Presupuesto 2025: Con bombos y platillos aparece Cultura como “gran avance”, ¿es suficiente?
Durante el anuncio del la Ley de Presupuesto para 2025 por parte del presidente Gabriel Boric, mediante cadena nacional, confirmó distintos focos que ya se habían vislumbrado hace pocos días, como un incremento monetario nacional para acelerar la disminución de las listas de espera o en el área educativa con, entre otras cosas, la implementación de la primera etapa del programa de Bienestar Socioemocional y de Educación Integral.
En ese contexto, en materia de cultura y artes los avances no fueron obviados una vez más, lo cual sigue siendo positivo y coherente para el actual gobierno y para el mandatario que, en su campaña para sentarse en el sillón presidencial, siempre abogó por un mayor apoyo y sustento a esta área.
En la recta final de la cadena, fue reafirmado lo dicho por el jefe de Estado en la última cuenta pública: la creación de un pase de acceso cultural para ciertas edades (como las personas mayores) y un alza significativo a las arcas culturales, con el propósito de alcanzar el tan anhelado 1% en el erario fiscal, lo cual se reflejó con una expansión interanual de 45,8%, totalizando un aumento de $151.091 millones. En total, el presupuesto de la cartera llega a $481.288 millones.
Unas propuestas sumamente importantes e innovadoras, por lo demás. Sin embargo, aún se perciben como soluciones sucedáneas (en buen chileno, parches), sin romper con el constante abismo de adversidades debido al escaso respaldo estatal a las artes históricamente.
Hagamos algunos cuestionamientos: ¿Qué ocurre con los artistas que, se supone, deberían estar “jubilados”, pero que no reciben ninguna espalda financiera por el constante trabajo remunerado a modo de honorarios, quienes, además, representaron a Chile dentro como fuera de la nación?
¿Qué pasa con los innumerables artistas escénicos que deben raspar las capas de los teatros y abusar de las cortesías para subsistir en un sistema que aún tiene la mentalidad corrosiva del “amor al arte”?
¿Pensamos realmente en aquellos artistas, sea cuál sea la disciplina, que no poseen un colchón de conocimiento general ni unas redes sociales suculentas para las marcas, y no pueden prácticamente nunca conseguir presupuesto desde el Estado tanto por desconocimiento como por las desiguales competencias que se esgrimen en el Ministerio de las Culturas y las Artes?
Estas preguntas suman y siguen.
Pareciera ser que el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio (que algunos gritaban a los siete vientos que iban a eliminarlo por ser “innecesario” para el país), nunca vivirá un proceso presidencial en tranquilidad, máxime si nos mentalizamos que las demás carteras institucionales dependientes del Poder Ejecutivo siempre tendrán prioridad, por obvias razones, y que ínfimas veces en la historia del país hemos conocido presidentes preocupados realmente por estas áreas.
El ejemplo más claro es que, al igual que con la deuda histórica de los profesores, las deudas culturales se remontan al comienzo de la dictadura, 17 años en que las artes vivieron una suerte de “apagón” que cerró toda intención de promover las manifestaciones artísticas que enfrentan los cánones sociales o mínimamente expandan los límites de la realidad presente en ese instante. Prácticamente, Chile no vivió avances socioculturales en ese lapso, lo que derivó en consecuencias catastróficas para la industria… si es que podemos llamarla así.
Si bien hemos sido testigos, en los últimos 10 años, de una ola inusitada de premiaciones internacionales, homenajes de todo estilo, explosiones de producciones audiovisuales, musicales, etc., la brecha entre los consolidados y los que buscan oportunidades es extremadamente larga. La base para hablar de mejoramientos en la cultura y las artes desde el Estado debe considerar esta diferencia, no sólo implementar medidas las cuales pueden ser, recién en un largo plazo, un placebo para amenizar las aguas.
Más allá de lo que resta del gobierno del presidente Boric, los próximos ciclos gubernamentales deben seguir ampliando estos avances presupuestarios y estatales independiente del foco político, ya que, tal como sucede en países desarrollados como Corea del Sur o España, las artes y la cultura son un porcentaje importante del PIB. ¿Es posible en Chile? Enfocando bien los recursos, absolutamente.