Estudio advierte que estamos gastando el ahorro de agua y Chile central se acerca a “día cero”
Si se proyecta una línea ascendente que muestra el aumento de uso de agua en la zona central de Chile, y otra descendente que representa la disponibilidad cada vez menor de agua en las cuencas, esas dos líneas están cada vez más cerca de cruzarse, llegando a un “día cero” sin agua.
Así lo advierte un reciente informe del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2), que analizó cómo ha evolucionado el uso y la disponibilidad de agua en Chile, revelando el crítico escenario que le espera a la zona central del país si no cambiamos la forma de usar agua.
Mientras la mega sequía y el cambio climático disminuyen la disponibilidad de agua en las cuencas de agua entre las regiones de Coquimbo y el Maule, el uso de agua en esta misma zona se ha duplicado desde 1960 y sigue creciendo, impulsado sobre todo por el desarrollo de la industria agrícola y la forestal.
Ambas situaciones – la falta de disponibilidad y el creciente uso de agua- provocan una situación de alto estrés hídrico en la zona central del país, donde se está utilizando el agua subterránea para suplir la demanda.
Considerando los niveles actuales de uso y disponibilidad de agua en una cuenca, “el tiempo para agotar el acuífero sería de entre 50 y 200 años. Si bien estas son estimaciones gruesas, proporcionan un orden de magnitud de varias décadas a unos pocos siglos para alcanzar un día cero absoluto en la capital de Chile”, explica Camila Álvarez, investigadora del CR2 y coordinadora del informe.
Añade además que un año lluvioso como fue el 2023 no transforma el impacto de la prolongada megasequía ni la tendencia de largo plazo que se observa en el centro de Chile a raíz del cambio climático, donde “hacia fines del siglo XXI se proyectan condiciones similares a aquellas de la megasequía pero de forma permanente, con menos lluvias y menos almacenamiento de nieve en los Andes”.
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¿Qué hay que hacer?
Los acuíferos toman largo tiempo en recargarse lo que plantea no solo un daño ambiental extremo, según explica el estudio, sino también un problema de justicia intergeneracional, ya que serían las próximas generaciones quienes se enfrenten a un día sin agua.
Para evitar esto, los académicos recomiendan en el informe ajustar las políticas públicas considerando un nivel máximo de estrés hídrico permitido para cada cuenca, priorizando y limitando los distintos usos.
“Si se otorgaran y ejercieran todos los derechos de aprovechamiento de aguas superficiales permitidos por ley, todas las cuencas de Chile tendrían indicadores de estrés hídrico superiores al 80%, lo que se asocia con un nivel extremo de estrés hídrico”, explica Álvarez, ilustrando cómo el Código de Aguas y la legislación hídrica del país acrecienta el problema.
También critica los derechos de agua por asignar valores absolutos y fijos en el tiempo, lo que no considera cambios en la disponibilidad de agua a largo plazo, y recomienda ajustar las declaraciones de zonas de escasez hídrica, ya que este régimen “exime el resguardo de los caudales ecológicos y propicia la mantención de los usos de agua que existían en épocas de mayor disponibilidad, por lo que su aplicación sucesiva promueve condiciones estructurales de sobreuso y degradación de ecosistemas”.