Amar y enfrentar el desapego
Participé como asistente en Puerto de Ideas 2025, que está celebrando ya 15 años de vida. En el camino de vuelta, desde Valparaíso hacia Santiago, conversé con una amiga sobre muchas cosas: cuán rápido pasa el tiempo, cómo los hijos crecen y las relaciones cambian. Por la ventana vimos los quebrachos del camino y conversamos sobre dormir, compartir ese espacio con otro y aparecieron comentarios sobre sábanas, cobertores e incluso hablamos de las camas suecas.
Antes, en el puerto, habíamos recorrido sus calles sin lógica, llenas de magia, tomando helado y sacando fotos de flores y plantas. Bajamos y subimos escalones, saludamos a los gatos y también nos pusimos felices porque, de coincidencia, mi amiga encontró regalos que andaba buscando para los profesores del colegio de su hija.
La socióloga Kathya Araujo, a quien vimos en Puerto de Ideas, escribe e investiga sobre el tejido social y hace al menos dos décadas se ha dedicado a construir “el circuito del desapego”, título además de su último libro, del cual habló en la conferencia. Entre otras cosas, se refirió al debilitamiento de los vínculos sociales y planteó que la democratización que comenzó en los años 90 permitió el empoderamiento del ciudadano y con eso su individuación.
Hizo hincapié en que para la sociedad y para los sujetos latinoamericanos ese ha sido un tremendo avance: porque como persona defino mis derechos, mis intereses y mis emociones. Sin embargo, este proceso ha sido acompañado de un modelo económico que, a sus ojos y según sus investigaciones, nos llevó al desapego.
Alejados unos de los otros, tomamos distancia, pero dice que en el fondo queremos ser parte de la sociedad.
Yo suspiro al pensar en buscar cómo resolver esta problemática, que Araujo plantea debe concebirse como "una nueva forma de vivir juntos", más que volver a viejas andanzas... entonces me pregunto: y de eso, ¿quién se hace cargo?
La socióloga plantea como alternativa una sociedad de cuidados. Reflexiono: ¿Sabemos qué es cuidar y cómo hacerlo? y más intrigante aún: ¿Queremos hacerlo?
Cuando me despedí de mi amiga, volví a mi celular, el que había abandonado, perdida entre los cerros de Valparaíso, y que usé solo para tomar unas pocas fotos. Me sorprendí al encontrarme con anuncios de cobertores para la cama y de otras cosas relacionadas a lo vivido esos días, incluida la marca de los regalos que compró mi amiga y que nos hizo felices encontrar.
Entonces me pregunto: ¿Nos cuida la publicidad o las marcas cuando nos bombardean con información y productos de esa forma?, ¿Cuál podría ser el rol de los y las publicistas en este circuito del desapego?
No sé cómo reconstruir el tejido social y cuidarnos, pero creo que hacernos cargo y amar es una alternativa y la publicidad está lejos de asumir un rol cuidador. Por eso, los y las publicistas tienen una tarea fundamental en emplazarse a sí mismos y a otros a decidir ser éticos y responsables. A medida que avanza la tecnología, el modelo y la individuación esto será cada vez más importante.