La peligrosa bacteria que "sabe" la hora: Cómo funciona su reloj biológico y cómo impacta en la neumonía y la meningitis
Una nueva investigación científica revela que Acinetobacter baumannii, una de las bacterias más resistentes y difíciles de tratar, se comporta como un humano al detectar cuándo es de día y cuando es de noche, permitiéndole desarrollar su actividad en un ciclo delimitado.
Esta bacteria es responsable de infecciones graves como la neumonía, meningitis o de tipo urinarias. Además, es conocida por su extremada resistencia a los antibióticos.
La investigación publicada en Communications Biology reveló que esta bacteria posee un reloj biológico interno capaz de organizar su actividad siguiendo ritmos circadianos de alrededor de 24 horas, incluso en ausencia total de luz.
La pregunta que impulsó el estudio —si una bacteria puede “saber la hora”— abrió una línea de investigación inesperada.
Los datos muestran que A. baumannii percibe la luz azul y ajusta su comportamiento a ciclos día-noche, un rasgo que hasta ahora no se había observado en bacterias patógenas humanas. Esto podría explicar parte de su eficiencia para sobrevivir en hospitales y evadir tratamientos.
, explica Luis Larrondo, director del Instituto Milenio de Biología Integrativa (iBio).
El fotorreceptor responsable
El estudio identificó al fotorreceptor BlsA como el sensor de luz azul responsable de coordinar estos ritmos. Cuando esta proteína falta, la bacteria conserva su propio ciclo, pero pierde la habilidad de sincronizarse con la luz ambiental.
Luis Larrondo, director del Instituto Milenio de Biología Integrativa (iBio), explica que "BlsA es el principal fotoreceptor de luz azul en A. baumannii y es clave para ajustar sus ritmos circadianos".
En ese sentido, sin este fotorreceptor "la bacteria pierde coordinación, lo que demuestra que es esencial para sincronizarse, aunque no para generar el ritmo interno”.
¿Qué significa este hallazgo para la ciencia?
La confirmación de ritmos circadianos en un microorganismo que no realiza fotosíntesis y que además es altamente patógeno genera un cambio relevante en la microbiología.
“Es toda una revolución haber confirmado ritmos circadianos en una bacteria no fotosintética y además patógena, por lo que este hallazgo es extraordinario e inusual”, añade Larrondo.
¿Cómo afecta a la medicina?
Si la virulencia, la capacidad de persistir en superficies o la susceptibilidad a antibióticos fluctúan según la hora del día, los tratamientos podrían resultar más o menos efectivos dependiendo del momento en que se administren.
“La evidencia sugiere que estos procesos fluctúan rítmicamente. Lo que viene ahora -y en lo que estamos participando- es entender cómo estos ritmos influyen en la susceptibilidad, la agresividad o la supervivencia del patógeno”, afirma Larrondo.
Aún no se conoce cómo opera molecularmente este reloj interno, a diferencia de lo que ocurre en humanos o cianobacterias.
“En sistemas como humanos o cianobacterias se conocen los componentes del reloj, pero en A. baumannii no se sabe nada aún. Es apasionante comenzar a descubrir cómo funciona”, agrega el especialista.
En ese sentido, el desafío es claro: “la posibilidad de que ajusten su virulencia o su resistencia según la hora del día plantea un escenario radicalmente nuevo para desarrollar terapias más eficaces y diseñar estrategias que permitan anticiparse a una de las amenazas sanitarias más persistentes de nuestro tiempo”, concluye Larrondo.