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¿Qué significan los resultados de estas primarias para la izquierda?
Foto: Agencia Uno

¿Qué significan los resultados de estas primarias para la izquierda?

Por: Andrés Argandoña Besoain | 07.07.2025
El triunfo de Jeannette Jara y del partido Comunista no sólo es un resultado electoral, sino también una oportunidad histórica para las fuerzas de izquierda populares y del mundo del trabajo. Por primera vez en mucho tiempo, una figura con arraigo en la clase trabajadora, con trayectoria sindical y con propuestas concretas para mejorar la vida de las mayorías, se posiciona con opciones reales de disputar el gobierno.

Las primarias del 29 de junio no solo sorprendieron por su resultado. También dejaron al descubierto algo más profundo: la izquierda está en pleno proceso de redefinición, y aparentemente el electorado eligió a quien siente más cercano, no a quien tiene el discurso más complejo o elaborado.

El resultado fue claro: 70% para candidaturas identificadas con la izquierda y 30% para la centroizquierda. Y dentro de ese 70% de izquierda, el apoyo mayoritario fue absolutamente favorable a la candidata Jeannete Jara del Partido Comunista, en contraposición a Gonzalo Winter, perteneciente al Frente Amplio.

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Pero ese dato no debe entenderse como un giro ideológico masivo, por parte del electorado de izquierda hacia la ideología comunista, ni como un rechazo total al Frente Amplio. Lo que reflejan estos números es que hoy la ciudadanía prioriza otras cosas: Cercanía, Historia de vida, Claridad en las propuestas y Capacidad de gestión concreta.

Es difícil pensar que todos los votantes de Jara se identifiquen como comunistas. Así como también cuesta creer que solo un 9% del electorado oficialista se identifique con la izquierda socialista que representa Gonzalo Winter y que en las últimas elecciones municipales obtuvo importantes triunfos en comunas como Maipú o Viña del Mar.

Lo que parece haber ocurrido es que Jara logró representar, con más fuerza que nadie, a ese Chile popular y trabajador, que muchas veces ha sido dejado fuera de los espacios de poder, pero que es mayoría en nuestra sociedad.

Su historia personal -crecida en Conchalí, formada en colegios públicos, con una trayectoria sindical y política desde abajo- generó identificación con miles de personas que ven en ella un reflejo de sus propias vidas. A eso se suman propuestas concretas, como el sueldo vital de $750.000, y su gestión como ministra del Trabajo, donde lideró avances importantes como las 40 horas y el alza de pensiones.

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En cambio, Gonzalo Winter, con todas sus capacidades y claridad política, quedó en una posición difícil. Encajonado entre una candidata hacia su izquierda y otra hacia el centro, sin mucho margen para crecer ni diferenciarse. En cuanto se hizo evidente que Jara era la mejor posicionada para disputar a la centroizquierda, muchos de sus apoyos naturales migraron hacia la ex ministra.

Entonces, más que hablar de una derrota del Frente Amplio o de una victoria estratégica del comunismo, lo que esta primaria mostró es otra cosa: el triunfo de una identidad que busca certezas económicas y representantes que hablen desde la experiencia, no desde el diseño; pero por sobre todo, que generen una cercanía e identificación que permitan soñar con una representación sustantiva en el poder político. Una señal clara de hacia dónde quiere caminar hoy una parte importante del país.

El triunfo de Jeannette Jara y del partido Comunista no sólo es un resultado electoral, sino también una oportunidad histórica para las fuerzas de izquierda populares y del mundo del trabajo. Por primera vez en mucho tiempo, una figura con arraigo en la clase trabajadora, con trayectoria sindical y con propuestas concretas para mejorar la vida de las mayorías, se posiciona con opciones reales de disputar el gobierno.

Si esa energía se canaliza con inteligencia política, con unidad amplia y con un programa que combine transformación y gobernabilidad, podríamos estar ante un momento bisagra: la posibilidad de que Chile camine hacia un gobierno que cuente con la fuerza y la capacidad de redistribuir poder y riqueza, y con poner al centro las necesidades del pueblo trabajador.

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