La derecha y el 18 de octubre de 2019
Los sectores conservadores siempre han tenido dificultades para percibir los trastornos sociales. La llamada “cuestión social” a principios del siglo XIX era vista como una creación artificial de anarquistas y socialistas de aquel tiempo. Los obreros 'vivían bien' en las salitreras, tenían trabajo, un lugar donde dormir y alimentación suficiente en las pulperías.
Más tarde, cuando el parlamento aprueba la Ley de Enseñanza Primaria Obligatoria, los diputados conservadores, todos aristócratas, consideraban que la ley era innecesaria porque las personas que trabajan la tierra no necesitan saber leer y escribir. Así consta en las actas de las sesiones.
Antes del 18 de octubre: El Oasis
Entre los años 1990 y 2018 la derecha actúa como guardia del modelo social, económico y cultural heredado de la dictadura. Su misión histórica es mantenerlo y lo cumple, oponiéndose a todo cambio en las más diversas áreas, parapetada en la Constitución de 1980 y las decenas de leyes de amarre. Logra ganar elecciones con poco esfuerzo, sin arriesgar nada del modelo social y económico vigente. Son tiempos felices.
Para el 2010 triunfa en las elecciones ofreciendo mano dura contra la delincuencia y el fin de la “puerta giratoria”. Nada de agenda social, aun cuando los pingüinos (estudiantes secundarios), salen a la calle el 2006 en masivas manifestaciones exigiendo una educación pública de calidad y colegios decentes. Para el 2018 triunfa fácilmente en las elecciones con la consigna sobre “Chilezuela”, aludiendo a Venezuela. De agenda social, ni hablar.
Sin embargo, hay un cúmulo de hechos de corrupción que golpean a la ciudadanía, desde la política, el empresariado, Carabineros, Fuerzas Armadas y la iglesia, dañando las instituciones y la democracia, separando la sociedad entre una elite abusadora y corrupta y el resto de los ciudadanos.
La lista es larga: 2008 Colusión de las farmacias, 2010 Caso Karadima, 2011 Caso La Polar, 2011 Colusión de los pollos, 2014 Caso Penta (financiamiento ilegal de la política. 2015 Caso Soquimich (también financiamiento ilegal de campañas y partidos políticos), 2015 Milicogate (desfalco sobre fondos reservados del cobre por altos oficiales del Ejército), 2015 Colusión del papel confort, 2016 Pacogate (desfalco millonario en Carabineros durante años, por oficiales de alto rango).
Como consecuencia los ciudadanos decepcionados, se alejan de los ritos de la democracia. El 2016 en elecciones municipales acude a votar apenas el 35% de los inscritos. Encuesta CEP 2017 señala que el Congreso y los partidos políticos son las instituciones peor evaluadas, con un 6% de confianza.
Ambos elementos -participación electoral y confianza en las instituciones y en los liderazgos democráticos- forman parte de la cohesión social, la que se encuentra entonces en un delicado proceso de deterioro. La pensión básica es entonces de $110.000 y el salario mínimo de $301.000. Un fenómeno gris se cierne sobre la sociedad, pero no es percibido.
El gobierno de Piñera no contempla reforma importante alguna en su periodo. El miércoles 16 de octubre el presidente sostiene ante periodistas del Financial Time que comparado con América Latina, 'Chile es un verdadero oasis', cuando a la misma hora los estudiantes ya estaban saltando los torniquetes del Metro por el alza de tarifas.
Sus ministros lo acompañan en este extravío, uno llama a comprar flores, más baratas, frente a la inflación. Otro ministro, llama a levantarse más temprano para evitar el alza de tarifas del Metro.
Durante la revuelta, desde el viernes 18 de octubre: Asombro y terror
Desde temprano en la mañana comienza la evasión masiva del pasaje de Metro por los estudiantes y ya en la tarde la situación es caótica. El gobierno cierra las estaciones, las personas se quedan sin transporte, y sin embargo, solidarizan con los estudiantes. Ese es el estado de ánimo de la población.
A las 19.00 horas ya hay decenas de estaciones incendiadas. En los días siguientes recrudecen las manifestaciones y se pliegan más personas cada día, en las plazas, avenidas, y en todas las grandes ciudades. En paralelo hay violencia y saqueos. Para el gobierno es inexplicable lo que está ocurriendo, solo hay asombro y terror en el mundo conservador.
La respuesta del gobierno es esencialmente represiva a través de Carabineros, quienes no distinguen entre manifestante pacífico y acciones delictuales, como en la dictadura. El Gobierno no dirige a la policía y los deja hacer. La derecha no percibe la rabia acumulada y solo observa que la delincuencia se ha tomado las calles.
El presidente en su afán por terminar con las manifestaciones, lanza una Agenda Social en la noche del 22 de octubre, en donde propone medidas para “enfrentar las demandas legítimas de nuestros compatriotas (…) Es verdad que los problemas se acumulaban desde hace muchas décadas (…) Reconozco y pido perdón por esta falta de visión”.
Enseguida enumeró algunas mejoras en pensiones, salud, tarifas eléctricas, incluso un aumento de impuestos a los ingresos sobre $5.9 millones. No fue suficiente para detener las manifestaciones.
El movimiento es espontáneo, sin organización, sin líderes, sin objetivos precisos. En las marchas no se ven dirigentes, las personas simplemente se pliegan, no hay un proyecto político. Pero sí hay gritos diversos, por la educación, la salud, las pensiones, el alza de los precios y otras innumerables demandas de cualquier tema. Es rabia acumulada.
Las manifestaciones son abrumadoramente pacíficas, son otros los momentos de caos, saqueos y violencia, de sectores dispuestos a destruirlo todo. La marcha del 25 de noviembre es gigantesca, la mayor de la historia, con 1.200.000 personas en la calle. La semana siguiente en Viña y Valparaíso marchan 200.000 personas, y así en todas las grandes ciudades.
Diversos dirigentes de derecha impresionados por la magnitud de la manifestación, declaran su empatía y entusiasmo:
La intendenta Karla Rubilar: “una pacífica marcha de cerca de un millón de personas que representan el sueño de un Chile nuevo”.
Senador Allamand: “hoy vivimos uno de los momentos más importantes de nuestra historia, un Chile unido por demandas legítimas y urgentes”.
El presidente Piñera: “La multitudinaria, alegre y pacífica marcha de hoy, donde los chilenos piden un Chile más justo y solidario, abre grandes caminos de futuro y esperanza”.
El empresario Luksic: “Leo en sus miles de mensajes el cansancio por no ser escuchados, la indignación por los abusos, la desconexión de la clase empresarial, la ineficiencia e la clase política. Todos debemos reaccionar”. Y, en otro texto, “A partir del 1° de enero de 2020 ningún trabajador directo de Quiñenco y sus empresas ganará menos de $500.000”.
Alfonso Swett, presidente de la CPC, la mayor entidad empresarial, llama a construir un nuevo pacto social, y a escuchar y dialogar, pidiendo perdón por las orejas chicas que han tenido. Hay un espíritu nuevo, de apertura.
La derecha después de la revuelta: Si te he visto no me acuerdo
Después de la revuelta de Octubre se vive en el país un ambiente de cambio social que permite a los sectores progresistas lograr la mayoría de la Convención Constitucional y luego elegir a Gabriel Boric como presidente de Chile.
Pero esta mayoría aparente. y muy desunida, no logra encauzar el proceso constituyente, tiene graves deficiencias en la conducción política, y su proyecto es abrumadoramente rechazado por la ciudadanía en el plebiscito de salida. Así se inicia la recuperación de los conservadores, en septiembre de 2022.
Luego, en la elección de consejeros constitucionales para el segundo plebiscito, la derecha logra una aplastante mayoría en el Consejo. La correlación de fuerzas ha cambiado significativamente, incluyendo el parlamento. La derecha se ha robustecido, y así termina todo asomo de reformas sociales.
La revuelta de octubre es vista ahora como un proceso violento y delincuencial, negando todo atisbo de su inmenso contenido social. La derecha y el empresariado hoy ya no están dispuestos a ceder. El objetivo conservador es ahora que el nuevo gobierno fracase en todas su líneas y así han operado, dando un portazo a las reformas.
La derecha ha vuelto a su estrategia de guardián del modelo neoliberal y no permitirá modificaciones. Si llegara a gobernar nuevamente, por tercera vez no tendrá soluciones para los problemas sociales, pero la caldera encendida estará allí. ¿Se repetirá la historia en Chile? Solo sabemos que del Chile más justo aceptado por los conservadores durante la revuelta, si te he visto no me acuerdo.