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Lactancia, hacia una responsabilidad colectiva (Segunda Parte)
Foto: Agencia Uno

Lactancia, hacia una responsabilidad colectiva (Segunda Parte)

Por: Natassja de Mattos | 14.08.2025
Las políticas públicas, las instituciones y el Estado tienen una responsabilidad fundamental para la construcción de cohesión social al diseñar y promover espacios de encuentro, participación y diálogo entre diferentes sectores de la sociedad, así como fortalecer las redes comunitarias, permitiendo la colaboración y el apoyo mutuo.

A propósito de mi columna anterior alguien me preguntó cómo se avanza, en concreto, para que efectivamente sea una responsabilidad colectiva. Aquí, entonces, una segunda parte con algunas ideas de propuestas concretas:

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  1. Mejorar las licencias postnatales para madres y padres. Las madres tienen 12 semanas (con posibilidad de extensión de 12 semanas más con goce de subsidio), los padres solo 5 días, y las mujeres independientes enfrentan múltiples barreras para acceder al beneficio.

    La corresponsabilidad en el cuidado exige extender el permiso parental para ambos, no como una transferencia de la madre, sino como un derecho propio del padre. Además, se necesita una difusión clara y masiva sobre estos derechos y, particularmente para quienes dan lactancia materna exclusiva, licencias más largas que permitan sostenerla, al menos, hasta los seis meses. Todo esto debería estar acompañado de una protección laboral efectiva que evite despidos (fuero) o cualquier forma de discriminación por lactancia o maternidad.

    *Actualmente se discute un Proyecto de Ley en el Congreso que busca extender la licencia postnatal a un año para las madres, sin embargo, es preciso dar esta discusión en consideración de las trayectorias laborales de las mujeres y el fomento de corresponsabilidad. El primer foco de extensión debería centrarse en el padre para luego mejorar las condiciones de la licencia de las madres.

  2. Proveer de infraestructura adecuada y accesible para la lactancia y la extracción. Aunque una madre debería poder amamantar donde desee o donde el bebé lo necesite, aún persisten prejuicios. Por eso, se deben impulsar campañas de sensibilización en espacios laborales y comunitarios. Asimismo, tanto instituciones públicas como privadas deben estar legalmente obligadas a contar con salas de lactancia dignas, higiénicas, cómodas y equipadas, con refrigeración y elementos que faciliten la extracción y almacenamiento seguro.

    Estas instalaciones deben estar garantizadas con financiamiento fiscal y no depender de voluntad y recurso privado. Este elemento no tiene por propósito la privacidad (lo que sería contraproducente), sino la comodidad y la viabilidad de la lactancia que suele tener dificultades técnicas desconocidas para la mayoría.

  3. Brindar educación y formación continua sobre lactancia, pues son clave para derribar los mitos, sensibilizar y enfrentar la desinformación. La lactancia debe formar parte del currículo escolar en distintos niveles, desde la básica a la educación superior. Además, es indispensable que todo el personal de salud reciba formación en consejería especializada, no solo matronas o matrones, para asegurar una atención informada, empática y basada en evidencia.

    Esta educación debe complementarse con campañas comunicacionales que expliquen los beneficios, pero también las -muchas y variadas- dificultades de la lactancia, el acceso a fórmulas en la red pública y los servicios disponibles para apoyar el proceso.

  4. Garantizar acceso universal e integral a servicios de salud que acompañen el proceso de lactancia. Esto implica crear una red de apoyo profesional mediante consultorios, clínicas, líneas telefónicas y servicios de consejería sobre lactancia, con atención especializada. También se debería incorporar controles específicos de lactancia en la atención primaria y realizar visitas domiciliarias postparto que detecten dificultades tempranas y ofrezcan orientación personalizada, especialmente durante los primeros días.

    En este punto me parece relevante destacar que el problema no es que una asesoría de lactancia esté valorizada en 50 mil pesos (o más) sino que la posibilidad de pagarla sea una responsabilidad individual. Es decir, no se trata de restar valor ni empobrecer a las y los profesionales que asesoran la lactancia, sino problematizar de dónde proviene su financiamiento.

  5. Fortalecer la protección legal y comercial de la lactancia materna. No basta con repetir que la OMS recomienda la lactancia materna exclusiva: habría que recordar también su Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna. El Estado debería, por un lado, controlar la promoción de fórmulas, biberones y chupetes, evitando que se induzca a abandonar la lactancia materna y sancionar la transgresión de estas normas. Pero, por otro lado es fundamental establecer mecanismos de libre acceso, subsidio y regulación de precios para garantizar un acceso equitativo a estos productos cuando son requeridos.

  6. Incluso con un sistema universal, es fundamental considerar las desigualdades que enfrentan ciertos grupos. Se deberían implementar programas específicos para personas adolescentes, migrantes, indígenas, con discapacidad o en situación de pobreza, que contemplen la entrega gratuita de insumos (extractores, frigoríficos portátiles, entre otros) por razones de salud o laborales. Además, es clave ofrecer acompañamiento psicosocial y culturalmente pertinente, con intérpretes y materiales en lenguas originarias cuando sea necesario.

Todo lo anterior exigiría coordinación intersectorial, ya que no corresponde solo a un ministerio ni puede depender del voluntarismo privado, aunque este puede colaborar bajo regulación estatal y con garantías públicas.

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Las políticas públicas, las instituciones y el Estado tienen una responsabilidad fundamental para la construcción de cohesión social al diseñar y promover espacios de encuentro, participación y diálogo entre diferentes sectores de la sociedad, así como fortalecer las redes comunitarias, permitiendo la colaboración y el apoyo mutuo.

Evidentemente lo anterior no lo es todo, el Estado puede incentivar la lactancia con una serie de otros mecanismos económicos y sociales, promoviendo redes de apoyo comunitarias e impulsando la investigación al respecto, por ejemplo.

Para terminar me parece importante señalar que pongo la principal responsabilidad en el ámbito público porque yo no milito en las buenas voluntades ni los granitos de arena, sino en un Estado robusto, presente y diligente. En segundo lugar, que este año hay elecciones presidenciales y parlamentarias, por lo que discutir estas cosas es clave para su incorporación programática.

En tercer lugar, que un Estado y/o gobierno que se muestra preocupado por una baja tasa de natalidad tiene que atender una serie de condiciones que posibiliten la maternidad y paternidad, donde la lactancia es piedra angular.

Y finalmente, ojo, puño y oreja a los proyectos de Sala Cuna Universal y Sistema Nacional de Cuidados que deberían considerar el tema de la lactancia para su correcta integralidad.

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