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La clave del progreso: Ir más allá del crecimiento y democratizar la economía
Agencia Uno

La clave del progreso: Ir más allá del crecimiento y democratizar la economía

Por: Roberto Pizarro Hofer | 19.07.2025
Si Jeannette Jara llega al gobierno, junto con proteger la democracia política, tendrá que impulsar las transformaciones que necesita el país para democratizar la economía. Lo que no pudo realizar el presidente Boric, por intransigencia de la derecha, será el gran desafío que enfrentará la abanderada del oficialismo.

Políticos y economistas de variados signos creen que el crecimiento es la clave del progreso de Chile. Sin embargo, a las familias les preocupa mas que se resuelvan los abusos y desigualdades que recorren el país, a las pymes les interesa una participación más amplia en la actividad económica interna y en las exportaciones; y, los trabajadores anhelan empleos de calidad y salarios más justos. Para ello es necesario democratizar la economía.

Para que se difunda la actividad económica hacia todas las empresas y regiones y el empleo sea de calidad no sirve cualquier crecimiento; se necesita un tipo de crecimiento que no esté concentrado en focos extractivistas, sino que se extienda a lo largo y ancho del territorio nacional, con una actividad productiva diversa y que además sus frutos se distribuyan con equidad.

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El vigoroso crecimiento de la economía chilena de las primeras dos décadas post dictadura, generó una notable acumulación de riqueza, pero se concentró en manos en unos pocos.

En efecto, el 1% más rico de Chile controla la actividad productiva, los bancos, seguros, servicios públicos, exportaciones, AFP, ISAPRES, clínicas privadas, supermercados, malls, colegios, universidades y los equipos de futbol. Este mismo 1% pasó a controlar los medios de comunicación, mediante los cuales defienden sus negocios y promueven el individualismo y el consumismo. El modelo económico es concentrador y excluyente.

La inédita riqueza acumulada por los grupos económicos les ha permitido capturar a gran parte de la clase política. Así las cosas, no ha habido fuerza ni voluntad para neutralizar el peso del dinero en la política, ni para independizar a los medios de comunicación de los grupos económicos.

El gran empresariado ha reclutado exministros y otras autoridades gubernamentales, de signos diversos, para sentarlos en los directorios de sus corporaciones y ha utilizado a lobistas para facilitar sus negocios. Pero, lo más grave ha sido la intervención empresarial en la política contingente, con el pago de campañas parlamentarias y para dictar leyes favorables a sus intereses.

Gran parte de los políticos han sido capturados por el 1% que controla la economía, los que ya no representan a sus electores. No es sorprendente entonces el elevado desprestigio en que ha terminado la actividad política.

Es preciso reconocer entonces que el gran capital es el que manda en Chile y aquí radica el problema central del país: en la inexistencia de democracia económica y ello ha debilitado la democracia política.

Es lo que explica que el Estado haya entregado al gran capital la concesión de nuestras tierras, ríos y mares en gratuidad o a bajísimos costos; y, también, que haya permitido un sistema comercial y financiero oligopólico que extrae inmensos excedentes gracias a la colusión y a la desregulación; y, finalmente, que permita una política social que convirtió en negocios la educación, salud y previsión.

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La concentración económica y el régimen de abusos y desigualdades tienen su origen en una Constitución que redujo el rol del Estado a un mero agente subsidiario, el que ha sido disciplinado por los mercados. Es lo que explica el cansancio y la desafección ciudadana, que dieron origen al estallido social del 18-0 y luego a la demanda por una nueva Constitución, que por variadas razones no logró materializarse.

En consecuencia, si Jeannette Jara llega al gobierno, junto con proteger la democracia política, tendrá que impulsar las transformaciones que necesita el país para democratizar la economía. Lo que no pudo realizar el presidente Boric, por intransigencia de la derecha, será el gran desafío que enfrentará Jeannette.

Para ello se precisa:

  • Un Estado vigoroso y eficiente, capaz de disciplinar los mercados;

  • Una propuesta productiva, con énfasis en las industrias de transformación y no sólo en la explotación y exportación de materias primas;

  • Una macroeconomía para el desarrollo, que cuide la situación fiscal; pero, con una política tributaria favorable a la industria, a las Pymes y defensora de los trabajadores;

  • Fortalecer la sindicalización y negociación colectiva;

  • Una política de salud, previsional y educacional de carácter universal;

  • Sanciones implacables contra la colusión y la corrupción;

  • El cuidado de los ecosistemas, el medio ambiente y de los territorios;

  • Los mismos derechos políticos, económicos y sociales para hombres y mujeres;

  • Convertir la educación, la ciencia, tecnología e innovación en instrumentos fundamentales para hacer realidad una economía industrial moderna;

  • Una política internacional que diversifique nuestras relaciones comerciales y diplomáticas con el mundo y coloque énfasis en América Latina y el fortalecimiento del Sur Global.

Con estas ideas presentes será posible avanzar hacia una democracia económica en el país, en que el foco productivo apunte a las industrias modernas en vez de las extractivas, se reduzca la concentración económica, puedan prosperar las pymes y las regiones, y disminuyan los abusos y desigualdades. Ello tendrá el efecto adicional de fortalecer la democracia política.

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