Una historia de secuestros: Los verdaderos rehenes de las AFP
Un jardinero de colegio católico, al que obligaron a cambiarse al modelo de las AFP, me dijo "lo que más me duele es que los curas nos obligaron a cambiarnos y ahora que me voy a jubilar voy a tener que seguir trabajando (...) Mientras ellos siguen como si nada, yo tengo que olvidar".
Caszelly y Don Francisco en su momento explicaron las bondades del nuevo sistema; había que cambiarse. Los diseñadores del modelo dijeron que el Estado era ineficiente, que no daba buenas jubilaciones, y publicaron que para el 2020 las jubilaciones equivaldrían al 100% del sueldo, nada había que temer.
Pero llegaron las crisis y perdimos dinero, era normal dijeron, se recuperaría. Habían épocas buenas y otras no tan buenas, lo importante era no dejar de poner dinero, así cuando nos jubilemos nos daríamos cuenta que habíamos ganado.
Y llegó la alegría, o al menos eso dijeron, y ahora los “demócratas” defendían el sistema; los que habían estado presos en dictadura decían que funcionaba bien, J. A. Viera Gallo, subsecretario de justicia de Allende y ministro de Bachelet, ahora era director de AFP Provida, la misma que promovía Don Francisco en los años que Viera Gallo vivía exiliado en Italia.
Y llegó el primer socialista después de Allende a la moneda y nos dijo que teníamos que apropiarnos del sistema, manejar nuestro dinero, decidir dónde invertirlo y para eso, creó los “multifondos” para mover nuestro dinero “libremente”.
Y empezaron a aparecer las pensiones miserables; y las AFP miraron entonces hacia el ineficiente estado; y pidieron ayuda; y como aún gobernaban los socialistas apareció un pilar solidario para que las AFP puedan subir las pensiones y comenzamos a dudar, “¿no que las AFP iban a dar buenas pensiones?”.
Cuando ya no estaban los socialistas tratamos de usar los “multifondos”, dijeron que el sistema iba a colapsar y pusieron trabas para hacer difícil mover el dinero de un fondo a otro; entonces descubrimos que sacaban dinero de nuestros fondos para invertir en sus empresas y que sus bancos nos prestaban nuestra plata con intereses 10 veces más altos que el que le aplicaban a sus empresas.
Descubrimos también que cuando nuestro dinero bajaba, ellos igual nos cobraban por administrarlo y que contrataban políticos, incluso los que habían estado presos en dictadura, para que nada cambiase. Y aparecieron Ximena Rincón y Joaquín Vial de la DC, Pacheco y Viera-Gallo del PS, Jobet y Echeverría de RN, Rosenblut y Marshall del PPD, Pérez Mackena y Arthur de la UDI, Briones de Evopoli todos empleados de las AFP.
Y resulta que al final todo es culpa nuestra, porque tenemos lagunas, o nuestros sueldos son bajos, vivimos mucho, cotizamos poco, somos mujeres, tenemos hijos, somos discapacitados, etc. Por eso no tenemos buenas jubilaciones, las AFP no son las responsables.
Pero nos dimos cuenta que los militares, los carabineros o gendarmería tenían buenas jubilaciones y no estaban en las AFP y salimos a la calle y nos reprimieron, nos trataron de extremistas, llenamos las calles pero no quisieron mover un centímetro SU sistema.
Seguros de sí mismos un día nos vinieron a decir que hacíamos vida social en los consultorios, que Chile era un oasis, que nos levantemos más temprano para ahorrar en el pasaje del metro porque habían decidido que iba a subir 30 pesos y todo estalló. Ardió Santiago por los cuatro costados y entonces nosotros, que habíamos marchado durante todos esos años, salimos nuevamente, pero esta vez éramos millones; pero nada cambió.
Y llegó la pandemia y todo se detuvo, algunos recordaron que en las AFP estaba nuestra plata, había que pedirla, entonces otra vez nos dijeron de todo, que el país se va a transformar en un infierno, que se va a destruir el mercado de capitales, que los dineros no se van a entregar tan fácilmente. De todo nos dijeron pero igual pudimos sacar parte de lo que entonces era “nuestro dinero”.
Y la pandemia se acabó y el mundo de las AFP volvió a la normalidad, el dinero es nuestro, pero no es nuestro nuevamente, se pudo tocar un poco de ese dinero pero no a las AFP, y volvieron las mismas mentiras de siempre por televisión y redes sociales, pero las pensiones siguen siendo una miseria y ni Rincón, ahora senadora, ni Viera-Gallo, ahora embajador proponen nada.
El pasado 11 de noviembre en las oficinas de la AFP que promovía Don Francisco, un hombre, convencido de las mentiras, fue a pedir el dinero que le correspondía por los fondos que su esposa había dejado en la AFP al morir; quería su herencia, porque los fondos se heredan nos dijeron, pero no le entregaron el dinero que ahora era suyo porque esa era otra mentira, el dinero de la “herencia” ya se lo estaban entregando, pero en cuotas mensuales de 500 pesos.
Unas semanas más tarde otro hombre desesperado por la miseria de su jubilación amenazó con quemarse a lo bonzo en una oficina de ChileAtiende. Y a un tercero, con una enfermedad terminal, le ponen trabas para pasarle “su dinero”.
Todos ellos comprobaron que todo es una mentira, pero uno, tomó como rehén a una trabajadora y exigió el pago de todo el dinero, hubo francotiradores en las azoteas y un dispositivo de seguridad ante este secuestro con rehén.
Como era de esperarse, el dinero no llegó a las manos del hombre, quien deberá seguir cobrándolo desde prisión, en cuotas de 500 pesos mensuales, y será por siempre recordado como el secuestrador de AFP, mientras todos nos quedaremos conformes con esta nueva mentira, sin darnos cuenta que los verdaderos rehenes somos nosotros y que, quien nos tiene secuestrados, son las AFP.