Crisis de seguridad en los colegios: El sostenido aumento de episodios de violencia con armas durante la última década
El pasado 1 de agosto, en el Liceo Bicentenario Politécnico de Curicó, se vivió una situación que se ha hecho cada vez más recurrente durante los últimos años: un estudiante agredió con un arma blanca a su compañero en medio de clases.
La situación, según testimonios recogidos por VLN Radio, se habría dado en el contexto de que el agresor habría estado bajo los efectos de drogas sintéticas. “Estaba empastillado”, declararon al medio citado testigos de la agresión.
Pero las agresiones entre estudiantes, no son las únicas situaciones de violencia relacionadas con armas que afectan a la comunidad escolar. Balaceras, amenazas y disputas a las afueras de establecimientos educaciones aumentan año a año, todo en el contexto de la severa crisis de seguridad que afecta al país y repercute en el el sistema educacional.
De acuerdo a datos de la Superintendencia de Educación, durante la última década los “incidentes” que involucran armas han sufrido un drástico aumento; si en 2014 el número de denuncias ingresadas relacionadas con arma blanca por año año alcanzaba apenas 54 casos, en 2023, sólo en el primer semestre —hasta donde está actualizadas las cifras— se registraron 105 casos.
Radiografía a una preocupante realidad
Año a año la Superintendencia de Educación va registrando las denuncias que se interponen y que tienen los conceptos claves “balaceras”, “agresión con arma blanca” o “arma de fuego”.
Según los datos solicitados por transparencia en enero de este año, durante el ciclo escolar de 2022 se evidenció el mayor aumento histórico de este tipo de denuncias que engloban la violencia con armas en el contexto educativo.
Solo en ese periodo, se registraron 345 casos de violencia escolar con armas, 228 casos más que en 2019, último año comparable considerando el parón de clases de 2020 y 2021 a propósito de la pandemia.
Si se analizan los datos de la última década, se exhibe en la tabla un sostenido y vertiginoso aumento de casos de violencia escolar de 2014 a la fecha. Especialmente, desde 2016 y 2017 cuando la cifra por primera vez se aproxima a los 100 casos por año, barrera que finalmente fue superada en 2018 con 153 casos.
Si bien en 2019 se registró un descenso en comparación al año anterior registrándose 117 episodios de violencia escolar con armas, tras la pandemia el indicador se disparó llegando a los 345 casos.
En cuanto a los últimos años, de acuerdo a la información aportada por la institución, solo se pueden apreciar las denuncias con armas blancas (las cuáles son las que impulsan las cifras). En 2023, solo por este concepto y en el primer semestre, se registraron 105 casos.
En cuanto a denuncias ingresadas relacionadas con balaceras, en 2022 la cifra llegó a los 25 casos anuales.
A nivel regional, la Metropolitana es la que empuja los niveles de violencia educacional a nivel país. En el último año con cifras actualizadas, la capital del país registró 300 denuncias por incidentes con armas y balaceras. En ese sentido, las comunas que más registran denuncias son Maipú, con 45, Ñuñoa, con 24 y La Florida, con 19.
Desde la Superintendencia, en todo caso, aclaran que los datos de denuncias específicamente relacionadas con armas no es una estadística oficial de la Superintendencia, ya que no constituye una categoría específica de denuncia” y que “los datos aportados corresponden a una búsqueda por palabras clave, lo que implica que puede haber margen de error, ya que depende de los conceptos que se hayan usado en el relato de las denuncias”.
Razones de una situación crítica
Ante el alza de casos de violencia en entornos educativos —no sólo de índole con armas— la subsecretaria de Educación, Alejandra Arratia, presentó este jueves el Programa “Comunidades Educativas Protegidas” en mayo de este año. La iniciativa contempló 50 comunas priorizadas de todo el país, con el fin de levantar una iniciativa para “la prevención y abordaje oportuno de situaciones o hechos de violencia al interior o en el entorno inmediato de las comunidades educativas, y que afectan el ambiente para el aprendizaje”.
“Las comunidades educativas no son ajenas al fenómeno de la violencia y lo que pasa en la sociedad, naturalmente permea a la escuela, lo que es una parte muy importante del quehacer educativo. Es por esto que, en un esfuerzo intersectorial, hemos asumido el desafío de prevenir y abordar la violencia en contextos educativos, para resguardar que las comunidades educativas sean espacios protegidos, que resguarden el aprendizaje y el desarrollo integral de todos y todas”, declaró Arratia en la oportunidad.
Para Carmen Gloria Zúñiga, jefa del programa doctorado de la Facultad de Educación de la Universidad Católica, “este es un fenómeno complejo que requiere “un análisis profundo de múltiples factores para ser comprendido”.
“Hay factores socioculturales, como la fragmentación social y la desigual distribución de la riqueza, el aumento de la sensación de inseguridad, la influencia de los medios de comunicación que contribuya a la normalización de la violencia, entre otros”, sostiene la académica quien también menciona “la presencia de climas escolares negativos” como motivo del alza de casos de violencia con armas en entornos educativos.
“También podemos identificar la falta de preparación de docentes y directivos en temas relacionados a resolución de conflictos y salud mental, lo limitado de los recursos públicos y su deficiente administración, que se traduce en sobrecarga laboral docente e infraestructuras deficientes. Entonces, estos factores actúan de manera conjunta, haciendo esto tarea ardua de enfrentar”, acota Zúñiga.
Marcelo Sánchez, gerente general de la Fundación San Carlos de Maipo, agrega que este fenómenos es un “vaso comunicante” de la crisis en general que afecta a la niñez. “Si tú miras, por ejemplo, la realidad de las familias, seis de cada diez padres han sido violentos con sus hijos, ya sea violencia psicológica o física. 47% de los padres consideran que el castigo físico era adecuado. El 33% de los padres creen que no existe el daño psicológico. Entonces con esas cifras, tú comprenderás que tenemos familias cada vez más violentas. Y por ende, comunidades más violenta”.
En esa línea, Sánchez explica que “el efecto del crimen organizado se ve, se instala una cultura de la violencia, la narcocultura, todos los elementos simbólicos van contribuyendo a exacerbar la violencia”.