La “naturaleza de la ciencia” y su rol en la educación, la sociedad y el medio ambiente
En el contexto de la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente, es crucial reflexionar sobre la importancia de una educación científica en Chile que no solo permita aprender ciencias, sino que también desarrolle en los estudiantes una comprensión profunda de cómo funciona la ciencia, como cambia en el tiempo y cómo se relaciona con la sociedad.
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Estos conocimientos se engloban bajo el rótulo de “Naturaleza de la Ciencia” (o NdC), y apuntan a reflexionar sobre cómo la ciencia y la tecnología impactan en la sociedad y el ambiente: como causa y como solución de varios problemas socioambientales.
La NdC intenta responder preguntas como ¿existe el método científico? ¿La ciencia ofrece verdades absolutas? ¿La ciencia incide en la política, cultura y medioambiente (o viceversa)? ¿Cómo son las personas que hacen ciencias?
En este sentido, la investigación en educación científica ha evidenciado que saber cómo es y funciona la ciencia tiene implicancias directas sobre cómo se desenvuelven los individuos en la sociedad y sobre las decisiones que toman en asuntos sociocientíficos.
Por ejemplo, elegir usar o no un tapabocas, o aplicarse o no una vacuna o arrojar desechos plásticos a un río, son decisiones sobre las que inciden la forma en la que entendemos cómo funciona el conocimiento científico o si es adecuado confiar en los desarrollos científicos tecnológicos, e incluso en la forma en la que filtramos “fake news” sobre algún asunto sociocientífico.
En este sentido, una educación que se centre únicamente en “memorizar una ley científica” resultaría incompleta a la hora de pretender que impactemos en la toma de decisiones de nuestros estudiantes en la sociedad, ya que se deja de lado la enseñanza acerca de cómo los científicos y científicas investigan el mundo natural, cómo se construye y se evalúa la ciencia, y cómo las ciencias se interrelacionan con la sociedad, la cultura y el ambiente.
Fomentar estos conocimientos en el estudiantado chileno es esencial por varias razones asociadas a problemáticas ambientales actuales en nuestro país. Según el Ministerio del Medio Ambiente, en los últimos 50 años el país ha experimentado un aumento promedio de 0.2°C por década, y se proyecta un incremento de entre 1.5°C y 3.5°C para finales del siglo XXI.
La “megasequía” desde 2010, con una reducción de precipitaciones de hasta un 30%, ejemplifica la urgencia de abordar el cambio climático desde una perspectiva científica en la que cada decisión individual esté informada a través de una educación científica de calidad.
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Además, la contaminación del aire es un problema grave en ciudades como Santiago, Temuco y Coyhaique, que superan constantemente los límites de contaminación atmosférica recomendados por la OMS . La quema de leña para calefacción, el tráfico vehicular e industrial son las principales fuentes de esta contaminación.
También, acorde a la la Lista Roja de Especies Amenazadas en Chile, del Ministerio del Medio Ambiente, el país alberga alrededor de 500 especies en peligro de extinción, incluyendo la ranita de Darwin y el huemul.
Todas estas cuestiones son complejas y multifacéticas, requiriendo una comprensión sólida de cómo funciona la ciencia para evaluar la validez de diversas reivindicaciones y tomar decisiones informadas. Por ello, un estudiante con una sólida comprensión de la NdC puede discernir entre estudios científicos de alta calidad y aquellos que no siguen metodologías rigurosas, así como entender las incertidumbres y los consensos en temas como el cambio climático.
Si bien la inclusión de la NdC en el currículum nacional y los estándares de formación docente de ciencias nos pone en línea con los principales desarrollos científicos a nivel educativo en Latinoamérica, su concreción en los diversos niveles educativos es limitada.
Principalmente, esto se debe a que no se ha avanzado lo suficiente en los planes y programas de formación docente, tanto inicial como continua. Los docentes necesitan una preparación adecuada para poder guiar a los estudiantes en la exploración de estos aspectos complejos de la ciencia.
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Aún tenemos varios desafíos para los cuales somos convocados no sólo profesores de ciencias, sino también investigadores, diseñadores de material educativo, diseñadores de planes y programas, divulgadores científicos e incluso a nivel de políticas públicas (entre otros); todos quienes debemos reconocer que este enfoque no solo prepara a los estudiantes para entender y enfrentar los desafíos ambientales actuales, sino que también los capacita para ser ciudadanos activos y responsables, capaces de contribuir a la construcción de un futuro más sostenible.
*Columna de Yefrin Ariza, Académico en la Facultad de Educación de la Universidad Católica de Chile (UC). Dr. en Epistemología e Historia de la Ciencia.