Como si su renuncia fuera una historia de tres actos, Patricia Hidalgo abrió la obra con encendidas declaraciones dando a conocer a la luz pública una serie de supuestas presiones del gobierno para que votase a favor de dos proyectos inmobiliarios con los cuales ella estaba en realidad en absoluto desacuerdo.

Así, se erigió como adalid ambiental acusando falta de coherencia de sus superiores con la agenda verde en un relato que fue replicado sin contraste de fuentes por los medios masivos, donde su salida fue argumentada a una supuesta incompatibilidad valórica y falta de consecuencia de su agenda propia con la del gobierno que la nombró.

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Arrojo que no tiene correlación con las actas públicas de ambos proyectos en cuestión. De hecho, al revisar los expedientes, no se registran comentarios o reparos -ni en contra ni a favor- de parte de Hidalgo en su calidad de autoridad, que es cuando más peso político y burocrático tienen los altos funcionarios de gobierno para hacerlo.

Contrataciones arbitrarias y denuncias públicas de malos tratos a funcionarios; viaje de vacaciones no autorizado; compromiso ambiental del que no hay evidencia en actas del SEIA de proyectos Quilicura y Ñuñoa y grave negligencia del cargo, son parte del historial funcionario de la ahora ex Seremi de Desarrollo Social.

Mala evaluación

Si existen descargos, estos fueron hechos en fechas posteriores a su salida del Ministerio desde un puesto caracterizado por ser "de confianza" y que en la administración pública obliga a varios deberes, entre ellos, tener una "sintonía virtuosa" con el gobierno de turno que te nombra y tener las "competencias correctas" para el ejercicio del cargo.

En el caso de Hidalgo, por un lado la pérdida de confianza fue progresiva y, por el otro, los cuestionamientos técnicos un detonante debido a "la falla grave en el ejercicio del cargo" al no presentar "una denuncia por presunta violación de una niña en un hostal que tenía convenio Mideso" (Ministerio de Desarrollo Social), según el comunicado emitido por la misma cartera ministerial al anunciar su salida debido a que “se desentendió formalmente de la presentación de la denuncia”.

Ni confianza ni partido

Sin embargo, la desvinculación no quedó ahí. Y en un segundo acto la ex Seremi informó, además de su renuncia a su partido, el PPD, el desmarque público de sus dichos y acciones frente a la polémica con tono victimizante.

El primer actor en rechazar sus dichos fue la Asociación Nacional de Funcionarios y Funcionarias del Ministerio de Desarrollo Social y Familia (ASOFUMI), entidad que acusó un liderazgo de malos tratos; sobrecarga laboral a funcionarios y generación de mal clima de trabajo debido a contrataciones arbitrarias de personas sin competencias técnicas exigidas por el ministerio.

Las acusaciones de ASOFUMI apuntaron a que la ex Seremi había intentado crear un círculo de trabajadores de absoluta confianza, en pro de un beneficio político social, “de una desfachatez nunca antes vista en el Ministerio de Desarrollo Social desde la vuelta a la democracia”, indicó el comunicado de la asociación.

Funcionaria de Piñera

Complejos antecedentes laborales en torno a Hidalgo que ya tenían un capítulo registrado en 2010, cuando “irritó al Bacheletismo” luego que al finalizar su primer gobierno, la ahora cuestionada funcionaria pública optara por seguir en su cargo de jefa de correspondencia durante el primer año del gobierno derechista de Sebastián Piñera.

Una actitud de “desfachatez”, como advirtió ASOFUMI, sumado a un cuestionable compromiso con el cargo que se reveló en otros dos episodios poco conocidos.

El primero, cuando retrasó el inicio de sus funciones por encontrarse a medidos de abril de 2021 en Disney World  -fue nombrada el 1 de abril pero se integró al puesto el 18 del mismo mes-, y, segundo, un mes después, en mayo, cuando ante una invitación oficial para asistir a un encuentro de sistemas nacionales de cuidado en Colombia -y al que debía ir la subsecretaria Francisca Perales-, Hidalgo solicitó vacaciones y de forma imprevista apareció en el encuentro  presentándose como "representante del gobierno".

Esperado desenlace

Entre estos "ires y venires" de Hidalgo, el tercer acto se escribe en la Contraloría de la República, entidad que entró en escena para determinar las responsabilidades funcionarias de su breve tiempo como seremi de Desarrollo Social de la Región Metropolitana, entidad que debe investigar entre las responsabilidades tras la no presentación de la denuncia a favor de una menor de edad vulnerada en sus derechos y las acusaciones de afectación a la honra contra la ex Seremi.

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Investigación en torno al rol de los cargos de confianza de la administración pública de la que los partidos políticos deben tomar nota para que los nombramientos de este tipo se realicen bajo criterios serios de real confianza y aptitudes, de tal forma de garantizar a los ciudadanos la real vocación de servicio público, y no meramente de salida laboral, de sus funcionarios.