Crítica de cine| “Tan inmunda y tan feliz”: ¡Hija de perra, presente!
Esto no es una película biográfica. Esto es una carta de amor.
Y, ¿cómo podría ser una simple película biográfica cuando el objeto de observación es una figura como Hija de perra?
Hija de perra fue un personaje del under de la cultura nacional que, mediante sus performances, escritos, música o simple presencia en el escenario buscaba desafiar lo que se pudiera entender por identidad sexual o género. Había una intención consciente de incomodar, teniendo a su propio cuerpo como vehículo político, y en que el humor funcionaba como el bálsamo necesario para llegar a su espectador.
Así, ninguna película podría ser cronológica y a la vez hablar de quién era realmente Hija de perra. No cabe en esa caja, la desborda. Sin perjuicio de que pudiera haber otros acercamientos cinematográficos en el futuro con herramientas más formales que pudieran hablar de ella y su influencia. Y aquí es en donde radica el especial valor de este documental; en que su director Wincy Oyarce (“La última vedette”2017) no intenta ser exhaustivo con la vida de la protagonista, sino que busca ser fiel a quién era ella. Con sus defectos y virtudes.
Una cosa es la autenticidad y otra es el rigor histórico, y para esto último están los libros. Acá se respira calle y rímel corrido. Y es que tampoco podría ser una biopic convencional cuando el objeto del film es también el director. Así este largometraje de 87 minutos aborda la amistad entre ambos, con mucho material de archivo, recuerdos, representaciones y un montón de palabras que quizás nunca se alcanzaron a decir.
Todo comienza en una especie de galpón oscuro donde figuras de la noche emergen en una orgía e invocan poco a poco a Hija de perra, como un llamado grotesco a la ultratumba. Parece un aquelarre que es capaz de hechizar el resto del metraje, que transmite aquellas partículas que hayan podido ser guardadas en las imágenes grabadas durante años por el director. Y con quien debutó en el cine en el 2008 con “Empaná de pino” en que se mezcla el travestismo, lo sobrenatural y la comedia.
En esta invocación, el alma de la protagonista que falleció en 2014 vuelve a la vida entre los recuerdos de su grupo de amigos y de sus padres. No es perfecta, y nadie quiere que lo sea. Lo que se agradece, porque el amor es así. No construimos lazos a partir de lo maravilloso que es el otro el 100% del día, sino que construimos vínculos entre las luces y mezquindades que compartimos. Lo que vuelve a Hija de perra alguien del siglo XXI, que conectó con muchos mientras vivía, y con muchísimos más durante el estallido social del 2019. Su discurso y su cuerpo se hicieron presentes en medio de las marchas.
Hacia el final del film se extiende y fragmenta su desenlace, en tal vez una dificultad en cómo terminar, en cómo se dice adiós en una carta de amor. Encontramos imágenes hermosas repartiendo las cenizas en una playa, pasamos a una invocación final que eriza los pelos y finalmente, una dramatización de Hija de Perra caminando en medio de la oscuridad hacia la luz.
Una experiencia recomendable para quienes la admiren, y por todo lo dicho, para aquellos que la quieran conocer realmente.
“Tan inmunda y tan feliz” fue estrenada este año 2022 en el Festival Internacional de Cine de Valdivia, en donde recibió el Premio del público y el Premio especial del Jurado. Para luego, recibir la Mención especial del jurado en la Competencia nacional FIDOCS 2022. Por lo que es muy posible que se siga viendo en certámenes nacionales durante estos meses, como por ejemplo el Festival de Cine de Lebu en febrero de 2023.
Ficha técnica:
Director: Wincy (Edwin) Oyarce
Guion: Wincy (Edwin) Oyarce
Producción: Adriana Silva
Dirección de fotografía: Constanza García
Montaje: Melisa Miranda y Wincy (Edwin) Oyarce
Sonido: Roberto Collío
Música: Elefante y Gonorrea