Desarrollo forestal en zonas áridas: Desafíos para la nueva administración de gobierno
La promulgación de la Ley N° 20.283 de Bosque Nativo, el año 2008, represento un hito histórico para el desarrollo forestal del norte del país, ya que se logra incorporar de forma inédita en este marco normativo, las particularidades de los bosques nativos y formaciones vegetacionales propias de las zonas áridas y semiáridas. Es decir, además de los bosques nativos, el Estado incorpora a las formaciones xerofíticas (FX), conformadas por “especies autóctonas preferentemente arbustivas o suculentas, de áreas de condiciones áridas o semiáridas ubicadas entre las Regiones I y VI, incluidas la Metropolitana y la XV y en las depresiones interiores de las Regiones VII y VIII”.
Dicha particularidad puede ser observada en prácticamente todo el texto de la Ley, desde la definición de “Bosque” que se adopta, que flexibiliza el porcentaje de cobertura de copa para condiciones áridas y semiáridas, así como en los instrumentos de planificación del manejo, regulación y fomento del aprovechamiento sustentable de las FX (Planes de Trabajo para FX). Se asume la premisa, que tanto los bosques como las FX son fuentes de madera y una amplia gama de productos y servicios ecosistémicos que contribuyen a liviar la pobreza, promueven el desarrollo rural, y permiten mantener las funciones de la biodiversidad y los ecosistemas.
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Se puede señalar en consecuencia, que la CONAF como el Servicio Forestal del país, en la macrozona norte, comprendida entre las regiones de Arica-Parinacota y de Coquimbo, tiene responsabilidad institucional sobre una superficie territorial de 15.700.000 ha, de las cuales el 98,5 % lo conforman las FX (15.461.770 ha de praderas, matorral-pradera, matorral, matorral arborescente, matorral con suculentas y suculentas); y solo el 0,9 % a bosque nativo (143.996 ha totales de queñoales de altura, algarrobales, tamarugales, y chañarales), y 0,6 % a plantaciones (94.235 ha de tamarugo, algarrobo, y atriplex sp. y otras especies exóticas como Acacia sp. y Eucalyptus sp.).
Este nuevo paradigma de los recursos forestales nativos del país, debiera haber removido la estructura orgánica de la CONAF de la macrozona norte y sus lineamientos funcionales y de gestión; y dinamizado las coordinaciones interinstitucionales sectoriales en torno a una aproximación integral al manejo de las FX. No obstante, esta esperada reacción institucional es aún una cuestión pendiente.
Otra brecha gravitante que debe ser salvada, es la falta de conocimiento del funcionamiento de las FX, conformadas por “comunidades” de plantas cuyas poblaciones interactúan positivamente entre sí, de los métodos de propagación natural y artificial del conjunto de especies que las componen, y de los tratamientos silviculturales aplicables. Si bien se ha avanzado en este componente, por ejemplo a través de investigaciones realizadas en el marco de los concursos del Fondo de Investigación de la Ley de Bosque Nativo y el rescate de las técnicas tradicionales de manejo, debe impulsarse una estrategia mucho más proactiva y colectiva en esta materia. El rol de las universidades regionales y otros centros de investigación asociados, son claves para enfrentar los desafíos subyacentes a este nuevo paradigma del recurso forestal de la macrozona norte.
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No obstante, ha faltado fortalecer el trabajo conjunto y efectivo con el mundo indígena y campesino entorno al diseño y aplicación de instrumentos de regulación y fomento forestal que rescaten el conocimiento tradicional. En los territorios con presencia de estas comunidades locales, se registra sobre el 80% de la superficie forestal existente en el norte del país. Se tiene antecedentes de más de 100 especies de plantas xerófitas usadas en la medicina tradicional indígena, muchas de las cuales se comercializan actualmente en los mercados regionales, como es el caso de los productos gourmet derivados de la Rica Rica (Acantholippia deserticola Phil.); otras especies son también utilizadas para la generación de productos madereros y no madereros, como carbón, piezas cortas para confección de muebles y artesanía de madera noble, fruto para alimentación humana y como fuente de forraje. Destaca igualmente, la visión holística del territorio del mundo indígena y campesino, que pondera además de los servicios de provisión, la importancia de las funciones de los bosques y FX en la regulación de los ciclos hidrológicos de las cuencas, especialmente de aquellas ubicadas en las zonas altas de captación de las aguas del régimen pluvionival.
Tras 14 años desde la promulgación de la Ley de Bosque Nativo, se han desarrollado múltiples diagnósticos respecto de las falencias que han limitado su aplicación. Asimismo y más allá de su consideración en la Ley, es evidente la desprotección de las FX, ya que son eliminadas por diferentes proyectos mediante la tramitación del Plan de Trabajo, el que ni siquiera exige reforestar (es un simple permiso de corta). Un claro ejemplo de ello es lo que ocurre con la habilitación de terrenos para proyectos agrícolas, donde no hay consideraciones a la protección del suelo, agua y a la biodiversidad existente. Esto ha permitido la eliminación de 12 mil hectáreas de formaciones xerofíticas.
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Claramente no ha existido el liderazgo ni la voluntad política para impulsar los cambios que se requieren para avanzar hacia un desarrollo forestal sustentable y apropiado a la realidad de las zonas áridas. Tampoco han tenido impactos significativos en la institucionalidad sectorial y en los territorios y recursos forestales nativos, los instrumentos de política pública como la Estrategia Nacional de Cambio Climático y Recursos Vegetacionales, coordinada por la CONAF, o la “Política Forestal 2015-2035” y su “Agenda programática para las zonas áridas y semiárida 2018-2035”, que coordina el Consejo de Política Forestal, lo que de cierta forma da cuenta de que los desafíos en materia de protección, restauración y manejo del patrimonio forestal del norte del país, siguen pendiente.
La evidencia científica señala que los bosques nativos y las FX existentes en el norte del país son esenciales en la lucha contra la desertificación y devastación de los territorios, especialmente en el escenario de cambio climático. Ante la inacción de los sucesivos gobiernos, por considerar la relevancia de estos ecosistemas, hay expectativas que esta nueva administración sectorial del gobierno del presidente Boric, asuma con urgencia el desafío de potenciar la instalación de un concepto sólido de desarrollo forestal para las zonas áridas y semiáridas. En tiempos de cambios, es indispensable contar con una gestión pública proactiva, descentralizada, participativa, y con una mayor pertinencia territorial y sociocultural, y de esta forma potenciar al sector forestal en la macrozona norte, la que representa prácticamente el 40% de la superficie del territorio nacional.