
Construir mayoría: El desafío de Jeannette Jara
Tras la contundente victoria de Jeannette Jara en las primarias del oficialismo, el desafío para la izquierda es construir una mayoría ciudadana a su favor en un contexto de voto obligatorio.
Si bien, en la experiencia reciente, ya se alcanzó una mayoría “en contra” de algo -la segunda propuesta constitucional- de ganar, sería la primera vez que la izquierda logra ser mayoría en positivo, es decir, a favor de un proyecto político concreto. Para ello, un punto de partida interesante es evaluar la participación que tuvo la primaria.
Los 1.420.435 votos que se registraron representan un 9,16% del padrón. Esto es una baja respecto de los 1.750.889 votos que tuvo la primaria Boric/Jadue en 2021, que en ese entonces, con un padrón menor, representó el 11,65% del electorado.
Si bien es correcto señalar que el resultado de esta primaria fue superior a cualquiera de las que ha realizado la derecha (1.343.892 en 2021 y 1.418.138 en 2017) no deja de ser preocupante la baja, en especial considerando el desafío de lograr el 50%+1. Si vamos más atrás, la primaria de la Nueva Mayoría en 2013 convocó a 2.142.070 votantes, un 16,23% del electorado de ese entonces.
Esta baja en la participación puede tener múltiples explicaciones: el 2021 veníamos saliendo de un momento de mucha activación ciudadana: el estallido social. Es plausible suponer que el transcurso de los años haya mermado la participación. Se podría extender el argumento y sostener que algo semejante ocurrió en 2013 respecto del estallido social de 2011. Pero lo responsable es preguntarse qué puede estar faltando hoy para lograr una mayor convocatoria ciudadana.
No hay que indagar mucho para saber dónde están las urgencias de la ciudadanía: seguridad, migración y costo de la vida. Es la conclusión de cualquier encuesta y focus group, al igual que de la conversación con cualquier vecino del 99% de Chile. Sin embargo, en la primaria fue derrotada la ex Ministra de Interior, Carolina Toha, quien estuvo a cargo de la seguridad durante toda su gestión.
Si bien logró estabilizar las tasas de victimización por los delitos de mayor connotación social, e incluso revertir la tendencia histórica al alza de la tasa de homicidios, la percepción de inseguridad sigue en niveles altísimos.
Esto se nutre, en parte, de la alta exposición a noticias policiales, sin embargo, los cambios en los tipos e intensidad del delito son un hecho objetivo, que a su vez están alterando los patrones de conducta de la población: es cosa de caminar por el centro de cualquier capital regional de Chile, lleno de personas y no ver un solo celular en mano.
La incapacidad de Tohá de capitalizar su gestión en seguridad debe ser una alerta para toda la izquierda sobre la difícil tarea para nuestro sector de constituirse como una voz creíble en la principal demanda de la ciudadanía hoy. Más alarmante es la atracción que reciben repertorios represivos tipo Bukele.
Lo que es claro, es que junto con mejores políticas, se necesita atender la vivencia concreta del ciudadano respecto de seguridad. En ello, la izquierda tiene experiencias propias que mirar, como la recuperación de plazas a través de la destrucción de “narcomausoleos”, o la política de iluminación de espacios públicos que ha realizado el alcalde Vodanovic en Maipú, que apuntan en esta dirección.
Del mismo modo, estrategias de diálogo social y prevención de conflicto en contextos de baja cohesión social, cómo lo ha hecho el Plan Buen Vivir en las zonas rurales del sur de Chile, señalan las bases de un repertorio propio de la izquierda para acercar las políticas sociales a lugares donde el Estado hoy no llega, y donde ante su ausencia crece el crimen organizado.
En materia de migración, la valoración del derecho humano a migrar, y la preocupación por el aumento del racismo a nivel global, no puede hacernos perder de vista la afectación cotidiana que ha sufrido parte importante de la población producto del ingreso masivo de migrantes durante la última década.
Si bien este gobierno logró bajar el peak de ingresos que se vivió durante el segundo gobierno de Piñera, la situación de servicios públicos saturados, como consultorios, o los problemas de ruidos molestos que ocurren en muchos barrios de nuestro país, obliga a tener una respuesta.
El asesinato de una persona en Cerro Navia en un altercado por ruidos molestos muestra las graves consecuencias de la ausencia de canalización institucional de estos conflictos por parte del Estado. En ello, la regulación de las “incivilidades” propuesta en el programa de Gonzalo Winter puede servir de punto de partida. Pero tan importante como buenas propuestas, la izquierda debe encontrar un relato coherente de su vocación de inclusión e igualdad, con los problemas reales de convivencias que afectan a las familias chilenas.
Por último, en materia de costo de la vida, se repite el patrón de un gobierno que logró frenar la inflación proveniente de la pandemia, pero no logra capitalizar ello en una gran convocatoria ciudadana a su primaria. Quien mejor lo logró, y en parte ello explica su victoria, fue la candidata Jeannette Jara, a partir del aumento del sueldo mínimo y la ley de 40 horas.
Sin duda ciertas medidas del gobierno ayudaron a mermar sus propios éxitos en esta materia, como reponer el alza de las cuentas de la luz o la fiscalización tributaria a quienes reciben más de 50 transferencias bancarias al mes. Estas medidas son responsables desde el importante punto de vista de las finanzas públicas, pero descuidan la percepción ciudadana sobre del lado de quién está una determinada fuerza política.
Es necesario que el balance, que debe sentirse en los bolsillos y los corazones, sea que el agobio de llegar a fin de mes que viven las chilenas y chilenos es también el mayor desvelo de la izquierda. Aquí radica una de las mayores fortalezas de la ahora candidata presidencial del oficialismo: su capacidad de empatizar de manera creíble con los malestares que aquejan a la mayoría de las y los chilenos.
La gran tarea ahora es nutrir ese liderazgo con propuestas concretas que atiendan estas urgencias ciudadanas, y un proyecto de desarrollo que permita revertir el estancamiento que vive la economía chilena. Desde ahí, sin duda es posible pensar en una mayoría social que ratifique la continuidad de la izquierda por 4 años más.