Cuando los pabellones se vuelven más verdes: el reciclaje de residuos hospitalarios como nuevo estándar en Chile
La conciencia medioambiental es hoy no solo un tema académico o de activismo, sino que, frente a los efectos del cambio climático, la contaminación y otros fenómenos ambientales, son cada vez más las esferas ciudadanas, sociales, económicas y laborales que están adaptándose hacia una perspectiva más verde. En ese contexto es que la gestión de residuos hospitalarios se ha vuelto un punto de innovación.
En Santiago de Chile, el Hospital Clínico de la Red UC-Christus ha tomado la delantera con la implementación de un programa de reciclaje de plásticos de baja densidad (PBD), en su pabellón central como lo son, por ejemplo, los envases en los que vienen las herramientas de operación en línea con que sean plásticos limpios y secos.
Se trata de una iniciativa con la que no solo se busca reducir la huella ecológica del sector salud, sino que también se presenta como un modelo replicable que podría inspirar a otras instituciones y recintos.
El primer paso hacia esta transformación comenzó con una evaluación exhaustiva en 2017. Se identificó que el hospital generaba alrededor de 105 toneladas de residuos al mes, y se estimó que una parte significativa de estos podría ser reciclable.
Esta cifra llevó a que un equipo de profesionales de la U. Católica diseñara un programa con foco en la segregación de plásticos que involucrara a todo el personal en el proceso. Así, se estableció una mirada integral que incluyó la capacitación del personal, con el objetivo de promover una cultura de sostenibilidad en el entorno hospitalario.
Víctor Contreras, gestor de Proyectos e Investigación de la División de Anestesiología UC, comenta que la génesis del proyecto estuvo de la mano con la experiencia en los pabellones y sus residuos.
“Por lo general, para una persona que se va a someter a una cirugía, utilizamos una serie de insumos que son muchos y que solo se utilizan una vez. Esto se considera como una ‘basura limpia’, de cierta forma, ya que no tiene contacto con el paciente hasta ese momento”, explica.
El profesional de Anestesiología agrega que lo que se hace es botar estos insumos, por separado en un tambor de basura limpia, distinta a los contenedores de residuos contaminados.
“Entonces, la idea nace porque teníamos todos estos plásticos de un solo uso y dijimos ¿qué podemos hacer con estos? De ahí empezamos a evaluar con un grupo cuáles eran los posibles elementos de estos empaques que se podían reciclar. Hubo un proceso de aprendizaje sobre qué tipo de plástico es el que viene envuelto, por ejemplo, la jeringa, los materiales estériles, y qué tipo de empaque son desechables pero no son estériles. Así, empezamos a hacer un piloto para cuantificar, clasificar qué no era reciclable y empezar a trabajar en esto”, detalla.
El desarrollo del proyecto
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, cerca del 85% de los residuos generados por el sector sanitario son comunes, exentos de peligro. La institución internacional propone que los países mejoren la gestión de residuos mediante distintas medidas como implementar un sistema en base a los procesos de manipulación de los elementos.
En línea con ese tipo de planteamientos se cimentó el proyecto de la UC denominado “Programa de Reciclaje y Hospital Verde”.
La primera fase consistió en analizar si el reciclaje era algo que se podía hacer, para luego continuar con la separación de los distintos tipos de residuos.
“Hicimos un proyecto que tenía etapas: los primeros tres meses fueron para difundir la posibilidad del reciclaje, los tres meses siguientes para ver que la segregación fuera adecuada desde el inicio del proceso, que era en pabellón, hasta la salida final, que era la basura, de acuerdo con la normativa vigente del uso de materiales que salen desde los hospitales. Una tercera etapa fueron los destinatarios finales de estos plásticos”, señala Contreras.
Así, la respuesta se materializó en un proyecto que combina educación y acción. Se llevaron a cabo capacitaciones continuas para enfermeros, anestesiólogos, técnicos y personal de apoyo, resaltando la importancia del reciclaje y la correcta disposición de los residuos.
Se formaron “capitanes de reciclaje” en cada área del pabellón, quienes actuaron como líderes y motivadores, fomentando el compromiso y la participación activa del equipo. Esta estructura facilitó la comunicación y permitió que todos los involucrados se sintieran parte del cambio.
“Los plásticos de baja densidad son fáciles de clasificar”, comenta Contreras y dice que se hizo un muestrario en los pabellones de los elementos que eran de baja densidad y los que no: “Si se estiraba igual que las bolsas del supermercado, era de los que se podían reciclar y, obviamente, iba en un contenedor especial”.
Plásticos de baja densidad
Los plásticos de baja densidad que se pueden reciclar son aquellos limpios y secos, por ejemplo, los envases en los que vienen los insumos médicos. Foto: Red UC Christus
Los resultados iniciales fueron prometedores como señala un artículo académico escrito por Contreras y otros profesionales publicado por la Revista Chilena de Anestesia en 2019.
Según el documento, durante la fase piloto, en 2018, se lograron cuantificar 30 kilos de PBD, cifra que se incrementó a 100 kilos en las fases posteriores.
Osmán Casanueva, jefe de Servicios Generales del Hospital Clínico de la Red UC Christus, quien también ha trabajado en la supervisión de la iniciativa y el diseño del proceso de reciclaje, explica que “se creó un circuito especial de este tipo de residuos, los que se llevan a un área donde se sigue acumulan hasta que viene la empresa que nos retira los residuos que reciclamos”.
Recológico
Además, la firma que recibe sus residuos, Recológico, les entrega una certificación mensual de reciclaje.
Dice que el proyecto se mantiene operativo, aunque durante la pandemia por el Covid-19 disminuyó debido a las complejidades de movilidad y otras circunstancias propias de aquella época.
“El 2018 partimos, el 2019 veníamos súper bien, el 2020 bajó harto, el 2021, y ahora ya estamos bien, estamos reciclando de nuevo. De hecho no es lo único que reciclamos, tenemos varias iniciativas en la red”, señala.
¿Qué dicen los números? De acuerdo con el último informe de gestión de reciclaje, de agosto de 2023, en 2019 se reciclaron 1.352 kilos de plástico de baja densidad.
Sin embargo, como comenta Casanueva, durante la crisis por el coronavirus, la cifra bajó a 340 kilos en 2020 y 210 en 2021. Con todo, en 2022 la iniciativa se recuperó con el reciclaje de 1.720 kilos de estos elementos.
Además, el año pasado se sumaron dos nuevos sectores del hospital al proyecto: el Centro de Terapia Endovascular y el Servicio de Esterilización.
El jefe de Servicios Generales apunta a que en el recinto central, en general, se botan al menos 110 toneladas de basura mensual, “y de eso nosotros reciclamos como el 10%, 12%”.
Eso sí, Casanueva comenta que aún queda un buen camino para avanzar en temas de cuidado ambiental y dice que, por ejemplo, pareciera que “el mercado chileno no tiene tantas plantas recicladoras para la cantidad de basura que se puede reciclar”.
El panorama nacional de reciclaje
Para los especialistas en el área, si bien Chile ha mejorado en materia de reciclaje, la normativa todavía está al debe, lo que se traduce en que muchas veces puede haber voluntad ciudadana, pero no están las herramientas.
“A los niños en el colegio se les dice, ‘oiga, recicle’, pero en realidad en la mitad de los territorios del país no es posible”, plantea Nicolás Valenzuela, investigador del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable.
El también académico de la U. Federico Santa María, precisa que “uno de los problemas del reciclaje en Chile es que a lo mejor hay voluntad en alguna comunidad o cliente de hacer separación en origen de los materiales, también hay capacidad de recolección diferenciada, pero justamente quién va a ser el receptor de ese material, que tiene que hacerse cargo del proceso físico-químico, hay pocos”.
A juicio de Jadille Mussa, académica de Arquitectura del Paisaje de la U. Central de Chile, “todavía estamos con una gestión de residuos bastante vertical, es decir, compro, consumo y boto, y aún no hemos llegado a una gestión integral importante para generar políticas públicas. Eso se ve en las cantidades de camiones con toneladas de residuos que van hasta los rellenos sanitarios”.
Gestión integral de procesos
“Creo que aún no hay una gestión clara, porque el tema se ha convertido en algo a discutir entre distintas autoridades, entonces pareciera que son demasiadas parcelas y cada parcela la mira desde su punto de vista y no hay una gestión integral de todos estos procesos”, añade la especialista sobre la tutela de responsabilidad en la gestión de residuos, ya que son varias las instituciones que participan: municipalidades, Ministerio de Medio Ambiente, Ministerio de Salud y Superintendencia de Medio Ambiente.
Desde la Seremi de Salud explican que, al menos, en los establecimientos sanitarios, estos procesos están normados por protocolos de manejo de Residuos de Establecimientos de Atención de Salud (REAS).
En Chile, desde 2009 existe un reglamento específico que establece las condiciones sanitarias y de seguridad e incluye información sobre residuos peligrosos, radiactivos de baja intensidad, especiales y sólidos asimilables a domiciliarios.
“Es importante señalar que el manejo de los residuos generados en establecimientos de atención de salud comprende un conjunto de actividades y procesos a las que se someten los residuos luego de su generación y cuya eficacia depende de una adecuada segregación inicial”, indican desde la Seremi.
Aprendizajes
El programa de la Red UC Christus ha podido relevar la importancia de lo que se ha aprendido y es que, pese a las dificultades, la colaboración entre diferentes actores se vincula como un hito fundamental para superar las barreras.
Además, la posibilidad de replicar este modelo en otras instituciones es alta; tanto del sector público como el privado, es decir, clínicas y hospitales de todo el país podrían adoptar estrategias similares de capacitación y sensibilización, ajustando las prácticas a sus contextos específicos y los de sus pabellones.
De hecho, Clínicas de Chile, asociación que reúne a los principales prestadores privados del país, explica que es importante contar con un compromiso con el cuidado del medioambiente y que trabajan “en ese cometido, de forma tal de hacer frente a la crisis climática, que tiene duras repercusiones para la salud de la población, promoviendo una correcta en nuestro sector la gestión de emisiones, energía, agua y residuos en las operaciones, así como también una proactiva y responsable gestión de la cadena de suministro”, añade el organismo que, además, apunta a que “es clave trabajar y seguir avanzando en materia de sostenibilidad y reciclaje”.
Contreras,, de la UC, dice que replicar la idea “es súper viable en términos de proyectos y ejecuciones porque es literalmente agregar un tambor más con una identificación clara y con instrucciones, como nosotros lo estuvimos haciéndolo y generar nuevas conductas”.
Lo anterior es algo crucial del programa: el cambio cultural hacia la sostenibilidad en el ámbito hospitalario donde los profesionales de la salud se vuelven un actor relevante para ejercer las acciones de reciclaje.
Para María Toro, integrante del Departamento de Salud y Medio Ambiente de la Federación Nacional de Asociaciones de Enfermeras y Enfermeros de Chile, es crucial que el sector sanitario avance hacia prácticas verdes.
“La idea es que en los hospitales podamos reducir, tratar y disponer de manera segura los residuos”, dice y da cuenta del proyecto internacional Red Global de los Hospitales y Bienes Saludables, que busca estos objetivos.
“Con esta iniciativa se logró que sacáramos el mercurio de los hospitales. Antes había termómetros y usábamos el tipo de toma de presión con mercurio Ahora ya no, es algo que parece pequeño, pero que es muy importante”, destaca.
Enfatiza que “hoy se están construyendo hospitales con esa mirada de sustentabilidad y nosotros los gremios, exigimos esa perspectiva. Es un cambio cultural, sin duda, de conducta, en algunos recintos están más avanzados, pero es algo que se puede hacer y es el motivo por el que siempre está el llamado a los colegas a que generen comités temáticos en sus establecimientos para ir por ese camino”.
COLABORACIÓN https://climatetrackerlatam.org/