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La coherencia olvidada: El desafío de transformar el modelo desde los territorios
Foto: Agencia Uno

La coherencia olvidada: El desafío de transformar el modelo desde los territorios

Por: Paola Chávez Madrid | 21.08.2025
La paridad no puede ser una vitrina decorativa que se desmonta cuando hay que “jugar a ganar”; es una herramienta para disputar el poder, y ese poder se defiende apoyando sin ambigüedades a quienes representan la diversidad y fortaleza de los territorios.

La política chilena enfrenta un desafío urgente: mantener la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Un proyecto que se define como transformador y busca renovar el modelo imperante no puede permitirse acciones que dañen su credibilidad. La ciudadanía ya no tolera discursos que no se reflejan en hechos concretos, ni la falta de generosidad para construir acuerdos amplios y sinceros.

Si el neoliberalismo se consolidó en Chile alejando a las personas de la política, privatizando lo común y concentrando el poder, la respuesta debe ser la opuesta: construir desde los territorios, con liderazgos que han ganado legitimidad en el trabajo de base.

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Sin embargo, en los procesos internos de definición de candidaturas de nuestra propia coalición surgen señales preocupantes: personas con trayectorias consolidadas ven truncadas sus posibilidades por decisiones que priorizan cálculos electorales por sobre la consistencia del proyecto.

Estos liderazgos representan otras formas de hacer política, basadas en la escucha activa y la acción concreta. El trabajo territorial no es un paso previo, sino un capital político en sí mismo.

Quienes lo ejercen conocen de primera mano las urgencias sociales, especialmente aquellas que afectan a grupos históricamente segregados, como las mujeres y las disidencias. Ignorar estas trayectorias es un error político y estratégico: las victorias logradas gracias al vínculo con la comunidad no son casualidad, sino prueba de una confianza ciudadana que no se fabrica desde las cúpulas.

En materia de género y paridad, las cifras son elocuentes: las mujeres apenas alcanzan el 26% del Senado y el 16,2% de las alcaldías. Esto no se debe a falta de candidatas, sino a la ausencia de respaldo estratégico y voluntad política para abrir espacios reales. Como advirtió Pamela Figueroa, consejera del Servel, la brecha no se cerrará solo con leyes; se requieren acciones concretas y compromiso partidario para potenciar liderazgos nacidos en el territorio.

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El llamado “desmonte neoliberal” fracasará si se limita a cambios decididos desde las élites, por el contrario, solo tendrá éxito si las acciones coinciden con los principios que se proclaman. Como dijo la ministra de la Mujer y Equidad de Género, Antonia Orellana: “La paridad es un piso, no un techo”.

La paridad no puede ser una vitrina decorativa que se desmonta cuando hay que “jugar a ganar”; es una herramienta para disputar el poder, y ese poder se defiende apoyando sin ambigüedades a quienes representan la diversidad y fortaleza de los territorios.

Mantener la coherencia interna no es un gesto simbólico, sino la base de cualquier proyecto que aspire a cambiar el país. Si no se resguarda desde dentro, serán las comunidades quienes exijan, fiscalicen y defiendan para que el futuro sea consistente, creíble y verdaderamente popular.

Hoy es momento de que nuestras dirigencias y militancias asuman su responsabilidad, revisen sus decisiones y abran espacios reales a liderazgos nacidos del territorio. La transformación que proclamamos no puede esperar: requiere que tomemos cartas en el asunto ahora, para que la coherencia no sea solo una consigna, sino una práctica viva.

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