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Variabilidad de la frecuencia cardíaca se perfila como herramienta diagnóstica de enfermedad hepática crónica

Variabilidad de la frecuencia cardíaca se perfila como herramienta diagnóstica de enfermedad hepática crónica

Por: Nicole Donoso | 26.09.2025
Estudio publicado en la revista científica World Journal of Hepatology propone este marcador como una forma no invasiva de anticipar complicaciones, monitorear tratamientos y mejorar el pronóstico en pacientes con enfermedad hepática crónica.

Una nueva investigación liderada por el Dr. Abraham Gajardo, académico de la Facultad de Medicina e internista del Hospital Clínico Universidad de Chile, pone en el centro de la discusión médica un marcador que hasta ahora había sido subestimado: la variabilidad de la frecuencia cardíaca (VFC).

Este parámetro, relacionado con el sistema nervioso autónomo, podría convertirse en una herramienta clínica de alto valor para el abordaje integral de pacientes con enfermedad hepática crónica (EHC).

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La revisión, recientemente publicada en el World Journal of Hepatology, reúne por primera vez la evidencia científica sobre el uso de la VFC como indicador en personas con daño hepático, consolidando información que hasta ahora estaba dispersa.

“Nosotros recibimos una invitación para publicar en WJH esta revisión de la literatura que resume la información que existe disponible sobre la variabilidad de frecuencia cardíaca en la evaluación de pacientes con daño hepático crónico (DHC). Sólo había información disgregada y hasta este momento no se había condensado toda esa información en un mismo artículo, que es lo que hicimos nosotros”, explicó el Dr. Gajardo.

Un buen corazón no late siempre regular

A diferencia de lo que se suele pensar, un corazón sano no late de manera perfectamente regular. Las pequeñas fluctuaciones entre un latido y otro, conocidas como VFC, son precisamente una señal de buena salud.

“La variabilidad de frecuencia cardíaca es, en términos muy generales, un indicador de buena salud", explica.

El corazón "no funciona como un metrónomo, sino que entre cada pulsación —diciéndolo de alguna manera simple— existen milimétricas variaciones de tiempo entre una y otra. Y cuando uno analiza esas variaciones con técnicas apropiadas, permite obtener muchos parámetros que dan cuenta de esta variabilidad”, detalla el especialista.

La importancia de la VFC radica en su estrecho vínculo con el funcionamiento del sistema nervioso autónomo, que regula funciones vitales como la frecuencia cardíaca, la digestión y la respiración.

Por ello, este marcador se convierte en una ventana no invasiva para evaluar el equilibrio y la salud del organismo en general.

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Pronóstico en el daño hepático

Uno de los hallazgos más relevantes del estudio es la correlación entre el nivel de VFC y el avance del daño hepático.

“En el estudio vimos, por ejemplo, que la literatura describía que pacientes sanos tenían una variabilidad de la frecuencia cardíaca mayor que aquellas personas que estaban en una etapa muy inicial de daño hepático crónico y que esta variabilidad iba disminuyendo en la medida que la enfermedad avanzaba”, indica Gajardo.

Además, se observó que ciertas complicaciones asociadas a la enfermedad hepática crónica —como la ascitis, el sangrado digestivo alto o la encefalopatía hepática— mostraban una relación directa con la baja VFC.

“Encontramos también que las complicaciones del daño hepático crónico, como el sangrado digestivo alto, ascitis o encefalopatía, entre muchas otras, estaban efectivamente asociadas con la presencia de este marcador cardíaco”, señala el investigador.

“Incluso, la VFC se asocia de manera independiente con la mortalidad, siendo un indicador pronóstico en pacientes con DHC”, agrega.

¿Puedo implementarse en recintos de salud?

Gracias a su carácter no invasivo y a la creciente accesibilidad tecnológica, este marcador podría implementarse fácilmente en la práctica clínica mediante dispositivos de uso cotidiano.

“La ventaja que tiene la herramienta es que hoy por hoy existen muchos dispositivos que uno utiliza y que registran información sobre cómo se está comportando el corazón, por ejemplo, los smartwatches, que tienen la posibilidad de poder captar cuál es el tiempo latido, que es la principal información con que se calcula la VFC. Entonces, en un registro de 5 minutos, uno puede calcular de manera casi automatizada este marcador”, explica Gajardo.

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