Evitar el “conflicto” negando la libertad
¿Qué se defiende cuando se defiende la vida “desde la concepción hasta la muerte natural”, tal como lo está haciendo el candidato a la presidencia José Antonio Kast actualmente? ¿Qué se esconde detrás de ese discurso “natural”?
Principalmente, se defienden ideas planteadas como verdades totales que sostienen y esconden detrás de sí un modo de administración de la vida y también la muerte, una forma particular y específica de vivirla, eliminando la posibilidad de espontaneidad subjetiva y coartando la libertad individual, como plantea Hannah Arendt.
Se sostiene una visión “natural” (bañada realmente por ideologías religiosas y moralistas particulares) en el cómo deberíamos vivir y también, por si no fuera poco, el morir. Defiende una naturalidad que no es natural, una verdad limpia y pura como si no se jugaran relaciones de poder en esta, poder administrado por el Estado, espacio donde este candidato desea llegar.
Es un discurso que se machaca en las cabezas de la población, replicado constantemente, lleno de sobrentendidos y malentendidos, que busca dominar a las masas y tiene un efecto reductor de sentido al establecer como única verdad las posiciones polares sobre la vida, es decir, lo bueno y lo malo, la víctima y el victimario, entre otras.
Esconde, y a la vez no tanto, un deseo de control de las decisiones del otro, del cuerpo del otro (como también sucede con el aborto) y defiende una negación de la libertad subjetiva. Incluso, desde una perspectiva psicológica, invalida el sufrimiento subjetivo, tan importante para el bienestar en términos de salud mental, un aspecto que requiere especial atención en el contexto de crisis y de altos índices de depresión que actualmente atraviesa el país.
Este discurso, naturalizado por el sector político del candidato, plantea que no se impulsará la discusión de ningún tema que genere algún tipo de desencuentro en el país. Y esto es lo más grave, a mi parecer: hacer creer a las personas que el conflicto, que las posturas distintas, no puedan ser dialogadas o abordadas y que sólo generaran daño. A las personas nos constituye el conflicto, nos desconocemos muchas veces a nosotros mismos y eso es el mejor indicio para comprender que estamos conflictuados constantemente.
Es parte de nuestra vida. Por lo tanto, obviar temas porque podrían generar división, no es más que una forma más de control y deshumanización, que convierte a las personas en sujetos superfluos, despojándolas de su dignidad y de su derecho a tener derechos, como el de tener autonomía sobre el propio cuerpo o, a lo menos, a poder discutirlo.