Si bien aún es pronto para realizar análisis más detallados, con la información entregada por el Servel, la reciente elección municipal en la comuna de San Miguel, perteneciente al distrito 13, no solo evidenció un aumento en la participación ciudadana, sino que también reveló cómo las características territoriales y socioeconómicas influyen en la distribución del apoyo electoral.

Entre el plebiscito de 2023 y las elecciones de 2024, la participación aumentó un 3,2%, alcanzando un 77,1% de los votantes habilitados, un fenómeno que rompe con la tendencia histórica de baja participación en comicios municipales y se compara al resto de las elecciones municipales con voto obligatorio (solo desde 1996 al 2008). Este comportamiento sugiere que el retorno del voto obligatorio ha movilizado sectores tradicionalmente menos activos desde el año 2012.

El análisis por territorios revela dinámicas de apoyo diferenciadas entre los candidatos. Matías Freire (20,7%) logró su mayor respaldo en las zonas periféricas y menos desarrolladas, áreas percibidas como “olvidadas” y donde las políticas de inclusión social son fundamentales. Este apoyo demuestra una afinidad entre el discurso de Freire y las necesidades de estos sectores, aunque paradójicamente también fueron los lugares con menor participación electoral.

Por su parte, Erika Martínez (25%) destacó en zonas de menor densidad de edificaciones y en los alrededores de la Gran Avenida, así como en áreas vinculadas a su gestión de cuidados y justicia territorial, como el proyecto de la Ciudad del Niño. No obstante, su debilidad en territorios con mayores necesidades sociales -donde se registró un alto número de votos nulos y blancos, a pesar de las significativas inversiones en infraestructura y programas sociales- plantea un reto importante para el Frente Amplio y un punto de reflexión sobre su estrategia política.

Carol Bown (30%), por otro lado, capitalizó su influencia en los sectores más densamente edificados, evidenciando cómo la configuración urbana y los perfiles socioeconómicos determinaron la preferencia electoral hacia la derecha.

Este electorado que demanda mejoras en áreas verdes, aseo y seguridad comparables a las comunas del distrito 10, genera un desafío importante a la nueva gestión en cumplir dichas expectativas. Sin embargo, sus resultados fueron significativamente más bajos en las zonas menos desarrolladas, lo que expone una limitación para ampliar su base de apoyo.

El patrón general destaca la fragmentación de la izquierda y centroizquierda, que perdió miles de votos en favor de otras opciones, debilitando su competitividad frente a una derecha que mantiene una mayor cohesión. Esto significa que la fragmentación de la derecha fue menos perjudicial que la de la izquierda.

Este fenómeno, junto al aumento de la participación, sugiere que si bien el voto obligatorio ha atraído nuevos votantes, también ha fortalecido el peso relativo de la derecha, especialmente en sectores con mayores niveles de educación y desarrollo urbano.

Y aunque aún falta un mayor detalle sobre la participación electoral desglosada por edad, sexo y nacionalidad, los resultados preliminares indican que San Miguel se ha transformado de una comuna históricamente inclinada a la izquierda, a un territorio donde la alternancia política es cada vez más evidente.

Esta tendencia podría mantenerse hacia la derecha debido a la expansión inmobiliaria, que lentamente está cambiando la fisonomía de la comuna y disminuyendo su tradicional vida de barrio.