Ernesto Orellana a 40 años del sida en Chile: “El VIH es un virus colonial”
Ernesto Orellana, director teatral - Fotografía: cedida

Ernesto Orellana a 40 años del sida en Chile: “El VIH es un virus colonial”

Por: Francisca Palma | 31.08.2024
“EDMUNDO” es la nueva obra de teatro del director y artista escénico Ernesto Orellana (Teatro SUR), quien en esta oportunidad propone una acción poética y reflexiva sobre la experiencia vital de personas viviendo con VIH. Se inspira en el caso de Edmundo Rodríguez, la primera persona fallecida víctima del SIDA el 22 de agosto de 1984, hace cuatro décadas; y se pregunta por las memorias y huellas desde su aparición en Chile hace cuarenta años. La obra se estrena en GAM este 06 de septiembre.

Un cruce artístico-biográfico entre la vida del director, dramaturgo y performer Ernesto Orellana y el primer paciente diagnosticado con VIH/Sida en Chile, el profesor Edmundo Rodriguez, es lo que propone el monólogo “Edmundo”, que se estrena este 6 de septiembre en GAM.

La obra se presenta como parte de la conmemoración de los 40 años de la muerte del profesor Edmundo Rodríguez, primera víctima fatal en el país del Síndrome de la Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), acontecida el 22 de agosto del año 1984. Así mismo, se plantea como un abordaje de la subjetividad de las personas que viven con el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), y revisa las memorias y huellas de una pandemia que ha matado a 40 millones de personas en el mundo desde su aparición en 1981.

Mediante una puesta en escena performativa, la utilización de nuevos medios y con el propio cuerpo de su director, quien también es el dramaturgo y performer en escena, la obra de carácter posdramática se plantea como “una invitación a rememorar, imaginar, reconocer y visibilizar qué significó vivir con VIH durante las décadas pasadas y qué podría significar hoy”.

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-¿Cuál es el posicionamiento de la obra en torno al VIH Sida?

Visibilizar el tema, pero desde una perspectiva artística, sensible, crítica y política, que se distancia de las narrativas re-victimizantes y patologizantes en torno al VIH. Es decir, asumir que el VIH/Sida existe desde hace más de cuarenta años, que es una condición de salud que muchas personas vivimos en todo el mundo, que afecta a los países con diferencias sociales catastróficas según los privilegios que las naciones tengan, que está cruzado por las dimensiones de clases y sobre todo por la geopolítica colonial.

-¿Cuál es la mirada en torno a quienes les antecedieron en esta lucha?

Es fundamental reconocer que si estamos vivxs es porque hubieron otras personas que lucharon para que aquello ocurriera. Fueron las y los activistas queer (mujeres y hombres) quienes pusieron el grito en la política para que este virus dejara de mantenerse en el silencio, dejara de llevarse vidas, y existieran tratamientos para controlar la pandemia. Aproximadamente han muerto cuarenta millones de personas en el mundo por consecuencias derivadas del SIDA desde 1981. Durante la década de los ochenta cuando apareció por primera vez el virus en el mundo, las estigmatizaciones sociales contra disidencias sexuales y personas racializadas, así como las discriminaciones y los prejuicios en torno al sexo libre aumentaron de la mano de sectores conservadores y progresistas que permitieron que la pandemia continuara hasta el día de hoy.

-¿Cuál es tu posición en torno a la prevención del virus?

Visibilizar el cuerpo y la subjetividad seropositiva a partir de la experiencia encarnada desde la disidencia sexual. Construir un acto cultural articulado entre artistas, instituciones culturales y de salud pública, que aporte a nuevas narrativas socioculturales en torno a las conversaciones e imaginarios sobre VIH/sida.

Soy un convencido que las artes escénicas contemporáneas pueden colaborar a re-construir los escenarios culturales posibles. Facilitan el afecto sensible en el acto del presente para la conmoción y el pensamiento crítico en comunidad; y desde estas perspectivas, poner en el escenario un trabajo encarnado que investiga en las huellas del virus en Chile e imagina en cómo hemos transitado estos cuarenta años con el VIH/sida, puede sensibilizar y activar una memoria sexopolítica inconclusa ante su sistemática invisibilidad en el debate político y cultural público, y por otro lado en ampliar ciertos diálogos y debates cuyos focos sean preventivos ante el preocupante aumento de transmisiones del VIH, principalmente en población muy joven y de clases sociales populares.

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-La obra conmemora 40 años de la muerte del pedagogo Edmundo Rodríguez. ¿Por qué conmemorar?

Conmemorar nos invita a rememorar aquello que no ha sido suficientemente recordado, porque ha sido arrebatado en la temporalidad lineal de la historia heteronormativa y colonial. Conmemorar nos invita a reflexionar sobre una temporalidad fragmentada y torcida desde nuestras genealogías disidentes sexuales; a pensarnos, reconocernos, sentirnos, reconocer huellas, contradicciones, fracasos y alternativas para construir otras memorias críticas e imaginarios culturales posibles.

Hay actualmente 40 millones de personas con diagnóstico seropositivo y a la fecha son más de 42 millones las víctimas que fallecieron por enfermedades relacionadas con el sida. Y esta pandemia ya cumplió más de cuatro décadas desde su aparición oficial en 1981. La pandemia del COVID-19 movilizó a toda la geopolítica mundial en un margen de dos años a descubrir vacunas. Me pregunto por qué no existe esa misma fuerza, voluntad política, organización internacional e inversión económica para detener definitivamente la pandemia del VIH. Las principales víctimas del sida se encuentran en los países del llamado “tercer mundo”, y un gran porcentaje en África subsahariana. El control económico de las patentes de los antirretrovirales por industrias científicas farmacéuticas del norte global del mundo genera desigualdades sociales brutales en los países según sus recursos económicos y especificidades territoriales. El VIH es un virus colonial. Y en Chile, no deja de ser invisible.

-¿Por qué atravesar el tema desde la dimensión biográfica?

Para acercarme a quien no conocí, y a quien me interesa por su sexualidad y muerte (Edmundo Rodríguez), fue inevitable preguntarme por mí propia condición seropositiva, e indagar en mi memoria marica disidente y de cómo reconozco la construcción de mi subjetividad y los devenires sexuales que la vida me ha puesto en las rutas de mis desvíos. Soy muy consciente que vivir con VIH+ hoy es muy distinto a cómo se vivió en la década de los ochenta y noventa, antes de la llegada de los tratamientos que permitieron salvar millones de vidas.

He investigado en los trayectos del VIH/sida principalmente en Chile, entrevistando a maricas que sobrevivieron a la pandemia del Sida en estos territorios, y me conmueven profundamente los relatos que he ido recogiendo, porque me han permitido aprender no tan sólo de cómo fue vivir este virus en aquellas épocas, cuerpos atravesados en medio de una dictadura cruel y con el terror militar y sexual dando vueltas, sino también de la fuerza de los activistas disidentes organizados para salvar vidas de amigos, amigas, comunidades y generaciones, enfrentando con sus cuerpos a las crueldades de la necropolítica. Desde todas estas reflexiones, y en consecuencia a mi propia exploración en lo que me gusta señalar como “teatro sexodisidente”, la pulsión para este proyecto es precisamente explorar escénicamente con mí propio cuerpo, mi biografía y los posibles cruces para imaginar, auto-ficcionar, rememorar y acontecer desde el acto performativo y encarnado.   

-¿Cuál es tu invitación a los públicos?

A que imaginen, se conmuevan, reflexionen, critiquen, y recuerden sobre una historia perdida que es muy importante traerla al presente, para sentir y conversar, y desestigmatizar un virus que tiene una historia de sentimientos y dolores muy profundos, pero que hoy debe aceptarse y reconocerse para que las morales sexuales punitivas y discriminatorias se acaben. Es una invitación a transformarnos en torno a cómo vivimos en una época amenazada por pandemias, y de cómo poder emancipar las perspectivas desde nuestras relaciones con el sexo y la sexualidad.  

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