que asistió en 2024, el interés que concita hasta hoy y la importancia que tiene un museo como este.

Los museos de memoria y democracia en general ayudan a tener una visión y una perspectiva de lo pasado, vinculándolo con el presente para poder proyectar el futuro.

-Durante estos, ¿cuáles han sido las principales amenazas que ha enfrentado el funcionamiento del Museo?

Hay desafíos prácticos, más pedestres, que tienen que ver con que una infraestructura después de 15 años necesita mantenerse porque son espacios con alto tráfico. A veces los presupuestos en nuestro país, y en muchos países, no alcanzan para cubrirlo. Están destinados para cumplir el funcionamiento y pagar los gastos del año, pero no ha habido una política desde el Estado que acompañe esta infraestructura, que la haga sostenible en el tiempo y que se pueda ir actualizando.

Otro desafío importante es hacer un museo vigente con los temas del pasado y del presente. La violación a los derechos humanos en todas sus dimensiones tenemos que traerla a la discusión con los derechos humanos de la nueva generación, proyectándola con los desafíos contingentes como género, migración, pueblos originarios, niños, jóvenes y el cambio climático. Y por supuesto, los constantes ataques negacionistas y relativistas, que son una ola global que va en contra de todos estos espacios, museos y de nuestra memoria histórica.

-En este contexto de desafíos presupuestarios, ¿qué significaría para el Museo la promesa del presidente Gabriel Boric de llegar al 1% en cultura?

Siempre va a ser una muy buena noticia. Es una promesa de campaña que se pide desde los sectores culturales hace tiempo, tomando como ejemplo otros países y sociedades que relevan a la cultura y las artes como una tarea fundamental en el desarrollo. No solo tiene que ver con lo que entrega y fomenta el espacio cultural, artístico o de memoria, sino también porque son espacios que brindan seguridad a muchas personas, que cuando se instalan permean el entorno de los habitantes. Son lugares donde se fomenta el diálogo, el respeto, el autocuidado. Los espacios culturales son mucho más que solo proveer arte, cultura y memoria.

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-Este año la conmemoración está dedicada a las infancias, ¿por qué decidieron enfocarse ahora en los niños y niñas?

Es importante cada cierto tiempo ver qué voces han estado silenciadas o no tan protagonistas. En el año 2022 fue con las mujeres, que por un relato hegemónico en general se han relevado más los hombres, y ahora son las infancias. De todos los que fueron asesinados, torturados, desaparecidos, 187 nacieron en prisión. Hay casi 200 niños ejecutados y desaparecidos, y más de 2.000 que fueron torturados o estuvieron en prisión. También están los niños que crecieron solos porque sus padres estaban en el exilio o fueron ellos víctimas directamente, los sacaron y fueron desarraigados en otros países.

-Pensando en el presente, para niños, niñas y adolescentes, que no vivieron la dictadura, la democracia parece ser un concepto lejano...

La democracia es más que un concepto, una palabra que a veces se ve un poco vacía. Nos falta mucho como sociedad de educación cívica, saber qué significa cada concepto. Para los jóvenes que no han vivido en otro régimen que no ha sido el democrático, creen a veces que en una dictadura esto no pasaba. Cuando vivimos en dictadura, el miedo es generalizado, la inseguridad es generalizada porque es súper arbitrario.

-Pensando en la actualidad, ¿cuáles son las principales amenazas a los derechos humanos de las niñeces?

La migración es una cara que vemos y que es muy desagradable y a veces muy incómoda para nuestra sociedad, donde los niños se ven en general muy desprotegidos. En Gaza, la gran cantidad son niños asesinados, niños pequeños de hospitales que han sido sus escuelas. En el Congo hay más de 50.000 niños esclavizados. Es una cantidad de cosas que están pasando en el mundo que nos retrotrae a muchos años atrás, cuando había conceptos básicos que se supone habíamos llegado a un consenso. Y esos consensos se están rompiendo.

-En un contexto de crisis de seguridad y sentimiento antiinmigrante cada vez más hegemónico, ¿Cuál es la importancia de la defensa de los derechos humanos?

La migración es un desafío global. Es fácil hablar de derechos humanos cuando estamos en paz, pero el desafío es hacerlo en un contexto como el que estamos viviendo. Sin embargo, nosotros como museo, y en Chile, tenemos que ratificar que la defensa de los derechos humanos no se contrapone con regular la migración.

-Existe una percepción bastante extendida, que se ve especialmente en redes sociales, de que "los derechos humanos solo defienden a los delincuentes". ¿Cómo se trabaja con esa visión?

Ahí se juntan dos cosas. Uno, la ignorancia y por eso es importante tener las clases de educación cívica o de historia. Es súper lícito que la gente se sienta impotente y se sienta insegura y quiera reclamar la seguridad, la seguridad es básica y es algo que el Estado debe proveer. Necesitamos más educación como sociedad, necesitamos dialogar más, necesitamos respetarnos más y necesitamos poder ahondar en nuestras diferencias para lograr un consenso social que margine la delincuencia. El narcotráfico está instalado por una falta de Estado en los distintos lugares, por supuesto es una amenaza para las personas y se están violentando sus derechos.