18 de julio de 1936: La Guerra Civil Española y Chile

18 de julio de 1936: La Guerra Civil Española y Chile

Por: Cristián Pérez | 18.07.2024
En Chile los españoles del Winnipeg rearmaron sus vidas, y aportaron al desarrollo nacional en distintas áreas. Así, la Guerra Civil Española que comenzó el 18 de julio de 1936 causando desolación y muerte, para nuestro país significó un enorme aporte.

España, amanecer del sábado 18 de julio de 1936. “¡Gloria al heroico ejército de África! España por sobre todo!”, expresaba el mensaje que, desde la ciudad de Las Palmas, el general Francisco Franco Bahamonde envió al Ejército al enterarse que esa fuerza en el Protectorado de Marruecos se había sublevado. Además, decretó estado de guerra y les arrebató el mando a las autoridades legitimas.

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Luego abordó un avión Havilland Dragon Rapide con dirección a la capital española en África, Tetuán, y asume el mando del Ejército español en ese continente. Las radios informaban a la ciudadanía, que lentamente iba despertando del levantamiento militar contra la Segunda República. Así comienza la Guerra Civil Española.

La Unión General de Trabajadores (UGT) y la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) declaran la huelga general.

En Madrid los socialistas y comunistas exigen que el gobierno reparta armas al pueblo. Dos días más tarde, el lunes 20 de julio, en el patio de un convento de la calle De Francos Rodríguez, los partidos de izquierda forman el Quinto Regimiento de Milicias Populares, agrupación armada de voluntarios, cuyos jefes, Juan Guilloto (‘Modesto’); Enrique Líster, oficial comunista formado en la Unión Soviética, y Valentín González (‘El Campesino’) se convertirán en verdaderas leyendas de la guerra.

Los milicianos dirigen el tránsito y ejercen tareas de orden y seguridad en toda la ciudad. El Cuartel de la Montaña donde permanecen militares sublevados y milicianos falangistas (ultraderecha) al mando del general Joaquín Fanjul, y se guardan 60.000 cerrojos de fusiles, es conquistado por milicianos gobiernistas, guardias de asalto y guardias civiles.

En Chile la Guerra Civil Española causa gran impacto, especialmente en militantes de izquierda y en el universo cultural. Algunos jóvenes se enrolan en las brigadas internacionales que luchan en favor de la República. Las agrupaciones, hasta ese momento representativas de los ciudadanos españoles, se dividen entre quienes apoyan el gobierno legítimo y quienes están de acuerdo con los sublevados.

Pablo Neruda publica “España en el corazón. Himno a las glorias del pueblo en la guerra”, otros intelectuales también apoyan a los republicanos con declaraciones y escritos. Las juventudes políticas de izquierda hacen campañas de recolección de cigarrillos, alimentos enlatados y otros productos. El conflicto marca tanto a una generación izquierdista, que más de tres décadas después, sigue oyendo las canciones republicanas como “El Quinto Regimiento”, “El Ejercito del Ebro” y “Si me quieres escribir”.

Desde el 18 de julio de 1936 hasta el 1° de abril de 1939 los combates entre ambos bandos causaron más de 500.000 fallecidos, cientos de miles más debieron partir al exilio, se dividieron para siempre las familias, destruyeron la economía del país y la base material de desarrollo.

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En la primavera de 1939, los miembros del Ejército Republicano cruzan los montes Pirineos rumbo a Francia en una larga procesión. Junto a oficiales y soldados van mujeres, niños y animales de labranza. Es un verdadero éxodo bíblico. Al llegar son trasladados a los Campos de Internamiento (campos de concentración) como el Campo de Gurs, o el Argelès-sur-Mer, en la playa de ese nombre, en el que en pésimas condiciones deben vivir más de 100.000 refugiados. Allí los exiliados deben construir improvisados refugios para no morir de frío.

Pablo Neruda, comisionado por el presidente Pedro Aguirre Cerda, entrevista a los republicanos y les ofrece la posibilidad de viajar a Chile. Para promover el traslado entregó el siguiente mensaje a través de un panfleto: “Republicanos: Nuestro país os recibe con cordial acogida. Vuestro heroísmo y vuestra tragedia han conmovido a nuestro pueblo. Pero tenéis ante vosotros solo una perspectiva de labor, que puede ser fecunda, para bien de vuestra nueva patria, amparada por su gobierno de base popular”. El poeta eligió a más de dos mil personas dispuestos a partir a Chile para rearmar sus vidas y aportar al desarrollo de ese lejano país.

Después de superar múltiples dificultades, el 3 de agosto de 1939, un mes antes de comenzar la Segunda Guerra Mundial, el antiguo carguero francés Winnipeg transportando 2200 refugiados españoles, zarpó desde el puerto francés de Pauillac. Luego de un mes de travesía, el domingo 3 de septiembre echó anclas en Valparaíso.

Esa mañana el principal puerto de la patria estaba engalanado. El presidente Pedro Aguirre Cerda, su gabinete, senadores, diputados, jefes de partidos del Frente Popular y el pueblo de Valparaíso dan la bienvenida a los refugiados españoles. Atrás quedaban años de dolor y muerte.

Las militantes de la Federación Juv enil Socialista (FJS) portan ramos de flores para entregárselos a los compañeros que desembarcan. La joven Fidelia Herrera, que trabajó con Salvador Allende en un hospital porteño, y que cuatro décadas después integrará la dirección clandestina del Partido Socialista, recuerda que “recién ingresada a la Juventud Socialista estuve en Valparaíso cuando llego el Winnipeg. Yo estaba con el uniforme de la juventud al pie de una escalera esperando a los socialistas que venían de España”. Fue una verdadera fiesta popular.

Víctor Pey, un ingeniero, que se convertirá en un importante empresario y dueño del diario de izquierda “El Clarín”, recuerda que estando en Santiago, al día siguiente de su arribo, al subirse a un tranvía para ir a pedir trabajo, el cobrador le preguntó si era refugiado español, y al contestar que sí, no le cobró, lo que demuestra el calor con que el pueblo chileno recibió a los emigrados de la Guerra Civil Española.

En el Winnipeg llegaron personas que destacaron en distintas áreas del desarrollo económico y cultural, como el pintor José Balmes; el profesor y periodista deportivo Isidro Corbinos; el historiador, Leopoldo Castedo; el ingeniero Víctor Pey. Pero, la gran mayoría de los refugiados permanecieron anónimos, como José Gálvez, un radioperador del Ejército Republicano, que se instaló en la ciudad de Los Andes y se consagró al comercio. Sus descendientes se dedicaron a la radio llegando a ser importantes comunicadores nacionales.

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En Chile los españoles del Winnipeg rearmaron sus vidas, y aportaron al desarrollo nacional en distintas áreas. Así, la Guerra Civil Española que comenzó el 18 de julio de 1936 causando desolación y muerte, para nuestro país significó un enorme aporte.

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