María Paz Santibáñez: "Me pregunto si funciona la democracia cuando es ella la que autoriza a que el fascismo tenga la palabra"
María Paz Santibáñez está en un estado de tránsito. Entre ensayo y ensayo. Vuelo y vuelo. Entre Francia y Chile, donde cada cierto tiempo vuelve a hacer lo que mejor sabe hacer. Ser un vehículo por el que circulan desde la música de Claude Debussy y Béla Bartók, la performance de Lastesis o la poesía de Leonel Lienlaf.
Aunque ese continuo a veces se detiene, prende un cigarro y reflexiona:
-Los seres humanos somos un gran recorrido en el devenir. La música está en el devenir, no tiene presente, pasado ni futuro, está sucediendo, como la vida.
La pianista chilena, una de las más reconocidas en el mundo, docente en un conservatorio de París -donde reside hace más de dos décadas- trae de vuelta "Resistencia Femenina, concierto para piano y cacerolas". Una obra que fusiona música, poesía, performance y proyecciones audiovisuales para visibilizar las violaciones a los derechos humanos durante el estallido social de 2019, con énfasis en la violencia de género.
Una defensa de los derechos humanos que remite a ese septiembre de 1987, cuando protestaba contra el rector designado por la dictadura José Luis Federici y recibió un disparo en la cabeza frente al Teatro Municipal por parte de un sargento de Carabineros.
"Mi rol como artista es sacar el piano a la calle, meter la olla en la sala de conciertos, performar e ir muchísimo más lejos que la simple pianista que toca obras del pasado y del presente. No me salgo de mi rol de pianista y artista, sino que incorporo obras de compositores que quisieron tomar palabras sobre el cambio climático, la deforestación en el sur de Chile o el toque de queda", explica.
Desde su estreno en París en 2020, el montaje ha recorrido varios países congregando el trabajo de más de 20 creadores. "No muta sino que evoluciona, es un work in progress", explica sobre la presentación en el Teatro Nescafé de las Artes de este 25 de noviembre, que incluirá "el estreno de la primera pieza de la suite 'Resistencias' de Cristina Vilallonga, una gran compositora catalana. Van a descubrir lo hermoso que es ver nacer una obra".
-Hace diez años decías en una entrevista que Chile te hacía mal para tu creación artística. Luego vino el estallido social con su despertar, pero han pasado cinco años y parece que todo vuelve a ser igual. ¿Qué te sucede ahora?
Los seres humanos somos un gran recorrido en el devenir. La música está en el devenir, no tiene presente, pasado ni futuro, está sucediendo, como la vida. Efectivamente, hubo un período en que Chile era difícil para mí. Vino este momento esperanzador donde la gente salió a las calles a decir que no quiere más este sistema tan poco libre, donde reina el dinero y el poder. Como pertenezco al mundo de la creación y del arte, siento que aún estoy en ese proceso. Los procesos sociales no se detienen.
Sin memoria no hay futuro. En todos mis conciertos pongo obras del pasado y del futuro. En el caso de "Resistencia Femenina", se hizo necesario reunir dos ejes de mi vida: mi compromiso con los derechos humanos y la defensa de la creación contemporánea. Los derechos humanos no están ahí escritos solamente para existir, se defienden. No hay ninguna ley social, laboral o sobre el voto que no haya sido construida en base a demandas de la gente.
-¿Cómo nace la idea de integrar "Un violador en tu camino" de Las Tesis junto a extractos de Debussy y música clásica?
Estamos en un periodo de nuevo despertar femenino. El fenómeno de la performance "Un violador en tu camino" de Las Tesis dio la vuelta al mundo. Al verlo aquí en París, al escuchar ecos de amigas que estaban en Alemania, de amigos que me enviaban videos de Suecia o Nueva York, fue evidente encargar la obra a Valeria Valle.
La inspiración nació de la revuelta chilena, pero luego vino la pandemia y empezamos a ver las inequidades en todo el mundo. Se puso foco en las sociedades en las que estamos viviendo, en cómo es este siglo XXI con evoluciones tecnológicas y médicas, pero involución en la manera de convivir.
-La obra incluye cacerolas y cucharas de palo. ¿Cómo se integran estos elementos cotidianos a la creación artística?
Como en toda performance en directo, hay cosas que pueden suceder. Se puede romper la cuchara porque la pianista está haciendo el fortísimo que le pide el compositor. En Recoleta, Daniel Jadue me regaló un ramillete de cucharas de palo, lo que fue muy emocionante, porque mi familia, mis amigos y mi propia casa ya estaban todos sin cucharas de palo para poder cocinar.
También uso batidores, hay una tecla de piano que sirve para apoyar una cacerola que va dentro del piano. Viajo con la cacerola de Cristina Vilallonga, compositora catalana, me ando paseando con unas ollas que me regalaron en México. Las he ido eligiendo por su sonido, por su historia, por la pertinencia que tienen en cada obra y por los requerimientos de cada compositor.
-Se cumple casi un año desde la censura en el Teatro Municipal, que coincidía con el Día de los Derechos Humanos. ¿Qué reflexión haces sobre lo sucedido?
Fue una decisión personal de la exalcaldesa Irací Hassler. No puedo aceptar una censura de esa naturaleza. Ellos no la llamaron censura, la llamaron cancelación. Cuando el arte molesta y hace peligrar al poder, el poder se baja los pantalones. Cuando yo tenía 19 años, dije "valiente es el que vence el miedo". Las nuevas generaciones conocen poco lo que es realmente el temor. Fue bastante terrible, porque nunca me lo habría esperado de alguien que yo consideraba cercano ideológicamente. Fue una decisión ideológica por temor al financiamiento del teatro.
-En una entrevista reciente mencionaste la esperanza que te daba Gustavo Gatica, cuando dijo que volvería a las calles. Sin embargo, han aumentado los suicidios de víctimas de trauma ocular. Como víctima de la represión durante las protestas contra la dictadura, donde un carabinero te disparó en el Teatro Municipal, ¿qué mensaje darías a esa juventud que se levantó durante el estallido y hoy enfrenta la impunidad?
Admiro a Gustavo Gatica. Cuando leí que él decía que en cuanto estuviese preparado volvería a la calle, a manifestarse, volvería a ofrecer lo que toda esa juventud que se volcó a las calles, porque la represión era bastante feroz... admiro muy sinceramente a Gustavo.
Me da mucha tristeza que la impunidad sigue siendo la norma. Conozco los esfuerzos del actual gobierno por dar respuesta, pero el marco legal sigue siendo el de la constitución de Pinochet. El sistema judicial está corrupto y no es decisión de un gobierno otorgar las respuestas que el sistema judicial no da. Justicia, ni más ni menos, no es "en la medida de lo posible". Ya basta, eso es indigno. Chile no puede seguir perdiendo vidas tan valiosas como la de la gente que corrió riesgos personales y salió mutilada por simplemente querer un cambio y una vida más digna.
-Como artista radicada en Francia, ¿cómo ves el avance de la ultraderecha en Europa?
Resistencia Femenina ha ido evolucionando e integrando las luchas femeninas de distintas latitudes. Los velos en Irán, el hambre en Europa, inmigración, este exceso de demanda por seguridad, tiene que ver con que las democracias son débiles. La democracia está debilitada. A veces me pregunto si realmente funciona la democracia cuando es ella la que autoriza a que el fascismo tenga el derecho a la palabra.
-Más allá de "Resistencia Femenina", ¿qué otros proyectos tienes en mente?
Estoy muy ligada a la Fundación Archipiélago de Chiloé, que tiene el sueño de mejorar las condiciones de las orquestas de niños. Me tocó ver el galpón donde ensayan sin calefacción, por ejemplo. Aquí en Francia también trabajo con personas que están aisladas en hospitales, que no tienen visitas. Todavía hay mucho que hacer a través del arte para comunicar.