El debilitamiento silencioso de la democracia frente a las demandas de seguridad y orden que piden más 'mano dura'
Un reciente informe titulado Democracia UDP & Feedback exhibe un escenario político y cultural tensionado: aunque la mayoría de las personas declara preferir la democracia, dicho respaldo se ha vuelto frágil, mientras crece la disposición a aceptar medidas autoritarias en nombre del orden y la seguridad.
Los resultados también muestran una reconfiguración de las fuentes de confianza pública, una demanda amplia por cambios profundos y marcadas diferencias entre izquierda, centro y derecha respecto a valores, autoridad y desigualdad.
La democracia se debilita
El sondeo indica que, si bien 61% prefiere la democracia, un 39% la relativiza o la acepta solo bajo ciertas condiciones.
Los investigadores advierten que ya no se trata de un rechazo explícito al sistema democrático, sino de una tendencia más sutil: “la emergencia de una cultura política que relativiza el valor del régimen democrático en función de su rendimiento”.
La insatisfacción también se ha instalado con fuerza: 57% declara estar insatisfecho o muy insatisfecho con la democracia, un sentimiento transversal a edades, generaciones y géneros que se consolida como parte de la experiencia cotidiana del sistema político chileno.
El auge del autoritarismo pragmático
La seguridad emerge como prioridad dominante. El estudio muestra que 57% respalda medidas de “mano dura”, incluso a costa de libertades, lo que refleja un autoritarismo menos ideológico y más práctico, alimentado por la percepción de que el Estado democrático no logra controlar la delincuencia.
Al mismo tiempo, valores como “respeto” (38%) y “responsabilidad” (20%) se imponen como preferencias para la formación cívica temprana, desplazando principios liberales clásicos y reforzando una cultura donde el orden es visto como base del funcionamiento democrático.
La derecha encabeza la demanda por transformaciones radicales
En materia de transformaciones estructurales, el estudio identifica a un país dividido entre la urgencia y el gradualismo. Cerca de 36% del total exige cambios radicales e inmediatos, cifra que asciende a 54% entre quienes se identifican con la derecha.
A ello se suma un patrón contradictorio, pero hoy común: el “perfil híbrido”, donde un apoyo general a la democracia convive con una alta disposición a aceptar autoridad reforzada.
De hecho, 58% está de acuerdo con que “Chile necesita más orden y autoridad, aunque se limite la libertad en algunos casos”, consolidando un autoritarismo normalizado y justificado como solución práctica.