Presupuesto de cultura 2025: El dia de la marmota
El 17 de Octubre sesionó la Cuarta Subcomisión Mixta de Presupuestos y a las autoridades de cultura les tocó ir a argumentar el necesario e histórico aumento presupuestario. Más allá de ser un anuncio presidencial, tocaba ir a exponer a los parlamentarios las razones que explican la necesidad. El porqué, el para qué.
La ministra, junto a sus dos subsecretarías, presentaron en detalle cada línea del presupuesto y respondieron a cada pregunta que les hicieron. ¿El resultado? Unas semanas después, el 8 de noviembre en el senado pudimos ver como la Comisión Especial Mixta de Presupuestos despachaba a sala el proyecto de ley de presupuesto con importantes perdidas para la cultura.
Llama la atención la estrategia con la que nuestras autoridades abordaron esta defensa. Hay suficientes antecedentes para saber qué es lo que veremos en las discusiones presupuestarias en materia de cultura en el congreso. Sabemos, por ejemplo, que son contados con los dedos de una mano los parlamentarios que reconocen a la cultura como un pilar estratégico del desarrollo de un país.
Sabemos también que la mayoría de nuestros parlamentarios reducen la cultura a un numero determinado de eventos culturales, sin comprender que se trata de una amplia esfera conformada por expresiones culturales, acuerdos sociales, patrimonios intangibles y diversos conocimientos. Y también sabemos que hay un número importante de políticos convencidos de que la cultura es un sector conformado por artistas acostumbrados a vivir del estado. Nadie puede sentirse sorprendido.
Estos antecedentes, que se repiten año tras año, deberían servir para diseñar una estrategia potente de defensa de las políticas públicas culturales y su financiamiento. En un año particular e histórico como este en el que, por primera vez, un presidente de la república anuncia un considerable aumento presupuestario para cultura, era particularmente necesario hacerse de una batería argumental, un guion, un relato que a modo introductorio permitiera referirse al qué y al porqué.
Hay por lo menos dos lineas argumentativas interesantes a explorar. Por un lado, una linea economicista que dejara ver con cifras duras el impacto o potencial impacto que la industria creativa produce. Hay varios estudios, internacionales sobre todo, que nos pueden ilustrar al respecto. En especial algunos documentos levantados a partir de la vulnerabilidad que dejo ver nuestro sector en pandemia.
Pero hay una segunda línea, que a mi juicio es más interesante y poco explorada en los discursos, me refiero al impacto de la propia política pública, cómo afecta esta al sector y a la sociedad completa.
Esta linea argumentativa permite por un lado sacar de la mesa el fácil discurso que relativiza la importancia de la inversión pública en cultura. Poner tus puntos sobre la mesa y no dejar que tus interlocutores pongan lo que tienen a mano. Liderar la discusión. Pero ademas permite graficar con claridad la desigualdad que el propio estado produce cuando no es capaz de diseñar políticas públicas robustas.
A modo de ejemplo hay muchos datos que sirven para esta linea argumentativa, y crear un mapa visual de la cobertura territorial de la infraestructura cultural, tal como lo hace el ministro de obras públicas cuando argumenta la necesidad de construir hospitales. O un mapa que ponga a la vista la cantidad de salas de cine y teatro existentes en el país, para ver con claridad como se concentran los puntos en unas pocas regiones y un mínimo de comunas.
Y con estas acciones, explicar entonces que un aumento presupuestario nos permitiría ir disminuyendo esas brechas, con tal de atender por igual a todas las personas que habitan el país.
Algunas cifras del estudio de consumo cultural que ejemplifican con claridad cómo el capital cultural se concentra aumentando la desigualdad y explicar que el aumento presupuestario nos permitiría aumentar el capital cultural. Una tabla matemática que de cuenta de la cantidad necesaria de funcionarios para un adecuado control de la inversión del Estado.
El número de libros por familia podría indicarnos también cómo estos se concentran en algunos hogares y así podríamos explicar que la política del libro requiere de mayores recursos para llegar a las niñeces mas vulnerables o alejadas de las capitales.
Poner a la vista el impacto que han generado los Festivales de trayectoria para la economía, el turismo, la imagen país y poner a la vista el impacto que podrían generar si estos proyectos pudieran tener mayor certeza.
El Estado, hace años a través de la instalación del Consejo Nacional de la Cultura y luego el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, tomó una responsabilidad con toda la ciudadanía, no solo con los artistas, sino con las infancias, con los padres y madres de familia, con las abuelas, los trabajadores y estudiantes. Cada uno de ellos es un sujeto de derecho y el desafío consiste en ocupar las políticas públicas para llegar a ellos.
Más allá de que todos los años, cual día de la marmota, volvamos a discutir desde cero si es o no importante invertir en cultura, ya tenemos una institucionalidad, tenemos leyes sectoriales, tenemos una política pública dirigida al desarrollo cultural, es decir, el Estado ya tomó esa decisión, por lo tanto la discusión que la ministra debe poner en la mesa es la ecuación de recursos y eficiencia en relación al impacto que queremos producir y dejar así a la vista la envergadura de la responsabilidad del Estado en materia de cultura.
La defensa que pudimos ver carecía de fuerza, de visión estratégica y líneas argumentales, cosa que también se repite año tras año. Hablar desde la política pública es una buena manera de defender la política pública.