Con financiamiento permanente: Valdivia consolidado como el festival de cine más trascendente de Chile
DESDE VALDIVIA.- Durante la semana del festival de cine, Valdivia vive una fiesta. Ciudad eminentemente universitaria, su población flotante de juventud aumenta considerablemente porque, para los estudiantes de cine de cualquier universidad del país, este es el encuentro local imperdible del celuloide.
Sobre todo en los últimos años donde el nivel organizativo y la curatoría fílmica están a la par de los grandes festivales de cine del mundo como Berlín y Cannes. Es un lujo, hasta hace pocos años inimaginable, que en Valdivia coincidan filmes estrenados meses antes en dos de las principales muestras europeas -la otra es Venecia-.
Orgullo de la ciudad, el festival genera comunidad y sentido de pertenencia en los valdivianos. Se ve en las calles, con pegatinas y lienzos distribuidos por lugares estratégicos que alertan sobre las películas en exhibición y se percibe también en centros gastronómicos y nocturnos, que hacen descuentos a los que hayan asistido a alguna función.
Es un incentivo positivo por vivir este festival. El valdiviano, además, se esmera en colaborar con los eventuales visitantes. Siempre con buena disposición, una sonrisa y ganas de resolver problemas -especialmente, de orientación de la ciudad-.
Anuncio de financiamiento permanente
Al importante anuncio de Carolina Arredondo, la ministra de Cultura -presente en la inauguración-, quien afirmó que el Gobierno otorgara un financiamiento permanente para su realización anual sin necesidad de postular a fondos concursables, Valdivia es un certamen que estimula la creación de los próximos cineastas chilenos.
Hay competencias de cortometrajes -casi siempre con público que queda afuera- y el estreno de largometrajes locales que pocas veces alcanzan la difusión y la periodicidad -debido a la falta de salas que exhiban filmografía local- que merecen para desarrollar una industria que funciona más por espontaneidad que por un trabajo sostenido.
Hasta ahora, el único problema -extendido a todo Chile- es la falta de transporte público poco después de las 21.00 horas. Los microbuses que recorren esta ciudad de 180.000 personas prácticamente desaparecen. Lo mismo que los colectivos que, pasada la medianoche, están fuera de circulación.
El miedo que transmiten a diario los principales conglomerados de comunicación -incluso en ciudades como Valdivia donde campea la tranquilidad- ha cercenado una vida nocturna que necesita revitalizarse para, como en estos lugares de paisajes bellísimos, atraer más turistas y generar más puestos de trabajo.
Las películas
Entre las películas sobresalientes están “Dahomey” -que se estrenará en unas semanas más por la plataforma Mubi-, ganadora del Oso de Oro de Berlín 2024-. Dirigida por la franco-senegalesa, Mati Diop, trata sobre la devolución de 26 obras que fueron robadas por Francia en el siglo XIX a Dahomey, el actual Benín.
La película está narrada por una de las propias obras y cuenta con reflexiones brillantes y lúdicas sobre una práctica común entre los países europeos en su colonización africana: el saqueo.
Hong Sangsoo, el maestro coreano y uno de los nombres que casi siempre aparece en el certamen valdiviano, sorprende con “Necesidades de una Viajera”, una comedia de bajo presupuesto, pero de un absurdo creativo que alcanza momentos hilarantes.
Protagonizada por Isabelle Huppert -en una soberbia interpretación-, la película gira en torno a una francesa que llega a Seúl y vive bajo sus propias leyes. Como si fuera una hippie del siglo XXI, enseña francés a coreanos a través de las frases más personales de sus eventuales alumnos. Hay calidez, locura y humanismo en un guión magnífico.
Uno de los rasgos del festival de Valdivia es la muestra de películas excéntricas o experimentales.
Algo de aquello hay en “Pepe”, filme del dominicano Nelson de los Santos, que sigue la existencia de uno de los hipopótamos que tenía el narcotraficante Pablo Escobar en su zoológico personal, a unos 200 kilómetros de su natal Medellín.
Es una película insólita que, por momentos, se desbarranca. Aunque su libertad formal en los deseos de Pepe de escapar de su cautiverio también provoca risas.
Uno de los estrenos esperados de cine chileno era “Animalia Paradoxa” de Niles Atallah. El estadounidense afincado en Chile -en una sala repleta- dividió a la audiencia con una película sobre la fantasía apocalíptica de un personaje que sueña un futuro a través del presente. “Lo hice como si todo estuviera fuera del tiempo”, dijo el cineasta en la presentación. Es cine de nicho. Especial para festivales, pero de mínimo impacto masivo.