
Curacaví: De la invisibilidad en la Ruta 68 a la fuerza del voto informado
Vivo en Curacaví, una comuna atravesada por la Ruta 68, la carretera más transitada de Chile, que conecta Santiago con Valparaíso. Por esta vía, diputados del Distrito 14 como Juan Antonio Coloma (UDI), Juan Irarrázaval (Republicano), Raúl Leiva (PS), Camila Musante (independiente, ex-Comunes), Marisela Santibáñez (independiente, ex-PCCh) y Leonardo Soto (PS) pasan en forma muy frecuente rumbo al Congreso, pero rara vez se detienen, ni siquiera para un café.
Para ellos, Curacaví es invisible, si no ignorada hasta que las nuevas elecciones se acercan. Es entonces cuando algunos posan en videos y fotos en redes sociales, fingiendo interés por nuestra comuna. Esta hipocresía electoral es inaceptable, pero también una oportunidad: un voto informado puede transformar el futuro de Curacaví.
Curacaví, parte del Distrito 14 (Provincias: Maipo, Melipilla y Talagante), es una comunidad vibrante de trabajadores, familias y pequeños agricultores que enfrenta desafíos estructurales que han sido desatendidos por años todo esto ocurre mientras la Ruta 68, que cruza nuestra comuna, genera riqueza para otros territorios pero deja poco para el nuestro. La amenaza ambiental de la mina de Colliguay, instalada en la cuenca que compartimos, pone en riesgo nuestras fuentes de agua y biodiversidad.
El transporte a Santiago es costoso, con poca frecuencia, condiciones inseguras y fuera del sistema metropolitano RED, pese a ser parte de la Región Metropolitana. La crisis de vivienda se agrava porque Aguas Andinas no garantiza acceso al agua ni siquiera en sectores urbanos consolidados, dejando a decenas de comités en espera eterna. Y el sistema de salud local está sobrepasado, sin respuesta suficiente para una población en crecimiento.
Ahora se anuncia el ensanchamiento de la Ruta 68, una megaobra con grandes implicancias económicas y territoriales. Pero nuevamente, la comunidad no ha sido protagonista del debate. Este proyecto, impulsado sin diálogo real con los vecinos, amenaza con profundizar la segregación y traer más ruido, contaminación y costos para Curacaví, sin beneficios proporcionales.
La concesión de esta carretera ha significado históricamente ganancias para las empresas privadas, mientras los peajes suben y los impactos negativos recaen sobre la comunidad. ¿Quién velará por nuestras familias cuando comiencen las expropiaciones, los aumentos en los peajes o la afectación directa a nuestras localidades?
He tenido la oportunidad de reunirme con algunos de estos parlamentarios en el pasado. Han dicho estar dispuestos a apoyar las demandas de nuestra comuna. Sin embargo, hasta ahora, ha sido mucho ruido y pocas nueces. Promesas bien intencionadas, pero sin acciones concretas, sin voluntad real de impulsar los cambios que Curacaví necesita con urgencia.
Desde que asumieron en marzo de 2022, los actuales diputados del Distrito 14 han contado con al menos 40 semanas distritales, según el calendario oficial del Congreso. Estas semanas están destinadas precisamente a conectarse con sus territorios, escuchar a la comunidad y actuar en consecuencia.
Sin embargo, en Curacaví, no han convocado a una reunión pública, asamblea o instancia de diálogo para conocer directamente los problemas de la comuna. Han desaprovechado todas esas oportunidades para trabajar con planificación y medidas concretas que respondan a las necesidades reales de nuestros vecinos y vecinas.
Según el Servicio Electoral, en 2021 solo el 47,46% de los 771.724 electores del Distrito 14 votó, reflejando una desconfianza hacia sus representantes. Ninguno ha impulsado soluciones significativas para Curacaví, a pesar de cruzarla constantemente camino al Congreso.
La Ruta 68 simboliza esta indiferencia: mientras autos de alta gama y camiones cruzan a toda velocidad, los problemas de la comuna persisten. El acceso al agua se ha vuelto un lujo en muchos sectores, afectando a familias, campesinos y pequeños productores. El deterioro ambiental avanza ante la falta de protección efectiva del territorio. Y en materia de desarrollo, las iniciativas productivas y locales no cuentan con el respaldo necesario para crecer y generar empleo digno.
En campaña, los diputados llegan con promesas vacías y publicaciones en redes sociales, apostando por likes en lugar de compromiso real. Este oportunismo de nuestros legisladores refleja un sistema político que subestima a las comunidades rurales, pero también revela el poder que tenemos: un voto informado puede romper este ciclo de abandono.
Ojalá que ante las nuevas elecciones del próximo noviembre de 2025, la Ruta 68 deje de ser el camino de los indiferentes y se convierta en el inicio de una nueva historia para nuestra comuna.