
Nueva inserción internacional de Chile y los BRICS
En diversas columnas de opinión el académico y cientista político José Miguel Ahumada propone una estrategia de diversificación mediante la incorporación de Chile al bloque de países BRICS. Ahumada sostiene acertadamente que Chile debe superar la inercia de su política exterior tradicional y volcarse hacia una "multipertenencia" estratégica en el nuevo contexto global.
En su análisis, el eje económico mundial se ha desplazado: mientras las potencias occidentales se desaceleran, Asia (China, India y otros), asciende vigorosamente. Los países BRICS –que representan un 35% del PIB mundial, superando al G7– serían un bloque más dinámico con el cual Chile debiese vincularse.
Ahumada propone que Chile se convierta en el primer país del Pacífico americano en integrarse como miembro asociado de los BRICS, aprovechando que Brasil ostenta la presidencia del grupo este año.
Según su análisis, hay múltiples beneficios potenciales: posicionarse en un bloque que lidera la economía global emergente; estrechar lazos con socios clave (China, India, Brasil), que ya son fundamentales para Chile y con los cuales tenemos acuerdos de libre comercio; tener voz en la arquitectura financiera emergente (nuevo banco de desarrollo); y diversificar alianzas más allá de occidente para ganar flexibilidad y resiliencia.
En resumen, esta postura ve en los BRICS una oportunidad para que Chile amplíe su horizonte de relacionamiento y de comercio, reduciendo dependencia excesiva de EE.UU./Europa, apostando por el Sur Global.
En efecto, hoy no es posible depender exclusivamente de un eje geopolítico, ya que esto conlleva vulnerabilidades: una estrategia de “no poner todos los huevos en la misma canasta” tiene sentido para un país como Chile. La posición de Ahumada reconoce con claridad este cambio global, pero vemos en esta postura un exceso de optimismo y especialmente, una falta de precaución estratégica en un escenario lleno de matices.
Existen riesgos políticos, de defensa, de seguridad y de alineamiento valórico en un acercamiento hacia potencias como Rusia, China e Irán (este último agredido ilegalmente sin pruebas de presentar un peligro atómico inminente) pero cuyas agendas, sin embargo, chocan con los valores democráticos que nos orientan, que no son solo occidentales, sino universales para nosotros, como los derechos humanos, los derechos de la mujer y de la diversidad sexual, y que se expresan hoy en nuestra política exterior turquesa y feminista.
El propio hecho de ingresar como miembro pleno a los BRICS corre el riesgo de ser interpretado como un alineamiento geopolítico de Chile, con potenciales costos para nuestro peso específico en el concierto global: por ejemplo, tensiones adicionales con Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá, Japón o Australia (importantes mercados e inversionistas en Chile); o presiones dentro del bloque para adoptar posturas comunes en foros internacionales que pudieran contravenir posiciones chilenas tradicionales.
La guerra en Ucrania ilustra este dilema: mientras Chile ha condenado sin matices la invasión rusa por violar el derecho internacional, varios países BRICS (China, India, Sudáfrica), han evitado criticar a Rusia. Un Chile asociado plenamente a los BRICS podría verse empujado a una postura más ambigua ante agresiones a la autodeterminación de los pueblos, lo que sería incoherente con su trayectoria diplomática.
Ahumada parece no mirar estas complejidades, confiando en que la multipertenencia no erosionaría la independencia chilena; no obstante, el alineamiento implícito en BRICS conlleva riesgos geopolíticos reales para un país pequeño que no se pueden ignorar: no somos Brasil, que tiene su propia agenda en el escenario internacional.
También conviene no sobrevalorar la capacidad exportadora chilena basada en productos primarios y con ello sobreestimar los beneficios económicos de ingresar al bloque BRICS. Es cierto que China e India son mercados gigantes, pero Chile ya comercia intensamente con ellos al amparo de los acuerdos vigentes.
El problema de fondo no es la falta de acceso a mercados, sino la canasta exportadora limitada de Chile. Seguimos exportando principalmente cobre, otros minerales, madera, frutas y pocos productos manufacturados. Sumarnos al BRICS no transformará esa estructura. De hecho la membresía no aportaría mayor dinamismo económico o tecnológico si no resolvemos primero nuestras tareas pendientes en casa, de diversificación y sofisticación productiva.
Chile ya tiene acuerdos comerciales con la mayoría de los países BRICS, por lo que la ventaja comercial adicional sería marginal. Ahumada confía en que la pertenencia al bloque abriría nuevas oportunidades, pero sin una política y una estrategia interna consensuada de industrialización e innovación, un verdadero proyecto de desarrollo nacional, que convoque a las universidades, al mundo privado, a las instituciones del Estado, incluyendo a las fuerzas armadas; estamos en riesgo de que sigamos exportando materias primas, pero sin subir en la cadena de valor y sin asegurar un mayor valor recibido por ello. En ese sentido, habría sólo una continuidad del modelo primario-exportador.
Para aprovechar mejor la relación con Asia, y por cierto con los BRICS, Chile debe primero fortalecer su base productiva nacional y regional; por ejemplo: producir y exportar cobre refinado o partes necesarias para la producción de baterías de litio en vez de concentrados. De lo contrario, la diversificación de socios, no se traducirá en desarrollo sostenible, sino solo en repartir la misma dependencia entre más compradores.
No es la política comercial nuestro mayor problema, sino una política más vigorosa de selectividad tecnológica e industrial. Chile puede y debe participar de todos los foros político-económicos donde puede defender sus intereses, en particular los del Sur Global, y por supuesto en el foro BRICS, mas aún si ha sido invitado por Brasil, pero esto no debe significar necesariamente una pertenencia plena, que requiere un debate y un acuerdo nacional, y no una alineación nacida de una invitación coyuntural.