Impactos ambientales en Chile podrían repetirse en Patagonia argentina: Industria del salmón avanza en Tierra del Fuego
El 14 de diciembre la Legislatura de Tierra del Fuego modificó la Ley 1355, norma que desde 2021 prohibía la producción a escala industrial de salmón en dicha provincia, con lo cual flexibilizó la explotación de esta especia exótica en el Océano Atlántico.
Cuando se aprobó hace casi cinco años, la norma significó un avance en la protección de los ecosistemas acuáticos. De hecho había sido valorada como un ejemplo regional frente a la expansión de una industria que presenta impactos ambientales ampliamente documentados. Su reciente flexibilización, sin embargo, volvió a encender las alertas a ambos lados de la frontera.
Para la doctora Nancy Fernández, investigadora de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego y presidenta de la Asociación Mane’kenk, el cambio normativo no sólo habilita la salmonicultura industrial, sino que constituye un retroceso grave en términos legales y ambientales. A su juicio, la nueva Ley provincial “está maquillada con un lenguaje de sustentabilidad y control ambiental, pero en la práctica habilita la instalación de jaulas en el mar y el uso consuntivo de aguas de ríos y lagos, en zonas de gran estrés hídrico”, con lo cual contradice otras normativas vigentes como la Ley de Aguas provincial.
Fernández advierte que la reforma vulnera el principio de no regresión ambiental, incorporado en la legislación argentina, al debilitar estándares de protección previamente alcanzados. “No sólo es preocupante el contenido de la norma, sino también la forma en que se aprobó: sin debate público real, sin discusión en comisiones y con múltiples vicios de procedimiento”, señala, adelantando que organizaciones locales ya evalúan acciones judiciales para impugnar su constitucionalidad.
Desde una mirada regional, Andrea Michelson, coordinadora regional del Foro para la Conservación del Mar Patagónico y Áreas de Influencia, subraya que los impactos de la salmonicultura no son hipotéticos, sino ampliamente documentados, especialmente en la Patagonia chilena. “Existe evidencia sólida de contaminación orgánica e inorgánica, eutrofización de fiordos, transmisión de enfermedades a fauna nativa y escapes masivos que afectan especies silvestres y comerciales”, explica.
En ese contexto, Michelson considera especialmente grave que Tierra del Fuego (Argentina) retroceda en su marco normativo. “Al modificar la ley han decidido ignorar tanto la evidencia científica disponible como la voluntad ciudadana que respaldó la Ley original. Además, se abre un precedente peligroso que puede debilitar otros avances de protección ambiental en la Patagonia argentina y chilena”, advierte.
La especialista recalca que los beneficios económicos de esta industria no han sido debidamente demostrados a nivel local, mientras que los riesgos para actividades estratégicas como el turismo de naturaleza y la pesca artesanal son evidentes. “Impulsar la salmonicultura en un ecosistema de altísima sensibilidad es repetir errores conocidos, habilitando un nuevo frente de degradación ambiental”.
Desde Chile, Ginnia Silva, de la Fundación Ciudadanos y Clima, califica la promoción de la industria del salmón en Tierra del Fuego como “una contradicción total” frente a los compromisos de conservación y adaptación al cambio climático. “La Patagonia es uno de los últimos territorios prístinos del planeta y ya cumple un rol clave como refugio climático. Pensar en su futuro implica protegerla, no degradarla”, sostiene.
Silva advierte que la industria salmonera depende precisamente de la existencia de aguas limpias y ecosistemas poco intervenidos, los mismos que va deteriorando a medida que se expande. “Es una actividad que deja huellas profundas: contaminación por antibióticos, anoxia bajo las balsas jaula y afectación de toda la cadena trófica. Cuando un territorio se degrada, la industria simplemente busca avanzar hacia nuevas áreas prístinas”, explica.
Desde su experiencia de trabajo en Argentina y Chile, la representante de Ciudadanos y Clima enfatiza que los impactos en Tierra del Fuego no saben de fronteras. “En una isla compartida, fenómenos como la contaminación marina, la introducción de especies exóticas o el aumento del nivel del mar generan efectos binacionales. Por eso las respuestas deben pensarse de manera integrada, fortaleciendo espacios de coordinación entre Chile y Argentina”.
Salmoneras en Chile
Las expertas coinciden en que la experiencia chilena ofrece lecciones claras. En el sur de Chile la salmonicultura se expandió incluso dentro de áreas protegidas, donde mantiene más de 400 concesiones, acumulando conflictos socioambientales, contaminación persistente y una creciente producción en estas zonas bajo salvaguarda ambiental. “Chile es una advertencia viva de lo que ocurre cuando una industria poderosa avanza sin una planificación ecosistémica adecuada y sin control estatal”, señala Fernández.
Para Silva, la pregunta de fondo sigue siendo incómoda pero necesaria: “¿Para qué tenemos parques nacionales, áreas protegidas y leyes ambientales si se permite instalar una industria que las contradice?”. Michelson agrega que escuchar a la ciudadanía y a la ciencia no es una opción, sino una responsabilidad institucional básica si se pretende hablar de desarrollo sostenible.
En un escenario de crisis climática y pérdida acelerada de biodiversidad, la flexibilización de la normativa fueguina reabre un debate que va más allá de lo local. Lo que está en juego no es sólo el modelo productivo de una provincia, sino el futuro de los ecosistemas y territorios más australes del planeta.
Esta nota se publica en alianza con la campaña Salvemos la Patagonia.