¿A mis hijos los educo yo?
En algún momento de mi experiencia de maternidad pensé en que mi hijo podría ser educado en casa si el colegio le resultaba demasiado exigente lo que, en vez de ser una actitud protectora, me hacía peligrar con ello en transformarme en una hippie neoliberal que desestimaba la importancia de la educación pública en el bienestar de las personas.
[Te puede interesar] La derecha y el Caso Hermosilla: Cuando llega la hora del comodín anticomunista
Por fortuna la incorporación necesaria al sistema público de educación parvularia me hizo comprender el lugar que ocupa el jardín público en el ejercicio de la crianza y la noble labor de las educadoras, mi hijo llegaba a diario con nuevos conocimientos que con franqueza yo no hubiera tenido la capacidad de enseñar.
Y si acaso yo, como tantas otras madres y padres, no pude haber completado la enseñanza de las matemáticas, las ciencias, leyes y experiencias de convivencia humana que la escuela entrega a mi hijo, cuánto más hace falta el Estado en su rol de fiscalización a favor de las y los niños, los más vulnerables y necesitados de cuidado, procurando pesquisar y prevenir abusos en todos los espacios de la vida social.
Un ejemplo de lo peligroso que es dejar la educación a la deriva, son las guarderías informales que han proliferado en los últimos años, lugares ajenos a la presencia del Estado, donde las infancias se encuentran vulnerables al abuso e irregularidades de todo tipo, incluyendo la falta de una correcta alimentación, la que tampoco es capaz -muchas veces- de dar un hogar por sí solo, con una vida que cada vez está más cara.
En este punto quisiera relevar un hito en la historia de la educación pública que es la alimentación entregada en los jardines y escuelas de financiamiento estatal, consolidada en el gobierno de Eduardo Frei Montalva con la creación de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas, JUNAEB (1964) alivianando las tareas de cuidado y la economía de los hogares de las clases populares, en especial de las mujeres jefas de hogar, y asegurando además un equilibrio nutricional para sus hijas e hijos. Mucho nos queda por hacer, pero hoy sabemos que el futuro es con una mejor y más presente JUNAEB.
El construir educación pública en democracia nos permite que todos y todas discutamos cuáles son los ejes prioritarios para que Chile progrese y le vaya bien, y ese ideario colectivo se hace carne en la administración del Estado, pudiendo cada uno de nosotros juzgar en su experiencia de vida el resultado de estas políticas públicas; los primeros jueces son las infancias.
[Te puede interesar] VIDEO| Tras dichos racistas contra comunidad haitiana, Pablo Herrera pidió entrar a reality
Contamos con un gobierno cercano a las niñeces y sus sensibilidades, es un gran momento para atender los nuevos desafíos de la sociedad actual y generar espacios de diálogo, autocrítica y sobre todo construcción, que atiendan las necesidades de los niños y niñas del pueblo de Chile; la transformación y mejoramiento de las escuelas públicas debe ser nuestro legado. Las demandas del movimiento estudiantil no son cosa del pasado, sino que son el presente de padres, madres y apoderados; es hora de hacerse cargo de los nuestros y de quienes vienen después.
Actualmente soy una orgullosa apoderada de una escuela pública, y creo más que nunca en la necesidad de desmunicipalizar las escuelas; la crisis de la educación escolar no puede nublar el objetivo que en su esencia busca fortalecer y mejorar la educación y descongestionar la administración de las municipalidades.
El que la educación pase a ser de administración ministerial permite que haya una planificación y financiamiento justo para todos los colegios de Chile, sin importar si están en el centro, sur o en el norte, o si están en La Pintana o en Las Condes.
Por supuesto, para esto se necesita elevar la infraestructura de los establecimientos y el estándar y calidad de la enseñanza, para lo cual se requiere de una comunidad educativa activa y crítica que se haga protagonista del mandato que tiene el Estado y el Gobierno para asegurar el derecho a la educación gratuita, pública y de calidad.
Como vecina de Santiago Centro quisiera agregar un desafío para la comuna, que consiste en la necesidad de reencantar a las y los apoderados con los liceos. En el transcurso de los últimos años han aparecido nuevas problemáticas dentro de las cuales es importante mencionar la disminución de los estudiantes matriculados en los llamados liceos emblemáticos, cuyas matrículas representan solo un 35,5% del total de escuelas de la comuna. La situación parece desalentadora si pensamos que a pesar de la fácil mención del centralismo, estos liceos han aportado a la movilidad social de las familias chilenas y al acceso de sus hijos e hijas a las universidades más prestigiosas de Chile.
Sin embargo en una entrevista dada por el Director de Educación de la Municipalidad de Santiago, Rodrigo Roco, señala que la excelencia en educación se ha extendido de 9 a 32 colegios, es decir aumentaron los establecimientos públicos de calidad, y ya no se concentran en unos pocos liceos; también afirma que la elección de los apoderados por escuelas particulares subvencionadas se explica en parte por una búsqueda de diversificación de conocimientos (arte, deporte por ejemplo) y flexibilidad ante las exigencias de la juventud actual en relación a la expresión de sus identidades, entre otras cosas. No podemos estar en paz hasta que todos los colegios y liceos públicos de la comuna sean de excelencia, e incluso así, es un bien común que hay que proteger.
Estamos educando a nuestros hijos e hijas para una vida plena, donde puedan soñar y concretar esos sueños; les damos amor, valores y nuestro trabajo.
[Te puede interesar] Otro potencial de salares: Albergan organismos con propiedades antibióticas y anticancerígenas
¿A mis hijos los educo solamente yo? NO, no los educo solo yo, porque más allá de nuestro hogar existe una casa para todos y todas, que es el Estado de Chile, con docentes y escuelas para la juventud. Para que todos y todas tengan la más plena educación existe el Estado, y mientras más presente esté como garante del bienestar común, mejor será el futuro de Chile y nuestras niñeces.