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De la jubilación a la especulación: El salto riesgoso de las AFP al Venture Capital
Foto: Agencia Uno

De la jubilación a la especulación: El salto riesgoso de las AFP al Venture Capital

Por: David Duhart | 03.09.2025
Permitir que las AFP inviertan en Venture Capital exacerba la desigualdad, arriesga pensiones y desplaza la responsabilidad pública hacia la incertidumbre del mercado. El ahorro previsional no debe transformarse en semilla para emprendimientos de nicho: debe proteger la vejez.

La reciente Reforma Previsional ha abierto una puerta inquietante: la posibilidad de que las AFP inviertan en fondos de Venture Capital, financiando startups. Hasta ahora, el régimen de inversiones de las administradoras no permite este tipo de activos, salvo construyendo mecanismos complejos como fondos públicos o “fondo de fondos” que logren sortear la clasificación como inversión extranjera cuando las empresas se internacionalizan.

En este nuevo escenario, las AFP podrían volcar dinero acumulado para asegurar pensiones hacia emprendimientos de alto riesgo, ¿pero estamos poniendo en riesgo a quienes más dependen de ese ahorro?

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Desde la lógica del lobby de Venture Capital, la idea tiene su atractivo: diversificar, buscar retornos elevados, movilizar sectores innovadores. Pero esa lógica ignora la realidad del sistema previsional chileno, que además de ser profundamente desigual, depende de cotizaciones de trabajadores que, en su mayoría, verán diluirse sus fondos en apuestas inciertas.

Chile tiene uno de los índices de desigualdad más altos entre países de la OCDE: un coeficiente de Gini de alrededor de 0,43 en 2022, y cifras ajustadas sugieren un coeficiente de hasta 0,63, lo que lo posiciona entre las naciones más desiguales del mundo. Esa disparidad se traduce en que el ahorro previsional no es un colchón de comodidad, sino protección básica; usarlo para financiar startups que emergen mayoritariamente desde entornos privilegiados -como suele ser el ecosistema tecnológico en Chile- es una afrenta a la justicia financiera.

El ecosistema de startups en Chile muestra síntomas de estancamiento. En el ranking global de ecosistemas emprendedores de 2025, Chile quedó en el puesto 37, detrás de Brasil y Colombia, a pesar de un tímido crecimiento del 10% en número de emprendimientos.

El capital levantado localmente también fue cauteloso: aunque hubo más rondas -de 40 a 54- el monto total apenas superó los US$104 millones, evidenciando reticencia de los inversionistas privados. ¿Queremos que el dinero de las pensiones sirva para cubrir estos vacíos? La inversión privada en etapas tempranas debería consolidarse sin comprometer la seguridad de los cotizantes.

Además, está comprobado que las startups exitosas tienden a surgir de redes sociales y capitales preexistentes: rara vez provienen de la base de la población trabajadora o media. El sistema previsional está llamado a proteger, no a convertirse en caja de apuestas para la élite emprendedora.

Si se abre la puerta, emergen dos riesgos inmediatos: primero, la volatilidad propia del Venture Capital, que puede poner en peligro el capital de quienes están próximos a jubilarse y no cuentan con tiempo para recuperar pérdidas; segundo, un conflicto de legitimidad: ¿cómo justificar que el esfuerzo de toda una vida laboral se utilice para financiar ideas con alta probabilidad de fracaso, mientras se profundiza la inequidad entre quienes más tienen y quienes menos?

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La propuesta contempla que no se obligaría a las AFP a invertir en estas alternativas, sino que se les permitiría hacerlo si consideran que es rentable. Pero en la práctica, la apertura implica presión; en un mercado donde competir por retornos es la norma, ¿quién velará por el afiliado más vulnerable, el que no entiende de renta variable ni de Venture Capital? Y cuando el afiliado esté a punto de jubilarse, cualquier caída será irreversible.

Otro punto crítico es la distribución territorial. El ecosistema de startups sigue concentrado en Santiago -Valparaíso y Concepción quedan muy por detrás- y no hay evidencia de democratización real del emprendimiento. Así, los recursos previsionales serían transferidos hacia cortinas de humo de innovación que, de hecho, poco aportan a la equidad regional o social.

Por supuesto, hay quienes defienden el ingenio emprendedor, y reclaman más inversión pública-privada para revitalizar el ecosistema. Pero aquí la pregunta debería ser otra: ¿por qué usar el ahorro previsional, tan sensible y vital, en lugar de buscar fuentes alternativas, como inversión pública directa, incentivos tributarios o fortalecimiento de redes de inversores ángeles que no comprometan la seguridad futura de los trabajadores?

En definitiva, permitir que las AFP inviertan en Venture Capital exacerba la desigualdad, arriesga pensiones y desplaza la responsabilidad pública hacia la incertidumbre del mercado. El ahorro previsional no debe transformarse en semilla para emprendimientos de nicho: debe proteger la vejez.

Si queremos apoyar la innovación, hagámoslo con recursos que no comprometan el sustento futuro de millones de personas. El camino correcto pasa por fondos separados, transparentes, diseñados para el riesgo, pero jamás con el dinero de las AFP como garantía moral o financiera.

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