Sistema Nacional de Cuidados: Equidad de género y crecimiento económico para Chile
Chile enfrenta una encrucijada fundamental en materia de cuidados. Según datos recientes de ENADE 2022, el 70% de las personas con algún grado de dependencia son cuidadas por mujeres. Además, según cifras del Banco Central en 2020, el trabajo doméstico y de cuidados no remunerados representaba un 25,6% del PIB. Estas cifras no sólo revelan una desigualdad de género alarmante, sino también una desatención por parte del Estado y la sociedad en general hacia una labor esencial para el bienestar social y económico del país.
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El rol del Estado en la provisión y regulación de los cuidados es ineludible. No puede seguir siendo un tema relegado al ámbito privado, donde las madres, padres o tutores cargan con la responsabilidad de cuidar a los dependientes. Es imperativo que el Estado chileno asuma un papel activo y central en la creación de un sistema nacional de cuidados que garantice el acceso equitativo y de calidad a estos servicios.
Un Sistema Nacional de Cuidados debe ser visto como una política de Estado fundamental, similar a la educación o la salud pública. Es necesario que se establezcan normativas y recursos adecuados para profesionalizar y dignificar el trabajo de cuidado, integrando a este sector en la economía formal. Esto no solo aliviaría la carga desproporcionada que actualmente recae sobre las mujeres, sino que también contribuiría a una distribución más justa del trabajo y los recursos en la sociedad.
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Además, la participación de las empresas en esta transformación es crucial. Las políticas corporativas deben evolucionar para apoyar tanto a mujeres como a hombres que son cuidadores. Esto puede incluir desde la implementación de horarios pensados para personas cuidadoras, licencias remuneradas por cuidado, hasta la creación de espacios de cuidado infantil en los lugares de trabajo. Las empresas tienen la responsabilidad social de contribuir a la equidad de género y al bienestar de las y los trabajadores, y promover políticas de cuidado es un paso vital en esta dirección.
El argumento económico también es sólido: al integrar el trabajo de cuidado en la economía formal y proporcionar apoyo estatal, se podría liberar un potencial productivo enorme actualmente subutilizado. Las mujeres, que en gran parte han debido relegar sus carreras o trabajos debido a sus responsabilidades de cuidado, podrían reintegrarse al mercado laboral en mejores condiciones, aumentando la fuerza laboral activa y, por ende, el crecimiento económico del país.
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En conclusión, la creación de un Sistema Nacional de Cuidados en Chile es una necesidad imperiosa y una responsabilidad del Estado. Es hora de reconocer el valor intrínseco del trabajo de cuidado, no solo en términos de equidad de género sino también como un pilar esencial para el desarrollo sostenible del país. Solo con un esfuerzo conjunto entre el Estado, las empresas y la sociedad, podremos avanzar hacia una sociedad más justa y equitativa, donde los cuidados no sean una carga invisibilizada, sino un derecho garantizado para todos y todas.