
Lucrecia Martel retrata lucha indígena por tierra argentina en documental sobre homicidio de dirigente diaguita
Ha tardado casi quince años, pero la cineasta argentina Lucrecia Martel ha estrenado este domingo en el Festival de Venecia su primer documental, 'Nuestra tierra', para mostrar la batalla de una comunidad indígena por el suelo y por la justicia frente a los caciques y las "patrañas" del sistema.
"Empecé a investigar y si bien siempre ha sido para mi el racismo un problema muy profundo y un gran escollo en la cultura argentina, me parecía que esta vez era necesario ir más lejos y contactar esa comunidad", explicó en la rueda de prensa de la Mostra.
En su primera incursión en el documental, Martel ha abordado el asesinato en 2009 del líder de la comunidad indígena Chuschagasta Javier Chocobar, a manos del terrateniente Darío Amín, en medio de las disputas por unos valles de la provincia de Tucumán (norte).
La pelea que derivó en el homicidio quedó grabada por la cámara de un teléfono móvil y esas imágenes, difundidas enseguida por Youtube, animaron en 2010 a la directora a abordar este suceso.
"Durante muchos años investigamos históricamente a la comunidad y los documentos que tenían para tratar de entender qué es lo que permite a un ser humano sentirse legitimado para sacar un revólver y disparar a unas personas", explicó la cineasta.
Un trabajo de 14 años
Martel recorre con sus cámaras esta tierra disputada, también desde el aire con sus drones, para reflexionar sobre su legitimidad, sobre los derechos de unos pobladores que siguen siendo despojados desde época colonial y desde el nacimiento mismo del país.
Para ello la cineasta, que fiel a su reputación de meticulosa ha dedicado catorce años a este proyecto, también accede al tribunal para recoger el juicio sobre este caso, abierto solo después de nueve años de protestas por parte de los parientes de la víctima.
Aunque en un principio no pretendía utilizar la grabación, finalmente optó por incluirla en el documental, ya que en ella se aprecia la diferencia 'social' entre los terratenientes e indígenas.
"Finalmente nos dimos cuenta de que era una parte fundamental porque en el juicio se pone en acción el lenguaje y todas las artimañas del lenguaje con las que es posible sostener el racismo y todas las patrañas en torno a la legitimidad de la tierra", dijo.
El poder del cine
Martel regresa de este modo a Venecia, tras su último largometraje 'Zama' (2017) y el corto 'Camarera de piso' (2022), con esta defensa de las poblaciones indígenas que, a fin de cuentas, sirve también para reivindicar el poder del cine para abordar estas cuestiones.
"Cuando aparece una película sobre una comunidad indígena, la duda que tenemos en el cine es si uno está autorizado para hablar de esas cosas, si uno se está aprovechando para después estar acá, paseándose por el mundo, con una película sobre el dolor y la frustración de unas personas. Quiero decirles que es indispensable asumir el riesgo histórico de poder equivocarse", sostuvo.
Esto porque, a su parecer, "el cine entró en zonas de impotencia donde las mujeres tienen que hablar de las mujeres, los hombres de los hombres, los negros de los negros o los indios de los indios".
"Es indispensable asumir el riesgo de conversar con los otros", insistió
Laa condenas
El asesinato de Chocobar supuso la condena a 22 años de prisión del cacique, mientras que dos expolicías que lo acompañaban, Luis Humberto Gómez y Eduardo José del Milagro Valdivieso Sassi, recibieron penas de 18 y de 10 años de prisión respectivamente (aunque pocos años después serían excarcelados).
La película, en palabras del productor Benjamín Domenech, ofrece a la audiencia "la posibilidad de entender efectivamente qué sucedió en el pasado para poder imaginar un futuro un poquito más amable" para los pueblos ancestrales argentinos.