
¿La salmuera desde donde se extrae el Litio en Chile es agua o mineral? Una controversia científica que sigue abierta
Estas semanas se ha reactivado la discusión pública sobre el Litio en Chile, debido a los avances en los acuerdos de Codelco para la extracción del mismo desde el Salar de Maricunga.
Hay una pregunta de fondo que permanece sin respuesta definitiva desde un enfoque científico: ¿la salmuera que se extrae de los salares es agua? En esta columna queremos visibilizar una controversia científica que, aunque pueda parecer técnica o lejana, tiene profundas implicancias ambientales y políticas para Chile. Nos referimos al modo en que se clasifica la salmuera en los modelos de evaluación ambiental y, en particular, en los estudios de huella hídrica.
En el caso del Salar de Atacama, estudios recientes basados en la norma ISO 14046, han considerado que la salmuera no debe definirse como agua porque supera los niveles de sólidos disueltos permitidos para considerar un fluido como “agua” (por ejemplo, Marinova et al., 2025, “Water footprint of battery-grade lithium production in the Salar de Atacama, Chile”).
Así, se excluye del cómputo de la huella hídrica, aun cuando su extracción esté relacionada con impactos negativos en microrganismos, flamencos y también en configuraciones hidro-sociales (por ejemplo, Gutiérrez et al., 2022, “Climate change and lithium mining influence flamingo abundance in the Lithium Triangle”, Blair et al., 2024, “Lithium and water: Hydrosocial impacts across the life cycle of energy storage”, Bonelli & Dorador, 2021, “Endangered Salares: micro-disasters in Northern Chile”.
Aquí es donde se abre la controversia. Por un lado, ciertos enfoques ingenieriles y legales han apoyado su exclusión, entre ellos la legislación chilena que considera la salmuera más cercana a un mineral que al agua.
Por otro lado, también hay estudios que, mediante simulaciones moleculares y análisis termodinámicos, proponen que la salmuera debiera considerarse como una forma de agua y que su extracción corresponde, en efecto, a una forma de minería hídrica (por ejemplo, Ejeian et al., 2021, “Is lithium brine water?”).
Lo relevante, y lo que queremos destacar, es que no hay un consenso único en la comunidad científica sobre esta materia. Existen argumentos, datos y metodologías en disputa. Esta es una discusión viva, no resuelta, que refleja cómo las clasificaciones técnicas también construyen realidades sociales y ecológicas.
Si bien el Estado chileno ha institucionalizado una definición jurídica que la considera mineral -algo que también ha sido objeto de crítica desde el derecho ambiental, por ejemplo, en Flores y Alba, 2023, “Water or mineral resource? Legal interpretations and hydrosocial configurations of lithium mining in Chile”-, esa clasificación no agota el debate científico. La ley se enfoca en ordenar y definir limites, pero tampoco está escrita en piedra; por ello, tampoco clausura las preguntas que se hacen en los laboratorios, oficinas o en el trabajo de campo en los salares.
En este sentido, deseamos visibilizar que ante la existencia de evidencia científica que soporta tanto la hipótesis de que la salmuera es agua, y también de que la salmuera no es agua, entonces la definición se vuelve un proceso absolutamente social y político. La forma en que se mide -y lo que se decide medir- no es neutral, porque finalmente lo que queda fuera del modelo, también queda fuera del análisis y cuestionamientos.
Es urgente abrir espacios interdisciplinarios y transdisciplinarios que se hagan cargo de discutir los supuestos detrás de sus modelos. Porque el futuro de los salares no se juega solo en los laboratorios ni en los ministerios, sino también en las formas de pensar -y de nombrar- lo que allí ocurre.