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El desafío del aborto en Boric: El último esfuerzo
Agencia Uno

El desafío del aborto en Boric: El último esfuerzo

Por: Benjamín Escobedo | 07.06.2025
Al margen del resultado, es indispensable el ejercicio y su pronta deliberación. Se gobierna con ideas, no con la Biblia o pretensiones valóricas personales. E insisto, más allá del resultado final, debemos hacer frente al tema y configurar más que nunca un diálogo sincero y oportuno que verse sobre la base de un país democrático, libre y abierto a esa escucha sincera.

Recientemente la Cuenta Pública del Presidente Gabriel Boric encausó grandes preguntas y desafíos como es de costumbre, entre ellos apareció un viejo conocido, denominado aborto.

Para nadie es un misterio que a la fecha aún no tenemos un consenso general y definitivo sobre estas materias en el Congreso Nacional, por tanto, dicha instancia sirvió para extender una cálida invitación hacia todos los sectores políticos de nuestro país.

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Esto con el fin de fortalecer el diálogo, buscar lecturas y cercenar vacíos que impiden concluir con un tema que a momentos aparece como una dialéctica interminable entre promesa y espera respecto de la que, sin duda, necesitamos avanzar con argumentos sólidos, y pavimentar la superficie de la problemática sin sesgos dogmáticos, de lo contrario, mutilamos su valor y atrasamos su deliberación.

En primer lugar, la Cuenta Pública siempre es una instancia propicia para el balance de un periodo presidencial, junto con ello, plasma los grandes aciertos y “deudas” en materia de horizonte político, una especie de termómetro que “justifica” las acciones o errores no forzados de un gobierno. Así, el presidente de la República, Gabriel Boric, encabezó este domingo su última Cuenta Pública.

En ella dio cuenta de los avances y desafíos de su Gobierno, y delineó cómo serán los últimos meses de su mandato, previo a la elección presidencial del próximo 16 de noviembre. Aquí, el actual Ejecutivo se refirió al proyecto de interrupción del embarazo y la deuda que se mantiene a nivel país en esta materia, más aún, puso el acento particularmente en la ley de aborto libre desde las 14 semanas, un proyecto anunciado por el Gobierno la semana pasada.

Cabe señalar que este proyecto busca terminar con la “ilegalidad y penalización” de las interrupciones del embarazo. Hemos de recordar que los actuales candidatos de la derecha nacional que postulan al sillón presidencial mantienen distancia del llamado aborto -Evelyn Matthei, José Antonio Kast y Johannes Kaiser- están en contra de ampliar las tres causales en las que se permite hoy el aborto en Chile.

En segundo lugar, el presidente Boric comunicó de manera explícita la siguiente acción: “Compatriotas, cumpliendo con el compromiso que adquirí en este mismo lugar hace un año, hemos ingresado a este Congreso un proyecto de ley que termina con la ilegalidad y la penalización del aborto”, relató en medio de aplausos.

Por otra parte, complementó sus énfasis apuntando que “son muy pocas las mujeres que tienen los recursos y contactos para poder hacerlo de manera segura, y la gran mayoría camina por la cornisa sin saber si lo que pagaron a escondidas va a resultar o si deberán enfrentar dolores, urgencias y hasta poner en riesgo su propia vida. Temen de sangrarse, y muchas llegan de todas formas a urgencias venciendo el miedo”.

Los argumentos esbozados configuran un nuevo y viejo escenario suscitado en la deliberación congresista, la eterna lucha entre liberales y conservadores, claro, verdaderos liberales, no pseudoliberales que se colocan de pie única y exclusivamente para aplaudir grandes ideas en materia económica, sino también en temas valóricos, morales y axiomas éticos propiamente tal.

Por ahora, tomamos palco y comemos cabritas a la espera de esa “voluntad” que mostraran los parlamentarios frente a la temática aludida, de lo contrario, la discusión podría volver a degradar en una ausencia de servicio público, abrazando nomenclaturas religiosas, culposas y profundamente carentes de libertad y responsabilidad personal.

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En tercer lugar, la libertad es una categoría jabonosa, con más de una interpretación que subyace a su concepción filosófica. Sin embargo, ella debe ser bien entendida, deliberada y posiblemente aprobada. Por ahora, el debate es pobre y con poco sentido de “amistad” parlamentaria en primera instancia, debemos avanzar indudablemente en el diálogo y mirar otras regiones del mundo en estas materias, tal vez nos propicien ciertas claves para nuestra propia reflexión.

La lucha entre minorías y mayorías que pueden representar un “a favor” o un “en contra” deben ser analizadas, deliberadas sin miedo y sometidas a escrutinio. Marginar a priori un debate tan importante como el aborto en Chile solo nos hace ver como individuos sesgados, fuertemente dogmatizados y altamente ajenos a una realidad social.

Por último, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt (académicos de la Universidad de Harvard) hace algún tiempo publicaron en español el libro La dictadura de la minoría, texto que expresa el considerable peligro de menguar en la democracia en pro de unos pocos.

Dichos académicos comentan lo siguiente: “Una cosa es que las minorías frustren o derroten durante un tiempo a las mayorías en peleas políticas puntuales […] Sin embargo, otra cosa es que una minoría partidista derrote o imponga continuamente medidas a las mayorías o, peor todavía, que se sirva del sistema para consolidar sus ventajas. Cuando esto ocurre, hablamos de un Gobierno controlado por una minoría, y no de una democracia” [Steven Levitsky y Daniel Ziblatt. La dictadura de la minoría. Barcelona: Editorial Ariel, pp.186].

Tal vez, el peligro de avalar a rajatabla las pretensiones de una minoría resulta inverosímil, aunque también el de una mayoría que pudiese hospedar ausencia de diálogo por diversos motivos, donde el aborto, dicho sea de paso, parece ser la “necesidad” de algunos y el “libertinaje” de otros según distintas voces, de ahí que el asunto se deba tomar horizontalmente y con profunda responsabilidad.

Las palabras del Ejecutivo a través del Presidente Gabriel Boric en la reciente Cuenta Pública vuelven a instalar un tema país, una voluntad necesaria, un diálogo inevitable y una tensión de la cual no podemos seguir escapando.

Al margen del resultado, es indispensable el ejercicio y su pronta deliberación. Se gobierna con ideas, no con la Biblia o pretensiones valóricas personales. E insisto, más allá del resultado final, debemos hacer frente al tema y configurar más que nunca un diálogo sincero y oportuno que verse sobre la base de un país democrático, libre y abierto a esa escucha sincera.

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