La necesidad de relevar la humanidad en el currículum de historia
En la actualización de las bases curriculares del programa de “Historia, geografía y educación ciudadana” (Gobierno de Chile, 2024) observamos que la noción y la experiencia de la humanidad no está presente con la trascendencia, la relevancia, e incluso la belleza, que desearíamos. La expresión aparece sólo en cuatro ocasiones, con un carácter muy general: “los desafíos que enfrentamos como humanidad”, “el respeto por la diversidad de la humanidad”, y, otra vez, “los desafíos que enfrenta la humanidad” (pp. 73, 76).
En los contenidos de 1° medio se repite la afirmación a propósito de la crisis de la historia occidental. Se propone explicar “la crisis de las estructuras del siglo XIX como el Estado liberal, el imperialismo, el liberalismo económico, entre otras, considerando el alcance global y local de los conflictos políticos y del colapso económico y proponiendo soluciones alternativas ante desafíos que enfrentamos como humanidad.” (p. 88). El concepto está instalado, y bien instalado, pero de modo todavía impreciso. No alcanza a ser una perspectiva interpretativo-crítica, ni un eje formativo.
Los grandes conceptos históricos son aún los reconocidos por la historiografía europea clásica (Antigüedad, Edad Media, etc.). Estimamos que la humanidad, como pasado, presente y futuro de la condición humana, podría constituir un marco hermenéutico general para el estudio y el reconocimiento de la historia mundial. Debiera ser una perspectiva interpretativo-crítica.
Su abordaje reordenaría y limitaría la excesiva diversidad de contenidos, y, además, trascendería el occidentalismo y el enfoque cronológico lineal ya advertido por los/as colegas de las escuelas y los departamentos universitarios de Historia (“Notas sobre las propuestas de la actualización curricular”, julio 2024). El texto ministerial releva por cierto la “civilización cristiana-occidental”. La “historia de Chile y América dialogan con la historia de Europa y con otras (¡sic!) regiones del mundo” (p. 86).
El horizonte de la humanidad permite dar más presencia a los orígenes mismos de la condición humana, la denominada prehistoria, la cual casi no está mencionada en la propuesta ministerial. La humanidad se ha venido construyendo en la más larga duración con el concurso de todos los pueblos de la Tierra, y con sus propias y ricas expresiones socioculturales, artísticas y religiosas.
Su consideración ofrecería un tratamiento más histórico, concreto y palpable de los derechos humanos, como una tarea permanente e inexcusable de la condición humana, y no sólo como la declaración sancionada precisamente ante la inhumanidad o la deshumanización propias del siglo XX (J. Glover, Humanidad e inhumanidad: una historia moral del siglo XX, Cátedra, 2007).
La experiencia y la búsqueda de la humanidad ofrecería un marco para abordar y ampliar el conocimiento de los procesos de colonización y descolonización. La colonización constituyó un secuestro de la humanidad. Así lo sufrieron y denunciaron los pueblos esclavizados y sometidos a lo largo de la historia. El colonialismo no aparece de modo tan crítico en la propuesta del Ministerio.
Se refieren “las consecuencias de la expansión territorial europea a partir de su impacto en las poblaciones dominadas” (p. 87). Todavía se identifica el mundo indígena americano con Mesoamérica y los Andes centrales, como lugar de ‘altas civilizaciones’, sin apreciar el conjunto vital de los pueblos indígenas del continente (p. 86).
De manera decisiva, la experiencia de la humanidad ahondaría por último en los desafíos éticos del acontecer histórico. ¿Cómo relacionar mejor y más profundamente la vinculación entre los procesos políticos de democratización y de humanización más completa, que incluye expresiones materiales y espirituales?
Las/os colegas universitarios insisten acerca de la importancia de los “desafíos éticos y solidarios en el respeto de la dignidad humana y del ambiente” (“Notas sobre las propuestas”, p. 10). La propuesta ministerial ha explicitado los “desafíos que enfrentamos como humanidad, tales como la crisis ambiental y climática” (p. 73). En ese sentido, el sentido de la humanidad puede abordar las relaciones éticas entre la historia y el ambiente natural, o, como lo expresara mejor una perspectiva ecologista o atenta a la biósfera, los nexos con la Madre Tierra.
Crédito de la fotografía: Agencia Uno