Las trampas del negacionismo
Agencia Uno

Las trampas del negacionismo

Por: Nicolás Ortiz | 23.09.2024
En Chile, la memoria del golpe militar sigue siendo una narrativa en disputa. En este sentido, es necesario emprender nuevas estrategias que enfrenten a la extrema derecha sin caer en las acusaciones de negacionismo o su judialización.

Para una nueva conmemoración del golpe cívico-militar, jóvenes del partido Republicano subieron un video para celebrar la acción de los militares en el 11 de septiembre de 1973. En el vídeo presentan algunos argumentos conocidos: el supuesto “clamor popular por el golpe”, “la inconstitucionalidad del gobierno de Allende” y la necesidad de “derrocar al gobierno ilegítimo”.

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Sin embargo, también plantea un giro inesperado, donde conecta presente, pasado y futuro: “debemos estar preparados” afirman “si bien el 4 de septiembre fue un triunfo, el octubrismo inspirado en la Unidad Popular no ha cambiado”.

La memoria es un elemento central en la disputa política. A través de ella los movimientos y partidos políticos construyen un sentido de pertenencia e identidad que es crucial para mantener y extender su base de apoyo. Para esto, construyen narrativas que buscan entrar en disputa por la interpretación del pasado. Como señala Orwell quien controla el pasado, controla el futuro. Quien controla el presente, controla el pasado”.

Hasta hace poco, interpretaciones como estas habían sido abandonadas o formaban parte de una minoría atomizada y en decadencia. La derecha tradicional (UDI y RN) -herederos y cómplices de la dictadura- pasaron los últimos 25 años tratando de distanciarse de Pinochet y su régimen. Sin embargo, a partir de la revuelta de 2019 y los posteriores procesos constituyentes estas interpretaciones han vuelto a la esfera pública.

Desde el Frente Amplio y el Partido Comunista la respuesta ha sido la condenar estos dichos como negacionismo y denunciarlos ante el Servel por violar la Ley Orgánica Constitucional de Partidos Políticos. Esto es un error por distintos motivos. En primer lugar, el contenido de sus declaraciones en ningún momento niega la violencia de la dictadura, sino que la pasa por alto, la encubre bajo un manto de racionalidad jurídica. Una estrategia sin lugar a dudas perversa, pero no injuriosa.

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En segundo lugar, judicializar estas declaraciones no hace más que cumplir con su objetivo encubierto. En un contexto marcado por el cuestionamiento hacía las instituciones, sentar al Partido Republicano en el banquillo de los acusados lo único que logra es garantizar atención mediática y posicionarlos como víctimas de persecución.

Esta ha sido una estrategia que ha usado la extrema derecha a lo largo del mundo. A partir del uso extensivo de las redes sociales, estos movimientos se han especializado en la producción de contenido pensado para traspasar los márgenes establecidos de la discusión política.

Esto cumple la función de tanto movilizar a su base electoral, como también posicionarse en el debate público como las víctimas de la opresión de una supuesta “dictadura de izquierda” o el “wokeism” como se denomina en EE.UU.

En Chile, la memoria del golpe militar sigue siendo una narrativa en disputa. En este sentido, es necesario emprender nuevas estrategias que enfrenten a la extrema derecha sin caer en las acusaciones de negacionismo o su judialización.

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Es necesario redoblar los esfuerzos tanto en redes sociales como en otros espacios, para dar cuenta no sólo del profundo quiebre que significó el golpe de Estado de 1973 y sus consecuencias para miles de chilenos, sino que también la vigencia histórica y política del proyecto político de la Unidad Popular.