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Muestran cómo las salmoneras se expanden en parques y reservas nacionales: Más de 300 concesiones activas en áreas protegidas
Salmoneras en áreas protegidas. Foto: Daniel Casado.

Muestran cómo las salmoneras se expanden en parques y reservas nacionales: Más de 300 concesiones activas en áreas protegidas

Por: Michael Lieberherr Pacheco | 25.11.2025
Dentro de mares bajo protección oficial del Estado, la industria salmonera se está expandiendo a un ritmo mucho más rápido que afuera, a pesar de los daños ambientales que significa la actividad en ecosistemas marinos de la Patagonia que son refugios climáticos clave para la biodiversidad.

Un nuevo informe de la campaña Salvemos la Patagonia, realizado por la Fundación Terram, encendió las alertas sobre la producción de la industria salmonera dentro de parques y reservas nacionales de la Patagonia. El estudio, que revisó más de dos décadas de datos oficiales, revela que mientras la industria salmonera chilena creció en promedio un 4% anual entre 2001 y 2023, dentro de áreas protegidas la tasa se dispara a cerca del 30%.

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La investigación Cosecha de salmónidos en áreas protegidas de la patagonia chilena: impactos, actores y tendencias, realizada por Cristopher Toledo y Blanca Valdés, identificó 409 concesiones otorgadas al interior de áreas protegidas, de las cuales 309 están activas. En conjunto produjeron 3,2 millones de toneladas de salmones en el periodo analizado. Dos reservas concentran casi todo el fenómeno: Las Guaitecas (221 centros activos) y Kawésqar (60), que juntas explican cerca del 80% de toda la producción salmonera realizada dentro de áreas protegidas.

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Según Toledo,  economista de Terram, los hallazgos revelan un patrón estructural: “Las áreas protegidas se han convertido en un engranaje central del modelo salmonero. Las condiciones naturales que justificaron su protección parecen estar potenciando la productividad de la industria”.

Concentración de empresas

El estudio también detecta que durante crisis sanitarias o ambientales —como el virus ISA, las floraciones algales nocivas o la pandemia—, las cosechas disminuyeron fuera de áreas protegidas, pero aumentaron dentro de ellas. Aunque el análisis no permite afirmar causalidad, Toledo señala que existe una correlación estadística consistente:

“Podemos suponer que las  áreas protegidas están actuando como refugios productivos, ya que las concesiones dentro de parques y reservas no sufrieron la misma caída que el resto. De hecho, ocurre lo contrario, en promedio, aumentaron sus cosechas cuando afuera la producción bajaba”.

También se revela una fuerte concentración empresarial al interior de estos sectores bajo protección oficial: más del 80% de la biomasa cosechada queda en manos de un puñado de empresas, principalmente en las reservas nacionales Las Guaitecas y Kawésqar, donde los últimos años se producen en total más de 200 mil toneladas de salmones anuales. 

Para Cristopher Toledo esta situación muestra un patrón estructural preocupante: mientras las áreas protegidas fueron creadas para salvaguardar ecosistemas únicos, sus condiciones ecológicas están siendo aprovechadas casi en exclusiva por unos pocos actores privados para producir a gran escala. “Un grupo reducido de empresas controla la mayor parte de la producción dentro de parques y reservas, utilizando un bien público sin pagar un canon especial ni compensar sus impactos ambientales”, advierte el economista.

Falta de coherencia normativa

Para el abogado ambiental de Terram, Diego Rojas,el problema también es legal. “La presencia de la industria salmonera en parques nacionales es contraria tanto a la Convención de Washington como a la Ley que  creó el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas. Las normas prohíben actividades industriales dentro de estas áreas”.

Incluso en el caso de las reservas nacionales -donde ciertos usos pueden permitirse- la evidencia científica hace difícil justificar la instalación de una actividad altamente intensiva: “Su presencia en reservas también es jurídicamente cuestionable”, afirma Rojas.

Además, el abogado advierte que “Chile necesita mecanismos legales y de ordenamiento territorial que permitan evaluar la compatibilidad real de estas concesiones y retirarlas si es necesario”.

Tras más de dos décadas de datos, el estudio evidencia una clara tensión entre conservación y modelo industrial. Toledo lo resume así: “Creamos áreas protegidas para proteger la biodiversidad, pero las estamos utilizando para sostener uno de los modelos industriales más intensivos del país”.

La campaña Salvemos la Patagonia busca la salida de las salmoneras de áreas protegidas, sin relocalización.