Joe Vasconcellos se ve feliz. Acaba de terminar su show en el Festival Ladera Sur, donde compartió escenario con nueve músicos entre timbres, percusiones y cuerdas. Hace minutos, arriba de la tarima, sonríe, dialoga con el público y disfruta esa "orquesta" como si fuera uno más de los espectadores. Apenas baja, recibe a El Desconcierto en el backstage, y responde las preguntas mientras hila un tabaco con la misma naturalidad con la que hace música.

No es casual que esté aquí. El autor de "Preemergencia", tema incluido en su disco "Transformación" (1997), fue pionero en poner la crisis ambiental en el centro de la música chilena. "Algún plan de descontaminación, oye el grito de desesperación, algo urgente que deje respirar", cantaba cuando el tema aún no. La canción, que casi queda fuera del álbum, terminó convirtiéndose en un himno.

Recientemente galardonado con el Premio a la Música Nacional Presidente de la República 2023, Joe Vasconcellos ha construido una carrera que trasciende modas musicales. Sus canciones reflexivas y festivas, que fusionan el rock con la cumbia chilena, han influenciado a múltiples generaciones de músicos. Desde "Hijo del Sol Luminoso" hasta "Mágico", pasando por "Huellas", su obra es testimonio de las raíces latinoamericanas.

-¿Qué se siente tocar con esta banda de nueve músicos y recibir el cariño del público en un festival enfocado en el medio ambiente como Ladera Sur?

Siempre he creído en el trabajo colectivo. Me gusta trabajar con muchos músicos. Sé que vivimos tiempos muy digitales, donde una persona hace todo. En Instagram ves al músico que toca bongó, conga, bajo, guitarra, todas las cosas. Me parece increíble el talento, pero esto le da más grandeza. Vengo de una escuela de bandas grandes y creo en eso. Un trompetista o un trombonista estudian muchísimo para poder presentar un espectáculo como este. Es algo que aprecio y cuido muchísimo.

-¿En ese sentido Chile valora poco a sus músicos?

Si nos da lo mismo matar pudúes o contaminar con salmoneras, es porque Chile valora lo equivocado. El concepto que tiene Chile es muy absurdo porque valoramos cosas que no nos identifican. Eso es producto de un trabajo lento y destructivo. Menos mal que somos porfiados y hay mucha música, músicos que siguen creando y gente que va a verlos. Es bien curioso lo que pasa en Chile, es especial el desprecio que tenemos por nuestro propio ser.

-¿Qué te provoca como artista que ha recorrido el mundo ver lo que está pasando con las inundaciones en Brasil o los incendios en Valparaíso, lugares con los que tienes una relación profunda?

Nos relacionamos bastante mal con el medio ambiente. Esto se habla desde hace mucho tiempo. La primera conferencia que se hizo por el medio ambiente fue en el año 92, en Río de Janeiro, y ya se hablaban de temas que hoy en día ya no tienen vuelta atrás. Uno ve que los intereses creados son bastante locos. Estamos viviendo una tercera guerra mundial y seguimos como si nada. La gente anda saltona porque no somos tontos, estamos viendo que vivimos una situación de presión extrema.

-Vivimos en una suerte de sociedad acelerada que se está depredando a sí misma...

Totalmente, vivimos una locura, vivimos un suicidio colectivo en el cual realmente cualquier cosa que te aleje de lo que realmente hay que cuidar es súper bienvenido. Tú ves cuántos cabros hay por Chile recogiendo basura tóxica de la salmonera, haciendo paneles, haciendo cosas para poder mejorar lo que hay ahí. Pero no es noticia, nada es noticia. Aquí hay un asalto y ese asalto va a durar todo un día. La televisión va a poner un loop y van a hablar de ese asalto.

-¿Ves alguna relación entre cómo no se valora la música y la cultura chilena, y tampoco se valora el paisaje y el medio ambiente del país?

Aquí estamos hablando de un problema de educación, de temas que no se han hablado y tampoco interesa hablarlos. Es como no tener música en los colegios, no saber que la música es matemática con alma. Queremos matemáticos pero les cortamos las alas. Somos muy descuidados, como que creemos que todo va a estar para siempre.

-¿Qué rol pueden tener los artistas en generar otra forma de relacionarnos con el planeta y la cultura?

He pasado mi vida buscando ese rol. Vengo de una escuela artística donde el artista cumple un rol en la sociedad, no es una persona para ser adorada por su silicona. En la cultura de sapiens, el hombre siempre ha buscado a través de la música mejorar su energía. La música es el lenguaje universal, nos entendemos todos aunque no hablemos la misma lengua. Hoy en día hasta los médicos dicen que la música es la sanación del futuro, que a través de ella vamos a sanar enfermedades. La música todavía está por ser descubierta.