Chile según la OCDE: Carencias, insuficiencia y más
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Chile según la OCDE: Carencias, insuficiencia y más

Por: Benjamín Escobedo | 14.12.2024
Al parecer, estamos en una coyuntura con tintes de vicio y aceptación en nuestro país, esa de mirar descaradamente al muerto pasar. La OCDE se convierte en un testigo global y señala realmente quienes somos, por el momento, un país que no está dispuesto a utilizar el bisturí de la exigencia y disciplina.

Esta semana se dio a conocer en la contingencia pública de nuestro país el análisis que realizó la la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) a Chile, parámetros que sirven para observar, examinar y releer ciertos tópicos que mantenemos al debe, o bien, que necesitamos con urgencia suturar.

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En esta oportunidad el informe de la OCDE ejerció como un “termómetro” mostrando como los adultos presentan competencias insuficientes en áreas que son fundamentales para la formación humana, una clara ironía para un país como el nuestro que pretende estar a la altura del primer mundo. Pero, al parecer, no basta solo con el deseo, y se necesitan herramientas, recursos, calidad y exigencia.

Hablamos claramente de un resultado paupérrimo, del peor resultado de los países de la OCDE, donde los chilenos arrojaron una discreta comprensión de textos en matemáticas y en la resolución de problemas; en otras palabras, somos el peor resultado de 31 países pesquisados. Cabe señalar que en Finlandia obtuvieron los puntajes más altos en comprensión de textos (296 puntos) y matemáticas (294 puntos), así como en resolución dinámica de problemas (276 puntos, el mismo puntaje obtenido por los adultos en Japón).

En el caso de Chile 44% de los adultos de nuestro país obtuvieron los dos niveles más bajos de las tres habilidades: en comprensión de textos, los adultos chilenos obtuvieron una media de 218 puntos, mientras que en matemáticas, fue de 214 puntos. Ahora bien, las preguntas y aprensiones sobre estas cifras tienden por lo general a culpar a terceros, sin embargo, antes de realizar ese “ejercicio” resulta indispensable pensar y repensar el problema, junto con ello, conocer los antecedentes globales de la encuesta en cuestión.

Igualmente, para esta encuesta, Chile destaca como uno de los países que experimentó una mejora comparado a la primera evaluación, junto a Estados Unidos, la cual se hizo hace un poco más de una década. Por otra parte, algo interesante fue el análisis en cuanto a la brecha de género, ya que la capacidad de comprensión de textos ha disminuido más en hombres que en mujeres.

Sin duda estas encuestas alojan una muestra sustantivamente relevante, en la presente se cifraron en 160.000 los encuestados de entre 16 y 65 años que participaron, perteneciente a 31 países. Se restaron México, Colombia, Turquía y Costa Rica. Ahora bien, más allá de los números (que siempre son importantes), del dato precedente de la primera encuesta y de la más reciente que acabamos de esbozar, lo cierto es que Chile se encuentra muy por debajo de la calidad que algunos anhelan en materia de educación, formación y aprendizaje.

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Entonces -claramente- a la luz de estos resultados, ya no solo se necesitan ideas, sino también personas con una capacitación comprobada para avanzar en materia de rudimentos y prolegómenos formativos de profunda excelencia.

Para muchos la educación hace rato viene siendo ese gato al cual nadie quiere colocar el cascabel, pues aquello conlleva costos bastantes importantes que, dicho sea de paso, pocos desean asumir. Por otro lado, cada vez que se ha intentado colocar estándares de calidad, muchos han “saltado” diciendo que lo importante es entregar una educación para todas y todos, pero, en momentos como este es donde pesa la “odiada” exigencia, rigurosidad, prolijidad y mecanismo de admisión, selección y promoción, de lo contrario, este es el resultado, una educación que parece más tómbola que selección, una ironía.

Tal vez, estamos en presencia de una vergüenza mundial, donde somos tachados como “flojos”, “mediocres” y “limitados”, claro, con un lenguaje culto formal que utiliza eufemismos para menguar lo que somos, un país con profundas carencias de nivel pedagógico y amante de la ley del mínimo esfuerzo, por tanto, algunas preguntas a modo de reflexión podrían ayudar bastante frente a la discusión.

¿Es viable continuar enseñando en el colegio ciencias sociales mediante la nemotecnia? ¿A qué se debe que las universidades tengan grandes diferencias de nivel entre sus pares y como afecta ello a la calidad de exigencia de los alumnos asociados? ¿Podemos avanzar en la comprensión lectora de todos los chilenos si vivimos en una cultura donde el Tik-Tok y redes sociales parecen ser el dios de este siglo?

Igualmente, ¿son las matemáticas una disciplina donde se han relajado los mecanismos de admisión, selección y promoción en Chile (sea colegio, institutos profesionales, centro de formación técnica y universidades en general)?

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Al parecer, estamos en una coyuntura con tintes de vicio y aceptación en nuestro país, esa de mirar descaradamente al muerto pasar. La OCDE se convierte en un testigo global y señala realmente quienes somos, por el momento, un país que no está dispuesto a utilizar el bisturí de la exigencia y disciplina.