Otro potencial de salares: Albergan organismos con propiedades antibióticas y anticancerígenas
Para la industria del litio que se está potenciando en Chile, los salares son minas llenas de este mineral para extraer y exportar, respondiendo a la demanda de países desarrollados por litio para desarrollar baterías de autos eléctricos.
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Pero cada vez más científicas y científicos del país descubren que los salares son un laboratorio natural único, donde viven microorganismos y bacterias que se han adaptado para sobrevivir a los cambios drásticos de temperatura, la altitud, la elevada radiación UV y la extrema salinidad.
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Para lograr adaptarse, estos microorganismos generan compuestos que tienen propiedades antibióticas, antivirales e incluso anticancerígenas que recién están comenzando a investigarse. Para muchos, los salares esconden el potencial desaprovechado de generar una industria biotecnológica.
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Esto adquiere importancia al considerar que una de las principales amenazas a la salud mundial, según la OMS, es la presencia cada vez mayor de parásitos, hongos y bacterias resistentes a los antibióticos.
Lo que hay y lo que falta
Estudiando las bacterias de los salares a nivel genético y molecular, investigadores de Chile han descubierto y logrado sintetizar componentes que tienen potencial para combatir enfermedades crónicas como la hipertensión, o incluso contra el cáncer de pulmón.
También se han descubierto microorganismos que producen compuestos como ácidos grasos esenciales que el cuerpo humano no produce, y que son utilizables en suplementos nutricionales.
Para Gladys Hayashida, una investigadora de la Universidad de Antofagasta que se ha dedicado a este tipo de desarrollo, los salares tienen el potencial de desarrollar una industria biotecnológica en el país sin necesidad de depredar los ecosistemas y preservando el rol que cumplen como hábitat de otras especies, fuentes de turismo y de actividades ancestrales como el pastoreo
“Los microorganismos crecen a una velocidad de horas, por lo que podemos reproducirlos en el laboratorio y estudiarlos mientras mantenemos vivo el ecosistema. Es totalmente factible un desarrollo económico alternativo a partir de la investigación en los salares”, explica.
El obstáculo para esto, según Hayashida, es la falta de inversión en investigación y desarrollo para regiones y sobre todo para la macrozona norte. “Los investigadores están, y las universidades están trabajando en ello. Pero para echar a andar una industria biotecnológica no basta solo con descubrir los componentes. Hay que someterlos a pruebas y bioensayos para validar que no tienen contraefectos nocivos y poder comercializarlos. Allí se necesita una inyección de recursos”, comenta.