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"Queremos ayudarlos": Jóvenes chinas se instalan en Meiggs con consultora de asesorías tributarias, jurídicas y de traducción

Por: Natalia Riquelme | 09.08.2025
Dos migrantes asiáticas de 27 años brindan asesorías a la comunidad china para ayudar a enfrentar la barrera idiomática y la tramitación de documentos.

El barrio Meiggs ha estado en la palestra a raíz de la crisis de seguridad que se vive el sector desde hace varios años, algo que diversos alcaldes han intentado enfrentar a propósito de la instalación de comercio ilegal y bandas del crimen organizado.

En el lugar coexisten distintas poblaciones nacionales e internacionales que encuentran allí un espacio para desarrollarse económicamente, por lo que el crisol de culturas es amplio en una realidad que contrasta con la compleja situación policial en ese territorio de la comuna de Santiago.

Allí, en el corazón del barrio en donde el comercio bulle entre toldos improvisados, idiomas cruzados y el constante patrullaje privado, floreció una historia poco común: la de dos jóvenes chinas que decidieron convertir su bilingüismo en una herramienta de integración para toda una comunidad.

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Barrera idiomática, el principal desafío

Se trata de Wen y Yapi, que se conocieron hace 10 años a través de personas en común en Chile. Desde entonces, su amistad ha evolucionado hasta convertirse en una relación profesional que hoy ayuda a más de 90 personas por día a solucionar sus problemas legales, tributarios e idiomáticos.

"Vemos que hay muchos chinitos acá que no entienden español y tienen problemas con la contabilidad, tienen problemas con varias cosas y quisimos ayudarlos ya que nosotras manejamos bien los dos idiomas: chino y español", comenta Wen desde el otro lado de un escritorio con computador.

A su lado Yapi, visiblemente más tímida, responde llamadas telefónicas en chino cantonés mientras resuelve acertijos en la pantalla. "Tenemos traductoras que hablan chino y español, y ayudantes de contabilidad y contadores", asegura.

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Problemas contables, jurídicos y migratorios

Y es que ambas, de 27 años cada una, vieron una oportunidad en medio de la necesidad de la comunidad de China de insertarse en la sociedad chilena y también a sus instituciones, que muchas veces cuentan con obstáculos culturales para formalizar negocios, acceder a salud o firmar relaciones contractuales.

¿La motivación principal? Ayudar a sus compatriotas a regularizarse por medio del diseño de una asesoría integral que busca fomentar el cumplimiento de la normativa no solo en términos migratorios sino también laborales, contables y comerciales.

En el caso de Wen, que se mudó a Chile a los cinco años, actualmente estudia técnico en administración de empresas y figura como la representante legal de la consultora. Además, realiza atención directa a clientes, traducciones, tramitación de patentes y regularización de visas individuales y de reunificación familiar.

Pago de cuentas, horas médicas y más

"Mis papás trabajan en comida china, en restaurantes. Acá había más oportunidad laboral que en China", cuenta mientras se refiere al barrio que las recibió en su emprendimiento. "Acá se centran todos los chinitos y todos los que no hablan mucho español. Tienen problemas casi siempre con contabilidad porque no se pueden entender con contadores que hablan solamente español", lamenta la estudiante.

En tanto Yapi, que llegó a los 11, es contadora general titulada en una universidad chilena y dirige los grupos de trabajo en lo que respecta a la contabilidad pero también los grupos de arquitectos, abogados y corredores que aportan de manera externa al proyecto.

El trabajo es exhaustivo. A veces guían en los pagos de las cuentas o en pedir horas al doctor. Otras veces pueden registrar empresas ante el SII, redactar contratos de trabajo o colaborar con el pago de impuestos. En otras ocasiones hasta pueden mediar y traducir en desacuerdos con nativos u otras materias que requieren de precisión lingüística.

Dueños de mall y restaurantes, el público objetivo

Ellas se encargan de revisar que se cumplan todos los requisitos exigidos por las autoridades migratorias chilenas antes de iniciar cualquier trámite: que el empleador esté al día con sus impuestos, que exista un contrato real, que la visa sea la adecuada.

Muchos asiáticos las contactan por WeChat, la red social más usada por los chinos. En esa plataforma ofrecen paquetes diferidos que varían dependiendo del tamaño del negocio que busca legalizarse, inscribirse, regularizarse o instalarse.

En el caso de los "malls chinos", que generan ventas millonarias, la tarifa por la consultoría es de $120.000. En cambio, si son restaurantes en donde funcionan con pedidos individuales, el precio alcanza los $80.000.

Meiggs: un crisol cultural en crisis

La situación en esas cuadras, sin embargo, no es sencilla. El caos urbano que imperaba en Meiggs hasta hace poco ha comenzado a ceder levemente con la incorporación de guardias privados financiados por la misma comunidad china.

Pero aún persiste el miedo. "Desde que empezaron a estar los guardias está más calmado. Pero antes de los guardias era no calmado", plantea Wen. "No, llegaban con pistolas en el medio del día (...) Robaban joyas, carteras y celulares", especifica Yapi mientras sonríen entre ellas con vasta complicidad.

Pese al entorno hostil, Wen y Yapi han decidido apostar por permanecer. Ven en Meiggs un hogar que, con apoyo y organización, puede ser mucho más que un símbolo de desorden: puede convertirse en un ejemplo de convivencia y esfuerzo compartido.

Desde China con amor

“Si podemos ayudar, ayudamos”, repiten como mantra. No importa si la tarea no está dentro de los servicios formales que ofrecen: si se trata de pagar la luz, acompañar a un adulto mayor al médico o traducir un trámite bancario, ellas están disponibles.

En tiempos donde la desconfianza hacia la migración y el comercio informal tiñe los discursos públicos, la historia de Wen y Yapi es una muestra de lo contrario: de cómo, desde el margen, dos jóvenes pueden tejer puentes donde antes solo había muros.

-¿Creen que les cuesta insertarse?

-Sí, yo creo que sí. Porque no manejan más que hablar con chinos, interactúan solamente con chinos y no interactúan mucho con la otra gente. Lo que ellos saben más son los precios, los productos que venden y cosas así (...) Hay muchísimos que no saben, entonces quisimos ayudar. Igual a la comunidad".