Un lobo con piel de oveja

En Psicoanálisis de los cuentos de hadas, Bruno Bettelheim (1903-1990) nos invita a contar cuentos aparentemente crueles a nuestros hijos, ya que estas historias reflejan nuestros conflictos internos, miedos y deseos, concretizándolos y superando sus angustias por lo desconocido.  

En este sentido, el relato de El lobo con piel de oveja de Esopo describe a un lobo hambriento que, para devorar a unas ovejas, se disfraza con la piel de una de ellas, engañando a sus víctimas.

En la actual campaña presidencial, el candidato José Antonio Kast adopta una "piel de oveja", ocultando sus reales propósitos autoritarios, los cuales son incompatibles con los avances a los que se ha llegado democráticamente.

El uso del Estado como fuente de desigualdad

Utiliza la angustia y nos hace caer en su trampa: el fortalecer la desregulación del mercado y utilizar a un Estado autoritario como fuente de enriquecimiento de una elite a la que también pertenece, agudizando la desigualdad.

Tanto su partido, el Partido Republicano, como él mismo, han rechazado propuestas progresistas como el aumento de impuestos a las mayores riquezas del país, la apertura del secreto bancario de las grandes fortunas -una medida esencial para luchar contra el crimen organizado-, y diversas leyes que promueven los derechos sociales: la reforma previsional, la ley de las 40 horas laborales, el aumento del salario mínimo a más de $500.000, o en contra de iniciativas como el copago 0 de Fonasa. Su conservadurismo se traduce además en una firme oposición al matrimonio igualitario y a la ley de identidad de género.

En cuanto al medio ambiente, Kast y su partido se oponen a las regulaciones ambientales necesarias para enfrentar la crisis climática. Rechazan la ratificación del Acuerdo de Escazú, un tratado internacional que protege a quienes defienden sus ecosistemas. En este contexto negacionista, los más afectados por estas posturas son los sectores menos informados, que, por miedo y desinformación, caen en las promesas vacías de esta extrema derecha.

El uso del Estado como fuente de represión

La visión de Bettelheim también nos ofrece una perspectiva tranquilizadora (la piel de oveja) frente a la inseguridad que siente la población. Sin embargo, oculta amenazas profundas e históricas. Por ejemplo, Arturo Squella, presidente del Partido Republicano, en una columna para Ex Ante (18.09.25), argumenta que, para combatir el terrorismo y el crimen organizado, es necesario garantizar que los responsables no sean juzgados por "jueces activistas", (simplemente instala esta idea) sino por tribunales especializados en el uso de la fuerza. O sea, en tribunales que coadyuven con las consecuencias de la instalación por decreto de un estado de sitio.

Pero sabemos lo que implica un estado de sitio: la suspensión temporal de garantías constitucionales ante amenazas graves, lo que permite al gobierno, con el respaldo militar, restringir libertades fundamentales como la movilidad, la reunión o la protección contra arrestos arbitrarios. Esta medida extrema otorga un poder excepcional al Estado y reduce de manera significativa las libertades ciudadanas.

No está claro -el candidato rehúye respuestas concretas- si este estado de sitio sólo se aplicará al crimen organizado o al terrorismo por ellos definidos, sino que también a movilizaciones sociales por la mantención o mejora de sus derechos.

Es importante destacar que este tipo de medidas, que limitan las libertades en gobiernos autoritarios, no solo buscan combatir el terrorismo y el crimen organizado, sino también sofocar cualquier forma de oposición legítima. Kast y muchos de sus aliados (como Johannes Kaiser) han mostrado simpatía por la dictadura de Pinochet, lo que plantea la posibilidad de que sus políticas represivas se inspiren en ese régimen.

La utilización de la creciente inseguridad ciudadana

En su última intervención en el foro de Archi, Kast expresó su deseo de seguir el "modelo Bukele", replicando las estrategias implementadas en El Salvador para controlar el crimen organizado y gestionar las cárceles. Sin embargo, el propio Bukele ha señalado que su modelo no es exportable, ya que la estructura de las "maras" en El Salvador es fácilmente identificable. De este modo, la propuesta de Kast podría ser, en realidad, una táctica para apaciguar a una población atemorizada, aprovechando el temor generalizado para concentrar poder.

Lo que Kast no menciona es que, a pesar del aumento de la criminalidad y la creciente sensación de inseguridad en la población, Chile se encuentra entre los países más seguros de América Latina. De hecho, según The Economist, Chile es considerado el país más seguro para invertir en la región.

Aprovechándose del oligopolio informativo, Kast se enfoca en el temor de la gente, ofreciendo exclusivamente soluciones basadas en la represión. Sin embargo, omite un factor clave: las estrategias para lograr una mayor seguridad deben ser el resultado de esfuerzos conjuntos con otros países del continente, donde la inseguridad es mucho mayor que en Chile y desde los cuales emigra el crimen organizado. Este enfoque limitado ignora la necesidad de una cooperación internacional para abordar el problema del crimen de manera integral.

Mentiras y evasión: Estrategias de Kast

Para implementar sus políticas de desigualdad y represión, Kast emplea dos estrategias clave: la desinformación y la evasión. Su narrativa sobre un país "que se cae a pedazos" oculta los avances reales de Chile, como el incremento de las inversiones extranjeras.

En el ámbito social, cabe destacar la reforma previsional, un logro alcanzado con un amplio acuerdo nacional, pero rechazado por su partido. También se encuentra en marcha la reducción gradual de la jornada laboral de 45 a 40 horas, acercándose a las regulaciones que tienen los países de la OCDE, una medida también rechazada por los republicanos.

Frente a estos avances, Kast propone medidas populistas que no puede defender con argumentos sólidos. Por ejemplo, evade preguntas clave sobre el destino de la cárcel de Punta Peuco en su gobierno, o sobre la continuidad del Plan Nacional de Búsqueda.

Tampoco responde sobre los US$6 mil millones que propone recortar del gasto fiscal, ni sobre su plan para los 300.000 inmigrantes indocumentados, a quienes ya no propone expulsar, sino "invitar a irse". Este tipo de evasión muestra la falta de una verdadera estrategia y la fragilidad de su propuesta.

Enfrentados a las campañas millonarias de la élite que hoy lo apoya, como antes lo hicieron con la dictadura, seguimos manteniendo la esperanza en una ciudadanía que aprende a identificar las trampas del conservadurismo autoritario y que se protege del "lobo con piel de oveja".