
Lecciones de un Guerra de 12 días, el conflicto Israel – Irán
Al darse por finalizada la guerra por parte de Irán, es posible ir deconstruyendo varios mitos que se fueron estableciendo en los medios de comunicación durante estas casi dos semanas.
No fue posible el entendimiento rápido de la ‘dinámica contingente’ que implica un conflicto de esta naturaleza, en este contexto actual, y en el ‘hot point’ bélico, que es el Medio Oriente. Por ende, se hace necesario hacer un breve balance de lo ocurrido y el análisis sobre qué tipos de guerras se libran hoy en el mundo, y cuáles son las consecuencias generales a largo plazo para naciones como Chile.
El enfrentamiento entre Israel e Irán no es el más breve en la historia, efectivamente han existido disputas tan cortas como la de Anglo-Zanzibar o “Guerra de 38 minutos” entre Reino Unido y el Sultanato de Zanzibar (Tanzania). Este combate se desencadenó por serias divergencias en la administración colonial británica y el nuevo sultán, quien dio un golpe de Estado, y fue rápidamente obligado a la rendición por la armada británica (Infobae, 03/06/2014).
En conflictos breves también encontramos la Guerra de los 6 días (1967) cuando Israel enfrentó a una coalición árabe constituida por Egipto, Jordania, Irak y Siria en función de la exigencia egipcia de que la ONU se retirara del Sinaí. La victoria de Israel le permitió la anexión de la península del Sinaí, la Franja de Gaza, Cisjordania, los Altos del Golán y el Este de Jerusalén (Muy Interesante, 21/07/2016), y las consecuencias están presentes hasta la actualidad en el Oriente Próximo.
La disputa de Israel e Irán y pronto Estados Unidos marca un antes y un después en las nuevas concepciones de los combates bélicos y el reordenamiento internacional. En el breve lapso de la disputa no se interrumpió nunca el suministro de energía a los mercados globales. Luego de que Irán atacara una base estadounidense en Catar, muchos/analistas pensábamos que vendría un período de distensión, y así finalmente ocurrió.
Esto debido a que el logro de los objetivos de Israel en Irán se fue haciendo menos claro, así como el estado del suministro iraní de uranio altamente enriquecido. Desde el ataque israelita en adelante, Irán ha tenido la perfecta excusa para ocultar el estado de su programa nuclear.
Asimismo, se suma el hecho de que los inspectores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) dejaron de desempeñar sus funciones en el país persa rápidamente debido al riesgo de seguridad, pues fueron vistos como los máximos responsables del inicio del conflicto.
Desde un análisis teórico, el conflicto se encasilla en un ‘Realismo Ofensivo’, donde la meta fue la maximización del poder agresivo y no necesariamente la seguridad o la defensa de soberanía en ambas naciones. De acuerdo a la teoría defensiva-ofensiva de Robert Jervis (1977), la inclinación hacia condiciones de ofensa bélica tarde o temprano desencadenan la agresión, y eso fue lo que ocurrió el 13 de junio.
La teoría de Jervis se entiende bajo la premisa de que Irán estaba incumpliendo con las normas internacionales sobre producción de insumos para armas nucleares, lo que desestabilizaría en la región la cooperación bajo el dilema de la seguridad. Lo mismo pensó Rusia cuando Ucrania estaba postulando su candidatura a la OTAN y a la Unión Europea. El sistema internacional es inherentemente dinámico, y cuando el balance de poder se quiebra, la guerra es un resultado probable (Andrew Heywood 2007).
Al día de hoy no ha certezas de que las hostilidades cesen completamente. Tampoco se está seguro del potencial nuclear de Irán. De hecho, el vicepresidente J.D. Vance y el secretario de Estado, Marco Rubio, señalaron que posiblemente las reservas de uranio iraní sobrevivieron y están intactas, pese a toda la propaganda exitista que vociferó Donald Trump cuando atacó las instalaciones nucleares de Fordo, Natanz e Isfahán. Irán puede contar con instalaciones clandestinas capaces de transformar el uranio en componentes de armamentos reales.
La guerra de Irak marcó un precedente en guerras quirúrgicas de blancos específicos y no población civil, y este modelo fue cambiado por una guerra más sangrienta en Rusia – Ucrania. Con el enfrentamiento entre Israel e Irán volvemos a las operaciones quirúrgicas y la tensión en escalada.
Si lo vemos desde la metáfora de “La Caza del Ciervo” de Jacques Rousseau, podemos proyectar lo siguiente: (a) cooperar y atrapar al ciervo (cooperación y desarme), (b) perseguir un conejo mientras otros permanecen en sus puestos (mantener un alto nivel de armas mientras otros están desarmados), (c) todos persiguen conejos (competencia armamentística y alto riesgo de guerra), y (d) permanecer en la posición original mientras otro persigue un conejo (desarmarse mientras otros están armados).
Me inclino a pensar que son tiempos para tomar posiciones y no de carácter neutral precisamente, pues las proyecciones de guerras cortas y quirúrgicas nos llevan a reflexionar sobre que los estados-nación tenderán a perseguir conejos en vez de cooperar para un desarme y paz mundial.
Países pequeños como Chile deberán esforzarse más en sus estrategias diplomáticas para no ser ‘comidos’ por las potencias mundiales, o ser declarados enemigos por estar en el bando de las potencias emergentes. No sólo los dichos (“speech diplomacy”) del presidente Gabriel Boric marcan la pauta de la política exterior nacional, sino que la inclusión en el grupo de potencias emergentes (BRICS) también es un gesto político que no gustará en occidente.