Ley de aborto en Argentina: Crónica de una histórica noche del movimiento feminista
“El útero no es un órgano privado, sino un espacio biopolítico de excepción al que no se le aplican las normas que regulan el resto de nuestras cavidades anatómicas (...) La prohibición del aborto es un proceso de vigilancia y patologización de las personas que restringe su derecho a decidir por sí mismas (...) Durante los últimos 40 años, el feminismo ha llevado a cabo un claro proceso de descolonización de este órgano”.
Paul B. Preciado, “Un apartamento en Urano”, p.92 y 93.
Se podría decir que, en Argentina, este proceso de descolonización del útero al que hace referencia el filósofo trans Paul B. Preciado- y cuya vigencia en pleno Siglo XXI resulta un tanto absurda-, es algo que viene ocurriendo desde hace al menos 13 años, cuando en 2007 el Proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), elaborado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, fue presentado por primera vez en el Congreso de la Nación.
Por aquel entonces, el proyecto no llegó a tener éxito, y posteriormente siguió presentándose en siete ocasiones más hasta que, en 2018, fue aprobado por primera vez en la Cámara de Diputados. Sin embargo, no pudo convertirse en ley porque, al pasar por el Senado, fue rechazado.
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Finalmente, en noviembre el proyecto fue presentado por novena vez y, en el último mes de este año, caótico e inusual, se discutió en el Congreso. Mientras adentro del recinto las y los funcionarios debatieron por más de 22 horas; afuera, bajo un sol abrumador y una vigilia interminable, una enorme multitud desbordó las calles de Buenos Aires para dejar bien en claro que la ley del aborto es urgente y que ya no se puede seguir esperando.
La novena es la vencida
“Luche y será ley”, decía uno de los lemas que más circularon en los días previos a la votación de la IVE en el Congreso. Y esa frase podría ser un resumen bastante certero de todos estos años de organización feminista y popular que se construyeron no solamente por el enorme trabajo de la Campaña Nacional y las cada vez más masivas marchas del colectivo Ni Una Menos, sino también por cada uno de los Encuentros Nacionales de Mujeres -que a partir del año pasado cambiaron su nombre por Encuentros Plurinacionales de Mujeres y Disidencias-, y de las distintas organizaciones que garantizan abortos legales por causales, como la articulación de colectivas Socorristas en Red y la Red de Profesionales de la Salud por el Derecho a Decidir, cuyo esfuerzo y militancia cotidiana en las ciudades y en los barrios es tan fundamental como muchas veces desconocido.
Esa misma búsqueda constante de emancipación, de libertad y de justicia, fue lo que se pudo palpitar también el jueves y el viernes pasado en las afueras del Congreso argentino, cuando desde muy temprano mujeres y disidencias de todas las edades y de distintas clases sociales se acercaron a las inmediaciones del tradicional edificio del centro para hacer fuerza juntas y para transmitirles, a quienes aún no tenían definido su voto en el recinto, que la marea verde feminista está más fuerte y más viva que nunca.
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Al llegar a las cercanías del Congreso, una de las cosas que más llamaban la atención era la cantidad de sonidos que habitaban las calles: voces, gritos, aplausos, abucheos, un sinfín de canciones con megáfonos y también a capella. Batucadas, datos e informaciones que daban las integrantes de la Campaña, sumado a distintos discursos que llegaban desde adentro del Congreso y que eran transmitidos en vivo y en directo por las pantallas que habían sido colocadas especialmente para el encuentro.
Todos esos sonidos, mezclados entre sí y con distintos niveles de intensidad según el horario y el momento, formaban una música constante, una especie de banda sonora de la experiencia que significó estar casi un día entero en la calle, mientras adentro del Congreso sucedía el debate por la ley de aborto.
El sector “verde” y el sector “celeste”, es decir, los grupos que estaban a favor del aborto legal y los antiderechos, autoproclamados “provida”, estaban separados por una fila de vallas custodiada por policías que controlaban los ingresos. El número de personas del primero triplicaba, como mínimo, a las del segundo, y al acercarse al primer sector se veían cuadras y cuadras repletas de gente, de carpas de las distintas agrupaciones, y también de puestos callejeros improvisados que vendían desde las emblemáticas pañueletas verdes con la consigna del aborto legal, hasta otras pañueletas de distintos colores; cuadros, calcomanías, bebidas, cervezas. El humo constante que salía de las parrillas que vendían hamburguesas y choripanes también le daban un tono un tanto especial al encuentro.
Al llegar a la avenida Callao, el lugar que más tarde fue escenario principal del insomnio previo a la votación, se podía leer un pasacalles de La Poderosa, una de las organizaciones sociales más importantes de Argentina, que decía: “Que sea legal no lo hace obligatorio ¡Por el derecho a decidir!”.
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Video: Irupé Tentorio
Ya una vez entre la multitud, el color verde en todos sus tonos ganaba un amplio protagonismo: remeras, camisas, pañoletas, riñoneras, pulseras, moños, antifaces, mochilas, barbijos, y hasta algunas caras, hasta algunos cuerpos enteros pintados por completo de verde; ese color que hasta hace no tanto solía asociarse con la esperanza, pero que ahora, en Argentina, se ha vuelto un símbolo indiscutible de la gran marea feminista.
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Ana, 66 años, vecina del barrio con barbijo también verde, comentaba que para ella “con la esperanza sola no alcanza”, y menos cuando se trata de los derechos de las mujeres: “Es la calle el lugar donde tenemos que estar para ganar cualquier batalla. Queremos que las nuevas generaciones tengan el derecho que no tuvimos nosotras y que se termine con la hipocresía, porque todo el mundo sabe que tanto los diputados como sus amigos, parientes y vecinos, pueden pagar perfectamente un aborto seguro, pero la gran mayoría de la población no, y eso es terriblemente injusto”.
Mujeres y personas gestantes
“El aborto se está convirtiendo en un moderno genocidio”, decía, un rato más tarde y a través de las pantallas, la legisladora de un partido político de la provincia de Tucumán. Y esa frase despertó un bullicio general en la calle, donde las pibas enseguida contestaron haciendo sonar bien fuerte los tambores:
-Dicen que somos zurdas y asesinas / Los fachos que apoyaron a genocidas / Dicen que quieren salvar a las dos vidas / Pero encubren curas por pedofilia / Oh, ley de aborto / O va haber quilombo…
Recién al atardecer el calor empezó a menguar un poco. Hasta entonces, los puestos de hidratación ubicados en varios puntos estratégicos sirvieron para descansar, refrescarse y también para encontrarse. Frente a uno de ellos, la psicóloga social y activista trans, Marlene Wayar, conversaba y se sacaba fotos con quienes se acercaban a saludarla.
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Video: Irupé Tentorio
“Hace dos años el Congreso ignoró nuestro pedido y por eso hoy estamos acá de nuevo. Queremos ser autónomes de nuestros propios cuerpos y de las decisiones personalísimas sobre el transcurrir de nuestras vidas. Y también queremos que las masculinidades trans dejen de estar invisibilizadas. Por eso, esta vez el proyecto que se presentó no menciona solamente a mujeres, sino a todos los cuerpos gestantes. Y eso conmueve, porque significa abrazar otras realidades, algo que se logró gracias a las generaciones más jóvenes, que son las grandes protagonistas de todo esto”, dijo Wayar.
Aborto legal o aborto clandestino
En sus discursos, muchas autoridades parecían olvidarse de uno de los reclamos más importantes de los feminismos: la idea de que el Estado y la Iglesia deben ser dos asuntos separados.
"Somos un pueblo de mayoría cristiana, muy orgullosamente. Cuando se dice que esto no se tiene que discutir desde una perspectiva religiosa, yo recuerdo que la gran mayoría argentina es religiosa y es cristiana. Y según nuestra tradición y creencias, esa criatura emanada de Dios tiene que ser protegida. Por eso tenemos el ordenamiento jurídico que tenemos", decía un legislador del partido del PRO.
Ante este tipo de expresiones, en la calle las organizadoras de la manifestación iban respondiendo con datos más certeros:
“Durante 2018, el año que no se aprobó la ley, 48 mil personas entraron de urgencia a distintos hospitales por motivos relacionados a abortos clandestinos”, comunicaba a través de las pantallas una de las integrantes de la Red de Profesionales por el Derecho a Decidir.
¿De qué se trata el nuevo proyecto de IVE que se debatió el jueves en el Congreso? Su principal objetivo es despenalizar y legalizar el aborto en las primeras 14 semanas de gestación y, dentro del mismo, se incluye también a personas gestantes, es decir, a quienes tienen otras identidades de género distinto al femenino.
Sin embargo, este proyecto de ley tiene algunas diferencias con el que la Campaña Nacional había presentado en mayo del año pasado:
1) La objeción de conciencia: El profesional de salud que deba intervenir de manera directa en la IVE tiene derecho a ejercerla, pero debe derivar a la paciente para ser atendida por otro/a profesional. Cabe destacar que esto no corre para los hospitales públicos ni tampoco en caso de que la vida de la persona gestante esté en peligro y requiera atención inmediata.
2) Penalizar después de las 14 semanas: La persona que aborte después de la semana 14 y no haya manera de comprobar que lo hizo por las causas que dice el Código Penal, tendrá una pena de 3 meses a 1 año de prisión. Aunque esta sea una pena excarcelable, la persona puede llegar a tener antecedentes penales por el hecho.
3) Plazos para realizar abortos: El proyecto de la Campaña establecía un plazo de cinco días desde que es solicitado el aborto, pero el Poder Ejecutivo lo extendió a 10. Las consecuencias que esto puede tener sobre las personas gestantes inquieta a varias organizaciones que se ocupan del tema ya que el lobby que ejercen los sectores antiderechos para impedir que se lleve adelante la práctica es muy fuerte.
4) Implementación de la Educación Sexual Integral (ESI): Mientras que el proyecto de la Campaña propone la incorporación del tema en los contenidos educativos, ni la media sanción de 2018 ni el proyecto de ahora han decidido incorporarlo.
Sobre el escalón de la Auditoría General de la Nación estaban sentadas Ivana, 26 años, y Sofía, 27, tomando una cerveza. Ambas coincidían en que el hecho de que se haya llegado a discutir nuevamente el tema del aborto en el Congreso se debía a la lucha ganada de los feminismos.
“Hace unos años viví una situación que me traumó muchísimo: una muy amiga había quedado embarazada, intentó hacerse un aborto y terminó internada en un hospital. Yo estuve con ella en todo momento y lo que sufrimos no me lo olvido más. Así que hoy vine por ella también, porque el aborto es algo que existió siempre, y no quiero ver nunca más a una amiga así, ni tampoco quiero tener que pasar yo por ese tipo de situaciones”, se plantaba Ivana.
Mientras las chicas hablaban, en las pantallas, un diputado del Frente de Todos -el partido del Gobierno actual que se manifestó abiertamente a favor del proyecto- hacía hincapié en la cantidad de abortos que se producen en el país de forma clandestina: “al ser clandestino no tenemos datos estadísticos concretos, pero se estima que más de 450 mil mujeres y personas gestantes se han realizado abortos durante este año”.
Si no hay baile no es mi revolución
Mientras caía la noche, esa parte de la ciudad que había sido arrebatada por el espíritu de lucha y el deseo entusiasta de las personas que se manifestaban, empezaba a transformarse: había quienes se iban a descansar y a seguir la votación desde sus casas, pero también estaban quienes preferían desvelarse en la vigilia hasta el día siguiente para poder presenciar el resultado de la votación en vivo y en directo.
Era el momento de las pibas de la secundaria que aprovechaban la ocasión especial para pasar la noche fuera de sus hogares; el momento también de las señoras elegantes que se tomaban una y mil cervezas en los bares cercanos mientras esperaban; y el tiempo para que las maricas, las tortas, las travas, las chongas, les trans, ensayaran sus pasos de baile arengando a la multitud a puro encanto y juegos de seducción.
Por eso, lo que de día funcionaba como espacio de cantos, reclamos y lucha colectiva, de noche fue cediendo lugar a las pistas de baile, al “rancheo”, a las cervezas, al reggaeton, a la música electrónica, a los DJs que aparecían con sus bandejas, a los torsos desnudos y despojados, a las miradas, a los puchos compartidos, a las risas cómplices, a las caminatas hasta algún supermercado abierto para comprar más alcohol o cigarrillos, a fumar un poco de marihuana entre amigas para pasar la noche.
Fue, también, un momento para encontrarse con gente que antes no se había visto, que no se había abrazado. La vigilia también era eso: la calle como casa colectiva de encuentros, como la distensión necesaria después de un año demasiado hostil; entonces había que olvidarse por un rato de todo, había que abrazarse y besarse un poco, aunque se sabía que no se podía o no se debía, porque era potente y conmovedor volver a encontrarse allí, en la calle, en ese único lugar donde habita lo auténtico de todas las luchas: la calle y las personas unidas por una causa en común como lo único necesario para hacer cualquier revolución.
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Video: Irupé Tentorio
A medida que pasaban las horas aparecía también el sueño, el cansancio, los ojos que se cerraban después de mirar durante horas las pantallas o el celular, en donde el debate todavía seguía sucediendo en el recinto. Algunas personas ponían sus mochilas o abrigos en el piso para poder acostarse, otras permanecían despiertas practicando una espera activa, una vigilia improvisada. Y todas, pudieran dormir o no, compartían un único y hermoso sueño en común: el del aborto legal, seguro y gratuito para todes.
Banderas verdes en tu corazón
Victoria, 20 años, comentaba que su sentir feminista empezó desde hace un tiempo: “Me empezaron a dar miedo algunas cosas. Por ejemplo, andar sola de noche por la calle, algo que a mis amigos varones nunca les pasó. Entonces, empecé a profundizar en eso y me di cuenta de la enorme desigualdad que existe entre ellos y nosotras. Creo que tenemos que luchar mucho para poder cambiar eso”.
Dentro del terreno onírico y atemporal de la vigilia, las horas pasan de modo distinto. De pronto, una hora se hace eterna, y otra sucede en apenas un solo instante. A veces se corría la voz de que la votación se iba a adelantar, y luego se decía que no, que se podría llegar a definir cerca de las siete de la mañana.
Como sea, por ese entonces aún quedaba muchísima gente afuera del Congreso, y cuando al fin llegó el amanecer, un viento refrescante ayudó a despejar varios rostros cansados, y sirvió también como motor para volver a activar los cuerpos en los últimos momentos de la vigilia.
Cuando la música se terminó, las integrantes de la Campaña pidieron a quienes estaban dispersos que se acercaran más al Congreso para que la muchedumbre se juntara y se hiciera sentir en el recinto, en donde los discursos seguían aún por esas horas y algunos funcionarios y funcionarias hablaban y hablaban pareciendo no tener en cuenta que afuera había tanta gente sin dormir, esperando ansiosa los resultados.
Temprano, a primera hora, el discurso de una diputada del partido oficialista volvió a encender los ánimos y la emoción del pueblo. "El mundo es injusto. Pero la respuesta no está en nuestro útero. Por el contrario, la injusticia viene de un sistema que se basa en la explotación de las mujeres y de la naturaleza", advertía.
Y entonces por fin llegó el momento tan esperado. El proyecto en breve se votaría. Las sensaciones volvieron a mezclarse en los cuerpos: los nervios, la conmoción, el agotamiento, la esperanza, el optimismo. La gente se mantenía expectante mirando las pantallas y se preparaba para levantar los pañuelos verdes, sostenerlos bien estirados, en alto, mirando al frente, al cielo, como si fuera un símbolo, una cábala o un hechizo para que la media sanción conseguida en 2018 volviera a repetirse. El ritual de siempre.
El voto del Congreso se hizo esperar hasta las 07:25 AM, casi 22 horas después de que habían comenzado las concentraciones. El proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo ganó por 131 votos a favor contra 117, y hubo también 6 abstenciones.
Ahora, la legalización del aborto se votará en el Senado el próximo 29 de diciembre, el mismo lugar en donde hace dos años el proyecto fue rechazado. Pero para este año, si bien aún no se puede confirmar con exactitud, se estima un escenario distinto: varios senadores y senadoras ya anticiparon su voto a favor, y hay quienes parece también tenerlo decidido, pero prefieren no hacerlo público debido a las grandes presiones de los grupos antiderechos.
En la manifestación, ni bien se confirmó la victoria, empezaron de nuevo los festejos, los llantos de desahogo, de alegría y de emoción; los abrazos, y los cantos a favor del aborto legal y en contra de las prácticas clandestinas.
Zoe, de 17 años, se había quedado toda la noche despierta y por primera vez en su vida fue parte de una experiencia que recordará para siempre: “me siento parte de algo muy grande, y estoy segura que ahora no vamos a parar hasta que se apruebe la ley, que va a significar la liberación del cuerpo de la mujer y de todas las personas gestantes. El acceso al aborto legal es una deuda que la democracia tiene con nosotras desde hace mucho tiempo, y es algo que de una vez por todas va a tener que terminarse.