Guarderías de corales despegan en Brasil para proteger a especies y ecosistemas en peligro
Cada año, los efectos de la crisis climática se expresan con mayor fuerza en diversos rincones del mundo, y el océano no ha sido la excepción.
Han sido varias las alertas sobre los peligros que enfrentará el planeta en las próximas décadas si sigue aumentando el calentamiento global. De hecho, según el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), uno de los ecosistemas que más van a sufrir son los arrecifes de coral. Si no hacemos nada, la mortalidad de los corales aumentaría alrededor del mundo si la temperatura del planeta incrementa a 1,5ºC para 2050. Frente a este escenario, han surgido distintas iniciativas que buscan mitigar los impactos causados por el ser humano.
Una de ellas es la Biofábrica de Corais, en el estado de Pernambuco, noreste de Brasil, que ha desarrollado desde 2017 el método de los “viveros” o “guarderías”, donde se colocan fragmentos de corales rescatados, con el fin de que crezcan en un ambiente más seguro, permitiendo así su posterior trasplante en ciertos lugares del mar. De esa manera, buscan ayudar a la restauración de arrecifes.
Foto: Biofábrica de Corais
Rudã Fernandes, CEO de la Biofábrica que hoy se convirtió en una startup ambiental, nos cuenta que el proyecto empezó con la recolección de fragmentos de corales para utilizarlos en acuarios, hasta que su mentalidad cambió. “Cuando fui a estudiar en Pernambuco, percibí la importancia de ellos para el turismo regional, la conservación y la supervivencia de muchas comunidades alrededor que van sufrir si nadie los ayuda”, relata.
Por ello, a través de esta iniciativa pionera en Brasil, en términos de escala y de resultados positivos, la Biofábrica busca promover medidas y soluciones locales para mitigar los impactos del cambio climático en los corales.
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La importancia de los corales
Pese a su apariencia, es importante aclarar que los corales no son plantas ni rocas, sino animales que poseen un esqueleto calcáreo (de carbonato de calcio), que le otorga un aspecto “rocoso”. De hecho, pertenecen al grupo de los cnidarios, el mismo de las medusas, anémonas y otras criaturas de múltiples formas y colores que habitan en los mares.
Muchas especies de corales viven en colonias, integradas por hasta miles de individuos, y forman grandes arrecifes en aguas tropicales y subtropicales, generando de esa forma estructuras que se asemejan a una gran “ciudad submarina”.
Por lo mismo, los arrecifes de coral representan el hábitat de más del 25% de las especies en ecosistemas marinos del mundo. O sea, por lo menos ¼ de ellas reside y se desarrolla en estas estructuras – o alrededor de ellas – en algún momento de su vida.
Pero eso no es todo, ya que la existencia de los corales no sólo es fundamental para la biodiversidad marina, sino que también trae beneficios para las actividades humanas. De hecho, según un estudio, alrededor de US $36.000 millones de dólares son generados cada año sólo con el turismo asociado al 30% de los arrecifes del mundo, además de 30 millones de empleos.
Más importante aún, alrededor de 850 millones de personas dependen de alguna forma de los arrecifes de coral. “Preservar los corales es preservar nuestra seguridad alimentaria”, asegura Vinícius Nora, analista de conservación de la WWF-Brasil. De hecho, cerca del 95% de los peces de importancia comercial en el mundo dependen de los hábitats costeros, incluyendo aquellos que proporcionan los corales.
Vinícius Nora, analista de conservación de WWF Brasil, en guardería de corales. Foto: WWF Brasil
Por todos los antecedentes disponibles, la conservación de los corales cobra especial relevancia en países como Brasil, donde un porcentaje importante de la población vive en regiones costeras. Por lo mismo, la pérdida de los arrecifes puede agravar los efectos de fuertes marejadas que pueden arrasar con casas, hoteles e incluso sumergir ciudades.
Además, el calentamiento del mar no es el único desafío que debe ser enfrentado. “Los desechos de aguas residuales vertidos al mar contaminan y afectan la salud de la vida marina, especialmente los corales. Además del turismo sin freno y el despliegue de petróleo en bases situadas en regiones arrecifales”, señala la Dra. Juliana Fonseca, investigadora del Proyecto Coral Vivo.
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Dra Juliana Fonseca en su laboratorio en Río Grande del Sur. Foto: cortesía
El gran desafío de Brasil
El escenario actual es crítico. La importancia de estas especies en el estado de Pernambuco es tal, que su capital se llama Recife (“arrecife” en portugués). Allí se encuentra gran parte del Área de Protección de Corales (APA) Costa de los Corales — una de las principales del país — que se extiende desde dicho estado hasta una parte de la zona vecina de Alagoas — con regiones muy turísticas nacionalmente. El problema es que dicha región sufre el calentamiento del mar.
De acuerdo con el estudio “Unprecedented Coral Mortality on Southwestern Atlantic Coral Reefs Following Major Thermal Stress”, en la ciudad de Maragogi (en Alagoas) se ha constatado cómo el arrecife – denominado Aquario” – ha sufrido un fuerte blanqueamiento entre septiembre de 2019 y junio de 2020.
El “blanqueamiento” ocurre cuando los corales se estresan (por factores como el aumento de la temperatura o acidificación del océano) y expulsan a sus zooxantelas simbióticas, pequeñas algas que viven en los tejidos de estos animales y que, al hacer la fotosíntesis, proporcionan alimento a estos cnidarios.
En consecuencia, luego de perder a sus algas – que, por cierto, también le otorgan su color – los corales se tornan blancos. Luego, la prolongación del estado de blanqueamiento puede terminar con la muerte de estos animales.
Blanqueamiento de corales en el estado de Alagoas. Gráfico de investigación publicada en Frontiers in Marine Science por Pedro H.C. Pereira et al.
En el caso del arrecife Aquario, el blanqueamiento se debió a una ola de calor considerada la más fuerte en la región noreste en 35 años, como confirman datos del Coral Reef Watch (NOAA). La APA Costa de los Corales perdió, entre los dos estados, alrededor del 18% de sus corales en solo uno de estos eventos extremos. En otras regiones más al sur del noreste, en el estado de Bahía, en Abrolhos, la tasa de mortalidad fue de hasta un 90% solo en la especie Millepora alcicornis (coral de fuego).
A esto se suman otras amenazas, incluyendo los derrames de petróleo, como uno acaecido en 2019 que afectó a toda la zona, dejando corales enfermos y más susceptibles al blanqueamiento. “Todos los corales van a sufrir en Brasil, algunos antes que otros. Y los de la región noreste están en el top de la lista. En 2023 se espera una fuerte ola de calor y nosotros estamos preocupados”, añade Nora de la WWF-Brasil.
Si este problema persiste y empeora, en algunos meses especies enteras podrían dejar de existir en algunas partes de este país sudamericano.
Plataforma de restauración de corales. Foto: Igor Silva
Por ello han cobrado especial relevancia las guarderías de corales en Brasil. Más de mil fragmentos de corales ya fueron colectados de despliegues de corales para fortalecerlos y después introducirlos nuevamente en arrecifes.
De esa forma, se suman a otros esfuerzos que han surgido en distintos rincones del mundo.
De hecho, la Biofábrica se ha inspirado en proyectos como la Restoration Foundation en Florida, en Estados Unidos, que impulsa un trabajo similar de restauración a través de trasplantes de coral ya que, además de sufrir un aumento en la temperatura del mar, está expuesta a tormentas y ciclones que perjudican y destrozan la vida marina y la zona costera. Por otro lado, en la Polinesia Francesa se ejecuta el proyecto Coral Garden, cuyo objetivo consiste en fortalecer la economía local y, al mismo tiempo, preservar los corales.
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En el caso concreto de la Biofábrica, los investigadores bucean cerca de los arrecifes, buscando fragmentos que puedan ser cuidados y que no estén enfermos o muertos. Para ello trabajan con dos especies: los corales de fuego (Millepora alcicornis) y coliflor (Mussismilia harttii) que tengan por lo menos la pérdida de un 50% de su esqueleto calcáreo.
Luego de hacer la colecta, los investigadores llevan a los ejemplares al laboratorio de la Universidad Federal de Pernambuco. Allí los limpian, les entregan cuidados específicos y les crean una base propia, surgiendo así la innovación brasileña. Cada coral tiene una clase de soporte hecho específicamente para él – en una impresora 3D – que se adapta a su crecimiento y desarrollo.
Impresora 3D. Foto: João Paulo Spínola
En ese sentido, la Biofábrica ha sido el único proyecto en Brasil que logró un modelo de manejo de coral a escala, es decir, que puede ser replicado en diferentes escenarios del país.
Corales Millepora alcicornis. Foto: Thalia Santana (@santanathalia)
Después de ser seleccionados e instalados en dichas bases, los corales son devueltos al mar, al mismo lugar donde estaban anteriormente. Por ahí se quedan por lo menos 3 meses para que desarrollen una una estructura calcárea saludable y fuerte, bajo el monitoreo constante de las y los científicos.
Biofabricante realizando el mantenimiento del vivero en la zona de trasplante. Foto: Filipe Cadena / Biofábrica de Corais
Una vez que están bien firmes — con la ayuda de la mencionada base para fortalecer su estructura — los corales son llevados a las rocas y evaluados por más de 6 meses hasta que, por fin, sea posible trasplantarlos en su ambiente natural. Cuando llega ese momento, son acompañados por más de 2 años. Todo este proceso busca, justamente, resguardar su salud y mejorar su adaptación al océano.
La Biofábrica aún no está en APA Costa de los Corales. Fue creada muy cerca en la región de Porto de Galinhas, pero con apoyo de WWF-Brasil planean llegar pronto y empezar el proyecto titulado “Coralizar”. La Biofábrica trabaja directamente con comunidades locales que dependen del turismo y de la pesca. “Ellos nos ayudan muchísimo en el monitoreo, porque entienden que es su futuro y el de sus hijos mantener saludables a los corales”, añade Fernandes.
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En efecto, la comunidad local tiene un rol fundamental en el desarrollo del proyecto ya que permite la incorporación de otros conocimientos y habilidades, incluyendo los saberes transmitidos por generaciones y también el impulso de dichos esfuerzos, ya que se trata de su territorio ancestral.
El proyecto se convirtió en una startup al percibir que podrían explorar el turismo sostenible, generando conciencia en los turistas sobre los diversos impactos humanos y la necesidad de restaurar los arrecifes — llevando a conocer los corales y las comunidades de pescadores, además de asistir a seminarios de conservación de regiones costeras — más allá de solamente bucear, sacar fotos y regresar a sus casas sin aprender nada.
Turista conociendo las guarderías. Foto: Biofábrica de Corais
Por ello, mientras se demanda mayor compromiso y acción climática por parte de los gobiernos y otros actores alrededor del mundo, iniciativas locales como la de Brasil pueden contribuir a la resiliencia de los corales y ecosistemas marinos, entregando así un poco de esperanza para el futuro.
Para Nora, “la iniciativa no es una fórmula mágica, pero sus resultados nos ayudan a ganar tiempo para las batallas contra la crisis climática de los próximos años”.