Illapel: La ciudad atravesada por la megasequía y la minería

Illapel: La ciudad atravesada por la megasequía y la minería

Por: Horacio Gutiérrez Areyte | 05.08.2022
La ciudad es un excelente ejemplo de las luchas por el agua de Chile, agravadas por el cambio climático y las actividades económicas. Sus esperanzas de cambio pueden estar en la reforma constitucional del país.

El límite territorial que separa el norte del centro de Chile es una pequeña provincia de cerca de 100 mil habitantes, territorio que ha sufrido cambios abruptos en los últimos años debido a la megasequía. Mientras que los ciudadanos enfrentan el avance del desierto, la crisis hídrica multifactorial mantiene a la capital provincial dependiendo de otra ciudad para abastecerse de agua potable.

Illapel es la capital de la provincia de Choapa, una ciudad entre cerros al extremo sur de la región de Coquimbo donde habitan cerca de 32 mil personas. La ciudad está en la parte más angosta de Chile, donde menos de 100 kilómetros separan el límite con Argentina del Océano Pacifico. Está literalmente entre la cordillera y el mar.

La ciudad está rodeada de cerros amarillos y con poca vegetación, contrastados por algunos trozos verdes con extensas plantaciones de paltos. Los problemas en el acceso al agua son evidentes a la vista. Los ríos no son más que tímidos arroyos, lejos de los caudales de antaño, especialmente en la época de lluvias.

Con un déficit de lluvias en Illapel que alcanzó el 83,2% a principios de julio, el embalse El Bato, que abastece a la ciudad, se redujo a sólo el 6,8% de su capacidad, agravando aún más la sequía en la región.

Diferentes tipos de economías coinciden en Illapel. La agricultura campesino-familiar, la crianza de ganado caprino y también la minería, con un rol histórico en la economía local. Ello queda demostrado con el lema de la ciudad “Viscera mea aurea”, que quiere decir “mis entrañas son de oro”.

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Una vida de minería ha dejado sus huellas en la ciudad. Según el Servicio de Nacional de Geología y Minería de Chile, Illapel es la tercera comuna de Chile con más relaves mineros, 65 en total. Un depósito de relave es, básicamente, un gran depósito de desechos tóxicos, que afectan a los habitantes, los ecosistemas y los recursos hídricos.

Al riesgo de contaminación por la minería, hoy se suma la grave megasequía, que tiñe de desierto el hasta ahora terreno fértil. La situación es tan extrema que la promesa de racionamiento de agua potable ha sido informada más de una vez por la empresa Aguas del Valle, a cargo del manejo de agua de la zona.

“La situación de sequía en Choapa y toda la Región de Coquimbo es crítica. El reporte con nuestro balance hídrico da luces de ello. El déficit de lluvia en Illapel llega al 83,2% y el embalse El Bato solo está al 6,8% de su capacidad,” sostiene Andrés Nazer, gerente Regional de Aguas del Valle, en base a datos de comienzos de julio.

De hecho, en 2021, la empresa tuvo que construir un conducto de 20 kilómetros desde Salamanca, ciudad cercana a Illapel, para llevar agua de un lugar a otro y así evitar el racionamiento. La obra costó US$6 mil millones.

Para José Luis Núñez, concejal de la comuna de Illapel, el problema es de larga data: “La crisis hídrica que vive nuestra comuna se viene arrastrando hace mucho tiempo, por lo menos 10 años”. El problema se podría haber agravado sin los planes de las autoridades, que le dieron a la ciudad “un poco más de respiro”, sostiene.

Desde el 2010, se registra en Chile una baja en la cantidad de lluvia registrada, lo que viene acompañado de la década más cálida en los últimos 100 años, de acuerdo a un informe realizado por el Centro de Ciencia del Clima y Resiliencia.

“La persistencia temporal y la extensión espacial de la actual sequía son extraordinarias en el registro histórico. Este evento, que hemos denominado megasequía, tampoco tiene análogos en el último milenio de acuerdo a las reconstrucciones climáticas en base al crecimiento de anillos de árboles”, sostiene el informe.

Distribución desigual

La sequía ha dejado graves consecuencias para distintos actividades que se desarrollaban en Illapel, como la agricultura campesino familiar o la apicultura. José Povea ha vivido gran parte de su vida allí. Hoy vive en un sector rural de la ciudad y trabaja como apicultor, tarea que se ha visto afectada por la falta de agua.

“La megasequía de los últimos años ha provocado la disminución dramática de la flora nativa, el principal alimento de la abeja. Ha sido un golpe letal para la mayoría de los apicultores. Los caudales de los ríos se han reducido prácticamente a cero,” sostiene Povea, quien recuerda los tiempos donde el río era un espacio de vida para los habitantes.

Ciudades como Illapel se levantan como ejemplo de localidades donde la mala gestión, el uso excesivo y el cambio climático generan una tormenta perfecta, donde ni siquiera el consumo humano de agua está garantizado.

Así lo confirmó el estudio “Cambio climático y uso excesivo: desafíos de los recursos hídricos durante el crecimiento económico en Coquimbo, Chile”, publicado en marzo de este año. La investigación encontró que actividades económicas como la minería han sido las “principales causas” de la disminución de la oferta hídrica.

“Las actividades humanas y el uso excesivo están agotando rápidamente los recursos hídricos (especialmente las aguas subterráneas) en la región, y el problema se complica aún más por un clima cambiante y la disminución de las precipitaciones”, sostiene el estudio, elaborado por investigadores chilenos.

La investigación también expone desafíos para la región. “Los resultados muestran que la principal causa de esta preocupante situación es el consumo excesivo, y urge saber (modelar) cómo cuantificar adecuadamente la disponibilidad de agua, así como los usos actuales, antes de autorizar nuevas extracciones de agua”, afirman los autores.

Estos resultados exponen una injusta realidad para los habitantes, con actividades económicas priorizadas por sobre garantizar el agua para el consumo humano. Más aún si se considera que el territorio fue declarado el 6 de julio pasado como zona de escasez hídrica por la Dirección General de Aguas.

El caudal del río Illapel, afluente del río Choapa, se ha reducido significativamente debido a la megasequía (Imagen: Michael Lieberherr Pacheco / Revista Pasto Seco)

La necesidad de un cambio es una idea que resalta Ivanna Olivares, profesora de historia, activista ambiental y hasta hace algunas semanas una de las encargadas de escribir el proyecto de nueva Constitución. “Las décadas de megasequía y la privatización y monopolización del agua por parte de empresarios agrícolas y mineros genera una distribución injusta del agua, poniendo en riesgo a Illapel”, sostiene.

Para Olivares, la inequitativa distribución de aguas fue la que llevó a la necesidad de trasladar agua desde otra ciudad para abastecer la demanda de Illapel. “El 70% del agua en Illapel está destinada para el sector agroindustrial, un 25% para la minería y sólo un 5% para el consumo humano. No hay un límite en los derechos de aprovechamiento del agua del río”, agrega.

El concejal de Illapel, José Luis Núñez, también comparte la idea de la desigualdad en la distribución de aguas en la zona. “Claramente el problema de fondo, más allá de la sequía, es también la distribución de las aguas disponibles y cómo las industrias están por sobre el consumo humano. Que una empresa minera acceda al agua que desea mientras que las comunidades no habla de una desproporción”, sostiene.

La prioridad de la actividad minera para el uso del agua no es la única inequidad percibida por los habitantes A ello se suman las extensas plantaciones de paltos, una actividad intensiva en el uso del agua, y la proliferación de los pozos ilegales. En febrero de 2021 se realizó una “Caravana por el Agua”, con una masiva participación y cientos de consignas expresadas en letreros.

La esperanza del cambio

Chile se debate actualmente entre dos posturas frente a un plebiscito en septiembre por una reforma constitucional. Por un lado, la opción apruebo, que daría paso a una nueva constitución y, por otro, la opción rechazo, que en caso de ganar mantendría la constitución actual, elaborada en dictadura y luego reformada en democracia.

El nuevo texto establece que el Estado debe proteger las aguas en todos sus estados y fases, siempre prevaleciendo el derecho humano al agua y al saneamiento. Se crea una Agencia Nacional de Aguas para este fin y los Concejos de Cuenca, responsables de la administración en base a una gestión integrada.

Para Olivares, integrante de la Convención Constituyente de Chile por el Distrito Cinco, el cual incluye a Illapel, la nueva constitución generaría múltiples cambios en el manejo de los recursos hídricos.

“Siempre prevalecerá el ejercicio del derecho humano al agua, al saneamiento y el equilibrio de los ecosistemas,” sostiene. “Para garantizar que se cumpla ese mandato, se  deberá realizar de manera transitoria un proceso de redistribución de los caudales de las cuencas para garantizar los usos prioritarios establecidos en la nueva Constitución”.

Olivares aclara que la redistribución no será un cambio universal y no afectará pequeños agricultores, gestores comunitarios de agua potable y comunidades indígenas. “Con esta propuesta al fin lograremos restablecer el curso de los ríos en las cuencas, y consagrar de hecho y derecho el acceso humano al agua”, agrega.

El plebiscito está previsto para el 4 de septiembre, y las últimas encuestas indican que la nueva Constitución sería rechazada. De ser así, el presidente chileno, Gabriel Boric, ha dicho que iniciaría nuevamente el proceso de reforma constitucional.


Este artículo fue publicado originalmente por Diálogo Chino y re-publicado por Bienes Comunes de El Desconcierto. Puedes leer el articulo original en el siguiente link.

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