Los 127 años del Bar Liberty y la recuperación de Valparaíso
Fernando Rivas Inostroza

Los 127 años del Bar Liberty y la recuperación de Valparaíso

Por: Fernando Rivas Inostroza | 28.09.2024
El Liberty es otro recinto emblemático de Valparaíso: si él mejora, mejora la ciudad, pues se está apoyando a un hito urbano sinérgico, que opera como un faro ciudadano, que impactará como ejemplo para el conjunto de Valparaíso y mucho más allá de la Plaza Echaurren.

Carlos Fierro Marambio, el dueño del Bar Liberty (1897), en Valparaíso, ha muerto y sus restos han sido velados en dependencias del Club San Bernardo, Ramaditas, en el barrio O'Higgins, del Puerto.

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Su deceso, a los 72 años, se ha producido justo en Fiestas Patrias, en una providencial coincidencia con su carácter de chileno y específicamente de porteño típico, que animó a la ciudad con su espacio para las cuecas choras, los caldos criatureros, las cazuelas reponedoras, los vinos buenos y malos, el “chichón” y las fotos imperecederas de un antiguo Santiago Wanderers, en un rincón que lleva sus colores.

Y, sobre todo, por esa gigantesca colección de gorros y sombreros -más de mil 200, según algunos- que fueron dejando en el tiempo muchos marineros que emigraban a los cuatro vientos y que los dejaban como testimonio de su paso por la ciudad y por el ya más que centenario bar.

Ciertamente se va con Fierro una época, y la conducción de su hija Yasmín, que ya la ha asumido después de la pandemia, ha venido, paso a paso, inaugurando otra.

Lo cierto es que el Liberty, con sus 127 años, permanece incólume en la esquina de Riveros con San Martín, frente a la plaza Echaurren, milagrosamente, a pesar del tiempo y de los avatares.

Ha sobrevivido a una serie de negocios del sector como el emporio Echaurren y de otros connotados de la bohemia porteña como el Bar Inglés, la sala de bailes La Piedra Feliz y el restaurant Hamburgo, por mencionar solo algunos, que sucumbieron ante el coronavirus.

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Y eso ha sido posible porque una familia porteña ha sabido administrar con vocación un negocio que no es simplemente eso, sino que mucho más, pues el Liberty forma parte de la cultura local y de la identidad ciudadana, al punto que subsiste con lo mínimo, tras pagar el arriendo municipal.

¿Qué más no sería si recibiera un apoyo estatal? y no sólo estamos sugiriendo recursos económicos, sino que también apoyo para la gestión, para el remozamiento del local o la ampliación de su carta culinaria.

El Liberty es otro recinto emblemático de Valparaíso: si él mejora, mejora la ciudad, pues se está apoyando a un hito urbano sinérgico, que opera como un faro ciudadano, que impactará como ejemplo para el conjunto de Valparaíso y mucho más allá de la Plaza Echaurren.

Si el Estado, como sugiere la destacada economista, Mariana Mazzucato, debe jugar un rol mayor e intervenir en la sociedad, aquí hay un punto. La demanda está lejos de ser cuantiosa y los réditos pueden ser abundantes.

Si bien el alcalde Sharp ha tenido la deferencia de enviar su pésame a la familia, él y la gobernación, o los Cores, podrían tomar el toro por las astas y asumir un compromiso con la historia y con el Puerto, apoyando ahora a la esforzada Yasmín Fierro, haciendo realidad otro foco de luz en la ciudad, capaz de iluminar al resto de un modo tremendamente vital y potenciador.

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Que la muerte de Carlos Fierro, otro acontecimiento porteño, sin duda, no pase en vano y sea un signo de encuentro y acogida, como lo fue su bar en vida, una verdadera tradición patrimonial, siempre palpitante y resiliente.