“Coronamadres”, el chat de mujeres que debaten sobre ser madres y trabajadoras durante la cuarentena
Hillary Carroll Hiner es historiadora feminista y profesora asistente de la Escuela de Historia de la Universidad Diego Portales. Desde mediados de marzo, cuando el plantel en el que lleva 13 años trabajando decidió suspender el trabajo presencial, ha estado sin salir de su departamento en Ñuñoa al cuidado de su hija de casi cuatro años. Ella ha asumido completamente esta carga porque, según explica, su ex pareja corre el riesgo de contraer el virus por su trabajo en el que tiene contacto permanente con personas.
Antes de la crisis, el jardín era fundamental para ella por la gran carga académica que lleva. Pero ahora, el trabajo acumulado y las largas noches de desvelo cada vez más frecuentes en la semana, la tienen al límite. Tanto que, desde la próxima semana, para lograr cumplir con una de las fechas de un proyecto, coordinó ir buscar y a dejar a una trabajadora que va a cuidar a su hija durante cuatro horas al día. Algo que será de gran alivio para Hillary.
En estas semanas mantener relaciones virtuales, como integrante de la Red de Historiadoras Feministas y de la Red de Investigadoras, la ha ayudado a sentirse acompañada porque sus redes familiares están en Estados Unidos. Para saber también que, como ella, son muchas las mujeres que están pasando por la misma situación.
“No puedo pasar más de una hora dictando clases por mi niña. Y es difícil porque ella tiene que estar en algo, como viendo series o películas o algún tipo de pantalla. Sé que no es lo mejor, pero a mí no me queda otra opción. Se podría pensar que lo mejor sería estar enseñándole otras actividades, pero no puedo trabajar y simultáneamente enseñarle a ella. Sí, tiene programas educativos en su tablet, pero no todo el rato es eso porque también se aburre. El jardín me manda cosas para unos 20 minutos, no da para un par de horas como lo necesito”, relata.
[caption id="attachment_374346" align="alignnone" width="576"] Foto cedida por Hillary[/caption]
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Esta experiencia autobiográfica es la que el grupo “Coronamadres”, al cual también pertenece Hillary, ha recogido durante estas semanas a través de un grupo de Whatsapp. Un ‘desahogo’, como lo describen, sobre este encierro que proyectan reconvertir en un trabajo de estudio y análisis crítico.
La iniciativa partió por la convocatoria de la investigadora Giuzu Enciso Domínguez, desde la Universidad de Nueva York, para formar un grupo interdisciplinario que sistematizara las testimonios y relatos para reflexionar sobre las condiciones de las mujeres, madres y trabajadoras en contexto de confinamiento. Desde ahí, también han usado las redes sociales para plantear preguntas de su interés. Especialmente, buscan reforzar el debate sobre el cambio que se requiere en las cargas académicas con enfoque de género.
“Hay una superposición de roles de las mujeres, en el mismo espacio y al mismo tiempo, de la crianza y el trabajo, en un marco cultural patriarcal que no nos mide de igual manera”, plantea Pamela Gutiérrez Monclus, académica de pre y posgrado del departamento de Terapia Ocupacional de la Universidad de Chile. Ella es madre de dos hijos y vive en La Cisterna.
En este tiempo de emergencia, explica que han hablado sobre estrategias de ‘sobreviviencia’ para los meses que vienen, reconociendo que esta es la muestra de un problema estructural que hoy se agudiza ante la falta de corresponsabilidad en la crianza y en los cuidados, traspasados generalmente a las mujeres.
“Aunque tratas de equilibrar los roles necesitas más equidad en la demanda. Tengo una hija de cinco años que me interpela constantemente a mí, entonces tengo que lograr que interpele al papá”, explica.
Es por eso que los malestares físicos y psicológicos se han acrecentado para ellas con el transcurso de las semanas, advierte Caterine Galaz Valderrama, licenciada en comunicación social y académica de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile donde sigue líneas de investigación sobre Diversidades y Género.
“Esto le debe pasar a muchas que, por lo menos, te dedicas tres o cuatro horas al día a labores propias de tus hijos, es decir, hemos pasado a ser también las profesoras de nuestros hijos. Después cuando se duerme me pongo a hacer muchas cosas. En las condiciones 'normales' un terapeuta me ayudaba también como cuidador, unas horas antes que yo llegara del trabajo", relata.
[caption id="attachment_374350" align="alignnone" width="960"] Caterine Galaz Valderrama[/caption]
Esto también ha pasado por el abrupto cambio a la modalidad virtual que ha extendido sus jornadas. “Al comienzo las clases eran traumáticas porque nunca había hecho clases virtuales. Después de las capacitaciones pude partir con algunas que son sincrónicas y otras grabadas, estas generalmente las dejo para la noche. Eso tampoco es muy bueno para el autocuidado”, cuenta Pamela, quien reconoce que cuenta con estabilidad laboral a diferencia de muchas mujeres que se han visto sumamente afectadas por despidos o suspensión de sus contratos sin remuneraciones, o que han tenido que reinventar sus actividades muchas veces expuestas al contagio.
Para esto algo que reconocen necesario de aplicar son protocolos para que se respeten los horarios de trabajo. “En mi caso esto se ha cumplido en parte, pero a otras compañeras las bombardean de correos y mensajes a toda hora, y es mucho más complejo cuando vives sola, tienes una hija o hijo o un adulto mayor a tu cuidado y no tienes redes de apoyo”, agrega.
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Dentro de sus análisis, reconocen que fue una medida sexista extender un permiso temporal para las “visitas” de hijos e hijas de padres separados casi al mes de dictadas las cuarentenas obligatorias para las siete primeras comunas de la Región Metropolitana.
Antes de eso, algunas de ellas junto a otras organizaciones mandaron cartas al Sernameg y a la Defensoría de la Niñez exigiendo que se aplicara un criterio que permitiera la corresponsabilidad en los cuidados. “Nos dijeron que primaba el beneficio del niño, pero nosotras contra argumentamos que no solo es beneficio físico, y que también nosotras necesitamos igualdad de género para no recargarnos”, explica Caterine. “Esta como ‘dado’ que las mujeres tenemos que cuidar y el estado se ha apoyado continuamente en el trabajo de nosotras para la gestión de políticas públicas”, completa Pamela.
A esto Hillary también agrega una crítica al Ministerio de la Mujer: “No tenemos un Ministerio que se esté haciendo cargo sobre estas problemáticas, la mayoría de nosotras estamos proponiendo soluciones entre nosotras, ante necesidades económicas, propuestas de feministas populares, con comedores y ollas comunes, redes de atención de sicólogas, coordinaciones de lesbianas y trans”, explica.
[caption id="attachment_374351" align="alignnone" width="576"] Hillary Hiner[/caption]
Un problema mayor cuando las mujeres viven con hijos o hijas con alta dependencia y se les hace imposible trabajar, sin contar con subsidios de emergencia para mantener su trabajo personal o emprendimientos.
Es así como sus experiencias buscan transformarlas en una futura publicación en el ámbito académico -considerando que las mismas universidades fijan un número de publicaciones anuales obligatorias para seguir en la carrera-, pero también salir de ese espacio para divulgar el conocimiento, a través de cápsulas y foros, como ya lo han hecho hasta ahora a través de redes feministas.